Capítulo 46

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Pusimos rumbo al Mar Negro, según la mitología el Vellocino estaba en el reino de Cólquida, lo que se conocía hoy en día por Georgia, uno de los países que estaban rodeando el mar. Eetes era su rey y mantenía el vellocino en un árbol custodiado por una serpiente que según lo que me dijo Garrick era un dragón. Según los recuerdos de Slar el vellocino estaba en un viejo robledal, esto me cuadraba porque el vellocino se había clavado a un árbol en un bosque consagrado al Dios Ares. Mi idea era sobrevolar el país en busca de robledales y ver si podíamos obtener más pistas sobre esto. Teníamos que empezar por algo...

Volamos durante el día y aterrizamos en unas montañas a dormir y cenar la comida que traíamos. Volar en el mundo de los humanos era cansado, había que ascender y descender constantemente. Afortunadamente con mi conexión me era fácil averiguar cuando venía un avión o cuando había vida en una montaña sobre la que sobrevolásemos. Al aterrizar los dragones no cambiaron de forma y Draco me avisó que irían a cazar por ahí, yo sabía que un dragón era capaz de de comer animales como una oveja o una vaca y alimentarse en su forma de dragón pero nunca lo había visto.

- ¡Puaj! ¿van a comerse una vaca viva? – preguntó Moria con asco al verles volar.

- Espero que primero la maten – hablé. Saqué mi comida de la mochila.

- No creo que se me diese bien ser dragón – dijo Príus. Tarnan seguía mirando por donde se habían ido.

- ¿Seguís enfadados Draco y tú? – me preguntó.

- ¿Qué??? ¿cómo....? - A veces se me olvidaba la conexión tan fuerte que había entre los dos.

- ¿Qué os ha pasado? – preguntó Luca que hasta entonces había estado callado.

- No me apetece hablar de eso... - dije y me arrebujé en mi chaqueta buscando un poco de calor.

- Pues espero que lo arregléis pronto – dijo Príus de nuevo – no hay nada peor que un dragón enfadado.

Suspiré para mí pero sabía que tenían razón... terminamos de comer y vi que Draco y los demás habían vuelto, estaba atardeciendo y quedaba poco para el anochecer.

- Haré caso de tu consejo Príus, hablaré con él... Intentad dormir lo que podáis, mañana también será duro – miré a Moria que se había quejado de lo incómodo que era volar en dragón. Los demás asintieron y me dijeron adiós.

Me acerqué a los dragones, y me puse al lado de Draco tocándole el cuello.

- Draco... ¿podemos hablar? – le pregunté, un gruñido salió de su pecho y me quitó la cara – Por favor...

Estábamos cerca del precipicio por lo que me empujó con su cabeza hasta el borde y me dejó caer, le vi lanzarse y simplemente esperé a que igualase mi velocidad y me agarré a sus crines, bajamos volando unos metros y se convirtió en semihumano cogiéndome en brazos. Aterrizamos en un bosque de frondosos árboles donde no parecía que hubiese llegado nadie en mucho tiempo. Todo lo que me rodeaba tenía ese aspecto de enfermo que acompañaba al mundo de los humanos, lo miré todo con disgusto, incluso aquí había llegado su podredumbre.

- Habla – me dijo un Draco con los brazos cruzados sobre el pecho. Le miré sorprendida, ¿habla???, ¿Yo?????

- ¿Yo???? Fuiste tú el que te acostaste con la perra del averno – le acusé.

- Y tú la que casi la matas, estrujándola como si fuese un limón. – me dijo, se acercó a mí hasta que se quedó enfrente, seguía con los brazos cruzados. – Solo quieres hablar porque temes que la convivencia se resienta, no porque quieras arreglarlo.

Trilogía Jinete de Dragón: Aprendiz de Jinete (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora