Prólogo III (Y vivieron felices, ¿no?)

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-Sí quiero-grité allí mismo.

Todo el mundo que había alrededor se dio la vuelta para mirarme. Había estado esperando aquello muchos meses. Desde que Riley había perdido la memoria no había podido hablar del tema y una vez que la había recuperado, con todo lo sucedido entre Reccelen y yo y el enfado de mi chico y la próxima e inevitable guerra, no habíamos tenido tiempo de hablar de nuestro compromiso.

Había estado enfado con él por no ser capaz de dejar su imprudencia a un lado por una vez y hacerme caso. Me costaba cada vez más mantenerle con vida y fuera de las manos enemigas que también sabían lo poderoso que podía llegar a ser y lo querían a como diera lugar.

Estaba tan furioso que de no haberse tratado de él, de él amor de toda mi existencia, estaba seguro de haberla tomado a golpes sin pensármelo dos veces. Solo él era capaz de ponerme de aquel modo sin sufrir ninguna consecuencia más que ponerme de morros.

Pero luego tenía la habilidad de decir esa palabra que abría una nueva brecha de luz entre nosotros y entonces solo me quedaban las ganas de abrazarle y besarle. Había sido un idiota, había desperdiciado la última noche de seguridad que tendríamos estando enfadado y fingiendo dormir, cuando podría haberla aprovechado para hacer el amor nuevamente.

Ahora le tenía delante de mí, con cara de preocupación por mi silencio y muerto de vergüenza por que todo el mundo nos miraba con atención, incluidos mi hermano y mi amiga.

-Te traeré de vuelta.

El chico rió acompañando mi risa.

-Y será como mi marido

Le agarré por su estrecha cintura y le planté un buen beso de reconciliación en la boca.

-Te lo prometo.


Pequeños TesorosWhere stories live. Discover now