Capítulo 26: La llegada de Dankyun a la Academia Mágica Fellyore

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Parte 1

[Punto de vista de Dankyun]

Esperé pacientemente en la frontera del territorio del dungeon. Sólo hace unos momentos, uno de los soldados entró brevemente y midió su nivel, era 64. Un nivel bajo para un dungeon con un territorio de este tamaño. Dudaba que la academia necesitara tanto, pero aún más importante, no me imaginaba a Nanya sacrificando su propia Energía Mágica para ayudar a un Dungeon sin importar la razón. Siempre desde que la conocí, esa mujer odiaba a los Dungeons desde su corazón. Se puede decir que esa fue la razón por la que me le acerqué. Ella simplemente disfrutaba destruir los núcleos de cualquier dungeon que encontráramos.

El arma que ella usaba, La Cazadora de Calabozos, era un arma poderosa como ninguna que hubiera visto antes, y funcionaba de maravilla contra ellos. Por supuesto, tan hermosa espada era inapropiada para alguien como ella, especialmente desde que ella se negaba a usarla tan seguido, así que cerré mis ojos contra mi propio odio por un momento y me le acerqué. Cuando fue el momento correcto, le robé la espada, maté al dungeon y activé las trampas mortales dentro. La tonta mujer pensó que yo estaba tras la Skill Suprema. Eso sólo llegó como un bono, ¡la hermosa espada que ella cargaba era mi verdadero premio! Después de todo, tales encantamientos eran difíciles de encontrar, en realidad, son difíciles de encontrar, y en toda mi vida, nunca había viso u oído de nada como esto, ¡un verdadero tesoro entre los tesoros!

"Maestro... peligro... en el bosque..." Algo habló.

Giré mi cabeza y miré a esa patética cosa que apareció corriendo desde detrás de un árbol. Su mano izquierda estaba rota, su pierna derecha estaba astillada, y básicamente lucía como si se hubiera encontrado con un ogro. Levantando una ceja, desenvainé mi espada y le apunté.

"¡Habla!" Ordené.

"Hay trampas en el bosque, maestro... No miré una, pero... entonces... volé por los aires. El golpe destrozó mi armadura mágica..." Dijo después de inclinarse ante mí.

Nada de lo que hablo me interesó en lo más mínimo.

"Estás en el territorio de un dungeon, ¿No era de esperarse?" Pregunté.

"Sí, pero... pero... ¡No había ninguna construcción ahí! Era una trampa puesta en medio del bosque, ¡como si hubiera sido hecha especialmente para mí!" Me dijo, pero podía decir que algo más le asustaba.

Sin embargo, estaba más que claro que había fallado miserablemente en su misión. Juzgando por lo que me dijo, no fue siquiera capaz de cruzar el bosque, por no hablar de colarse en el edificio de la academia y encontrar información acerca de la Princesa Ayuseya. Falló miserablemente, y por eso, no encontré razón para dejarlo respirando.

"Ya has hecho suficiente." Dije y una pequeña sonrisa apareció en su cara, creyendo que era perdonado. "¡Desmembramiento por caballos es la recompensa por tu fallo!" Declaré.

"¿Qué? ¡Mi señor! ¡Ten piedad!" Él pidió, pero lo ignoré.

Cuatro de mis soldados lo tomaron y lo arrastraron fuera de mí. Uno le tapó la boca para callar sus chillidos y gritos. Era mejor de esa manera. Había muchos nobles que preferían escuchar la canción de cuna de la gente torturada, pero yo prefería su silencio.

Mientras él era atado a cuatro caballos, me moví más cerca a los bordes del Territorio del Dungeon y esperé a que mis tropas acabaran. No tomó mucho tiempo para que lo desmembraran, eran caballos de arrastre, los más poderosos cuando se trataba de poder de pierna, y también los únicos capaces de cargar soldados draconianos. Los caballos de los humanos eran pequeños comparados con los de Teslov o aquellos en el continente Sorone.

Reencarné como una Academia MágicaWhere stories live. Discover now