Doña Medusa

553 47 0
                                    


-¿Pensabas decírmelo en algún momento?-pese a reconocer perfectamente su voz, había escuchado el arrastre de la puerta del cuarto abrirse, por lo que supe que estaba tras de mí.

Después de lo sucedido al medio día, Reccelen y yo habíamos vuelto directamente a casa. La comida de hoy había sido mucho más animada que la del día anterior. La chica no podía parar de reír con lo sucedido en el estadio y yo me sentí muy a gusto. No había tiempo para que pudiera enseñarme nada nuevo, por lo que pasamos toda la tarde intentando perfeccionar al máximo todo lo que ya me había enseñado. Luego como el día anterior me di una larga ducha y me puse ropa cómoda. Cuando Patrick había entrado yo estaba de nuevo sujeto al balcón. Tampoco me volví esta noche. Esta vez por miedo a la reacción que yo pudiera ver en sus ojos.

-Claro que sí-dije tajantemente.

El chico suspiró tan fuerte que me dio un escalofrío. Estaba cabreado de nuevo.

-¿Y cuando?, si se puede saber-gritó el chico casi perdiendo los nervios.

-¿Podemos hablar sin discutir, por favor?-pedí echándole valor y dándome la vuelta.

El chico levantó los brazos y me instó para que hablara.

-Lo descubrimos Reccelen y yo antes de venir hasta aquí y...

-Sí, eso ya lo sé-me interrumpió de inmediato.-Al igual que sé que te has estado entrenando. Sí, he venido un poco antes y he estado hablando con tu entrenadora. No es su culpa, ya que después de lo de esta mañana no había forma posible de que pudierais seguir engañándome.

Me sentí mal y caminé un poco hacia él sin llegar a tocarle del todo.

-Lo siento, no era esa mi intención.

El chico rió amargamente.

-No, tu intención era poder ir a la batalla conmigo-convino el chico de nuevo.-Cosa que no harás.

-Puedo ayudar.

-He dicho que no y se acabó-gritó de nuevo el chico.-Todo, todo lo que has querido lo he hecho por ti, todo te lo he dado, todo te lo he prometido, pero no voy a pasarte esto. No vas y punto.

-Tú...-dudé un momento pero al final se lo dije.-Eres mi novio, pero no mandas en mí.

-En esto sí-zanjó.-Yo soy el responsable de esa gente y debo estar protegiéndoles a ellos no a ti.

Había hablado con calma, pero había una pequeña mota de malestar en sus palabras.

-No te pido que me protejas, solo que me dejes ayudar, puedo hacerlo.

-No es necesario que me lo pidas-contravino.- ¿No te das cuentas?, si tú estas allí, mi instinto de protegerte será mayor que cualquier otro y eso pondría en peligro a los demás.

-Puedo protegerme solo, por favor-supliqué.

-La decisión ya está tomada.

Me enfadé tanto que volví al balcón dando tumbos y maldiciendo.

-No puedes retenerme aquí, no soy tu prisionero y no puedes encadenarme.

-Lo haré si es necesario.

Me di la vuelta con el convencimiento de su voz tan fría.

-No hablas en serio.

-Si es necesario para mantenerte a salvo te amarraré a ese balcón.

Me di la vuelta, de nuevo furioso y golpeé los barrotes con tanta fuerza que me raspé las manos.

-Iba a regresar al cuarto esta noche, si no quieres que lo haga puedes poner el pestillo a la puerta-habló mientras resonaban sus pasos hacia el exterior del cuarto.-Lo entenderé.

Pequeños TesorosWhere stories live. Discover now