UN DÍA ALEGRE

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{Paolo}

- Vas a morir, ¿sabes?- me dicen.
- Si no me mata ella, me matará Michael, no tengo opciones. Además, esto lo hago por la patria, no porque me lo ordene el presidente- contesto intentando parecer seguro de mí mismo.
La realidad es que no quiero morir.
Odio al presidente. Yo no era de sus tropas al comienzo de su dictadura. Yo pertenecía a las tropas de Nathan pero claro, Michael no va a mandar a una muerte segura a uno de sus hombres más cercanos.
Me ha tocado a mí.

El helicóptero aterriza algo lejos de la comunidad, así que me veo obligado a ir a pie hasta la entrada de Ordos.
Me lleva una hora llegar a mi destino.
Alzo los brazos en son de paz cuando los cinco guardias asiáticos que vigilan la entrada me apuntan con sus fusiles.
- ¡Identifícate!- me gritan en un inglés mal hablado.
- Paolo Clayton. Vengo a hablar con la líder.
- No se encuentra aquí ahora mismo- dice uno sin bajar su arma-. No eres de aquí, ¿verdad?
- Soy de Estados Unidos- digo y cargan sus fusiles-. ¡Tranquilos, tranquilos, vengo en son de paz, solo quiero comunicar algo a la líder!
- Tenemos órdenes de matar a cualquiera que no pertenezca al estado de Asia- dice otro.
- Solo quiero dar una noticia, puedo esperar el tiempo que haga falta- digo con los brazos alzados.
Tengo que tener cuidado con lo que digo, estos asiáticos pueden matarme en cualquier momento y si comunico algo de las intenciones de Michael, mis compañeros harán explotar la pequeña bomba que tengo instalada en el brazalete que llevo en el tobillo derecho.
- Podemos comunicarle eso tan importante que tienes que decir- me dice un guardia.
- No, tengo que hablar directamente con ella.
- Eso va a ser imposible. O lo dices o mueres. Es un ultimátum- me amenaza otro.
- Vale, vale- suspiro y bajo los brazos-. Vengo a pedir la rendición de Asia para Estados Unidos.
Los guardias empiezan a reír.
- Vale, lo he intentado- digo suspirando-. Hasta luego.
Me giro, doy unos pasos y comienzan los disparos.
Pero las balas solo pasan rozando.
- ¡Lo siento, lo siento, no quiero morir!- grito echo una bola en el suelo.
Dos de los cinco guardias se me acercan.
- Vas a contar ahora mismo todo lo que sabes- me ordena uno, colocándome la punta de su fusil en mi sien.
- ¿Cómo que todo lo que sé?- pregunto aterrorizado.
- Toda la información que tengas de Estados Unidos.
- No... no sé nada... a mí solo me han enviado aquí para deciros esto... dejadme ir... por favor...
- ¡Que lo digas!- me grita el guardia que sostiene el fusil contra mí.
- ¡Vale, vale, me rindo! ¡Van a mataros, va a haber una gu...!
Un sonido me deja sordo.
Una explosión.
Que sale de mi tobillo.
Salgo volando, junto con los otros dos guardias.
Caigo en el suelo.
Pero sigo vivo...
Apenas...
Pierdo...
Pierdo mucha sangre...
Mi pierna derecha...
No está...
Todo se oscurece...

{MARY}

Estoy aprendiendo mucho.
Sobre toda mi comunidad, sus leyes, sus habitantes, sus costumbres, todo.
Para el día en el que Tao Wang, nuestra líder, no esté, pueda asumir su cargo.
Durante estos años he llegado a convertirme en su mayor aliada, ha visto mucho potencial en mí y siempre me tiene a su lado.
Y estoy cómoda, con todo esto que me rodea.
Siento que pertenezco a algo, que tengo un propósito, y jamás me había sentido de este modo en Yanna, en Estados Unidos.
Ahora entiendo la forma de pensar de Tao Wang, ella solo quiere paz y tranquilidad pero tiene que aparentar ser una mujer fuerte y temible para ahuyentar las amenazas, por este motivo mató a Oliver.
Ahora lo entiendo.
Se hace respetar, tiene que hacerlo.

Alguien llama a la puerta en medio de la conversación.
- ¡Ahora no, más tarde!- dice Tao.
- ¡Es urgente!- grita un guardia y la líder suspira.
- ¡Pasa!
Un guardia entra y nos comunica que un estadounidense ha llegado a Ordos para pedir la rendición de Asia.
- Entiendo. Tomaré algunas medidas, puedes retirarte- le dice Tao y el guardia asiente con la cabeza y se marcha.
- ¿Por dónde ibamos?- pregunto.
- Olvídalo, ya hablaremos más adelante de los planes de comercio. Ahora tenemos otra cosa más importante entre manos, una guerra.
- Tampoco creo que sea para tanto- digo con las cejas fruncidas-. Ellos saben todo lo que tenemos, no tienen nada que hacer.
- Yo que tú no subestimaría al tal Michael. Perderá, eso es seguro, pero si hay una guerra morirán miles de inocentes y no podemos permitir eso, hay que pararle los pies antes de tiempo. Por ese motivo no te quiero aquí, tienes que volver a Ordos.

Apocalipsis Zeta - Parte 6: Los Cuatro Jinetes Del ApocalipisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora