O N C E

1.8K 154 8
                                    


—¡Te odio Min! —grité con todas mis fuerzas a la nada.

Comencé a patalear entre quejidos. Tenía ganas de llorar y reír a la vez. La actitud de Min realmente me volvía loca, no sabía cómo actuar y qué decir sin tener miedo a sus actos. Saqué de mi bolso mi móvil y marqué el número de Joon.

Uno, dos, tres pitidos y no contestaba.

Volví a intentarlo y nada. Esta vez intenté con el número de Mika, pero me daba directamente a buzón. Estaba a punto de largarme a llorar, sin embargo, una idea loca se me cruzó por la cabeza. Y, ¿si llamaba a Jimin?

Él dijo que lo llamara ni bien leyera el mensaje, pero eso fue hace horas atrás ¿Se enojaría conmigo?

Eso sólo lo sabré hasta que lo intente.

Cerré los ojos armándome de valor y presioné el botón para llamar.

— ¿Hola? —su voz sonaba adormilada.

— ¿Jimin? —mi voz sonó un poco insegura.

— ¿Lenahi? —dijo sorprendido.

— Soy yo. ¿Estabas durmiendo, te estoy molestando?

— No, no, claro que no. ¿Sucede algo?—preguntó curioso.

— Es que estoy varada en un local y no sé cómo llegar a mi casa y eres la única persona a quien pude recurrir, —lo dije tan rápido que al final tomé una gran bocanada de aire.

— ¿Varada, estás bien?, ¿Dónde estás?—era su turno de hablar rápidamente.

— Si, estoy bien, estoy en un bar karaoke llamado Salang.

— Conozco el lugar, quédate allí, no te muevas, llego en unos minutos.

— Te espero Jimin, adiós.

— Adiós, —colgué la llamada y alcé los brazos al cielo.

— ¡Gracias Dios por crear a personas como Jimin!

Guardé mi móvil en mi bolso y me senté sobre la acera. El viento de esta noche era cálido y la luna estaba completa. Cerré mis ojos, disfrutando la brisa y sintiendo como movía mi cabello. Tal cómo prometió Jimin después de unos minutos una motocicleta se paró enfrente mio.

— ¡Lenahi!

Me puse de pie y me acerqué a Jimin teniendo cuidado de que no viera mis heridas.

— Jimin, —llamé aliviada.

— Me asustaste, pensé que te había pasado algo malo.

Mis mejillas se sonrojaron por la vergüenza.

— Discúlpame si te molesté, —me incliné levemente hacia delante.

Jimin sonrió con ternura y golpeó el espacio que sobraba en la motocicleta. Me acerqué a él y con cuidado de no dejar a la vista nada, me monté en la moto. Me ofreció el casco y lo tomé, me lo puse al igual que él, rodeé su cintura con mis brazos y aspiré su dulce aroma.

— ¿Lista?

— Completamente, —respondí con una enorme sonrisa.

La motocicleta rugió y nos pusimos en marcha. Mis ojos me pesaban, tenía mucho sueño y luchaba para no quedarme dormida. Las palmas de mis manos me ardían, aguantaba los gemidos para no alarmar a Jimin.

— ¿Lenahi? No te duermas por favor.

— ¿Uhm? No estoy durmiendo, —dije con un tono de voz adormilado.

BienquerenciaWhere stories live. Discover now