Capítulo 11

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Tarnan me esperaba en la mesa del comedor para desayunar. Como ya era habitual un grupo de aprendices de distintas casas se sentaban a la mía. Saludé a mi amigo con la cabeza cuando una criada me abordó, me dio un fuerte abrazo gritando.

- ¡Aprendiz!!!!, gracias, gracias!! - me dijo cogiéndome las manos.

- Vale, vale, de nada, de nada, espera... gracias, ¿por qué? - le pregunté confundida. Me di cuenta que era la misma criada que me había dado el mensaje de Brom el otro día.

- Mi tía aprendiz, mi tía ha sido nombrada proveedora real - sus ojos salían de sus órbitas.

- Ah! enhorabuena, pero, ¿quién es tu tía? - ¿qué pasaba?, no me enteraba de nada.

- Mi tía es la panadera del pueblo, le distéis vuestros panecillos al Rey el otro día y llamaron a mi tía para probar sus productos, ¡¡¡¡la han nombrado Panadera Real!!!!. Es la primera vez que alguien de fuera del castillo tiene tal distinción. Mi tía todavía no se lo cree... - todo esto lo dijo casi sin coger aire.

- Me alegro mucho por tu tía, pero no creo que sea gracias a mí. Los panecillos de tu tía son extraordinarios y hablan por sí mismos. - le dije sonriéndola.

- ¡Ha sido gracias a vos que lo ha conseguido! - dijo gritando. Otra criada más vieja vino corriendo para espantar a la muchacha diciéndola que no se molestaba a los aprendices, se fue avergonzada pero con una sonrisa en la cara. Le dije adiós con la mano.

- Vaya, panadera real, ¡increíble!, ¿lo siguiente qué será descastada?, ¿ayudarás a nombrar al porquerizo real? - Príus estaba de pie detrás de mí, sonriéndome ampliamente, no le había oído, me di la vuelta para encararle.

- ¿Qué pasa Príus?, ¿te estás ofreciendo para el puesto?, seguro que tienes más posibilidades que como Jinete - ocurrieron dos cosas en ese momento, la primera fue que vi una sombra de dolor en los ojos de Príus al escuchar mis palabras, como si realmente le hubiese dolido lo que dije. La segunda es que alguien me agarró por el peto y me levantó del suelo. Uno de los hermanos gemelos de Príus me tenía cogida.

- ¡Maldita descastada!, te voy a enseñar a tratar a tus superiores - me dijo.

- ¿Superiores?, ¿un idiota como tú? - hice una llave en el aire y caí sobre su espalda, le desestabilicé y cayó pegando la cara al suelo, le retorcí el brazo detrás de su espalda y le dije lo más cerca de su oído - destripé al imbécil de tu hermano, dame una razón para hacer lo mismo contigo, solo una pequeña razón. - Ahí estaba, mi furia subía deprisa por mi garganta, mi ira hacía que me doliese el estómago, 'déjala salir', parecía que decía.

Le solté cuando sentí el brazo de Tarnan que tiraba hacia atrás de mí, noté que se colaba en mi mente y me llamaba. Controlé mi furia y la volví a guardar en mi interior. No valía la pena, en las pruebas podríamos ganarle, no merecía luchar ahora. Crucé la mirada con Príus antes de salir del comedor, culpa, vergüenza, ¿dolor?, se mezclaban en su cara. Por primera vez, me sentí mal por atacarle, ahora que lo pensaba, creo que solo había sido un comentario inocente. La mirada de desaprobación de Tarnan me lo confirmó, cerré los ojos, ¡mierda!. ¿Desde cuándo debía tener consideración por los sentimientos de ese idiota?

Nuestros entrenamientos continuaron como siempre, Príus intentaba mantenerse alejado de mí y eso me hacía sentirme todavía peor. Cuando acabaron las clases teóricas escapé a la biblioteca con una excusa para no quedarme hablando con los demás. En la cena le vi a lo lejos, sentado con los otros como si nada hubiese pasado, pero sí que le veía apagado, triste. Y todavía hizo que me sintiese peor, ¿qué demonios?, ¡era Príus!, se había metido conmigo cien veces más, ¿y por una vez qué lo hacía yo tenía que sentirme como si hubiese matado a alguien?. Cansada me retiré a mi torre e intenté dormir.

Trilogía Jinete de Dragón: Aprendiz de Jinete (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora