14. Errores, nuevas decisiones e inicios.

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Ella había sido la luz que faltaba en mi vida. Me daba igual sonar completamente cursi o lo que fuera, pero era la realidad. Gracias a ella me había convertido en mejor persona, quererla me hizo ser como soy. No era el mejor hombre sobre la faz de la tierra, tenía mis defectos como todo el mundo, pero sé que había mejorado. Ya no era aquel arrogante playboy que era cuando estaba en el instituto. Ya no me creía superior a los demás, ahora me encontraba en el mismo nivel. Incluso a veces me sentía inferior. Había sido un completo cobarde al no hacer frente a mi padre.

Pero eso había cambiado.

Cuando fui a buscar a Ariel, ella ya no estaba. Sus padres me dijeron que se había marchado de nuevo. Había llamado a su compañera de piso y lo había arreglado todo para marcharse esa misma noche. Quería ir, pero para cuando yo estaba hablando con sus padres ella ya estaba montada en el avión.

¿Por qué tarde tanto en ir a buscarla?

Supongo que quería darle un tiempo, y así de paso, también me lo daba yo para pensar. No tenía mucho que pensar porque ya había tomado la decisión de estar con ella, pero aún así quería pensar bien las cosas antes de actuar. Esta vez, no quería cometer ningún error. Antes de marcharme, lo había dejado todo más que claro.

Me había enfrentado a mi padre. Le dije por primera vez todo lo que pensaba y no pensé en las consecuencias. No me importaba. Si mi padre después de aquello quería renegar de mí, que así fuese. Prefería eso a vivir toda mi vida como un infeliz, igual que él. No iba a seguir sus pasos. Cada vez lo tenía más claro. Dedicaría mi vida a los deportes, mi pasión. No iba a dedicarme a los negocios, eso era lo que él quería, no yo.

Después hablé con Sonia, le dije todo lo que pensaba y ella no pudo estar más de acuerdo conmigo. Ella me dijo que se alegraba de que por fin hiciese lo correcto, y ella no dudaría en seguir mis pasos. Les diría a sus padres que estaba enamorada de Jamie y que estaba orgullosa de que él fuese el padre del hijo que estaba esperando.

Me alegré. Cómo no hacerlo.

De repente, el taxi se detuvo. Miré el edificio frente a mí mientras sacaba la cartera del bolsillo.

- Son treinta dólares, - me dijo el taxista.

Sin siquiera mirarle, le di un billete de cincuenta dólares.

- Quédese con el cambio, - fue lo único que dije antes de salir del taxi.

Con un suspiro, me quedé allí quieto observando el edificio y escuché el motor del taxi alejarse. Saqué de la chaqueta el papel donde la madre de Ariel me había apuntado la dirección y el piso de Ariel.

Tenía envidia de Ariel, sus padres la apoyaban en absolutamente todo, incluso aunque ellos supiesen que había sido un perro con su hija, confiaron en mí. Bueno, qué demonios, no habría conocido a Ariel si no fuese por ellos, si ellos no me hubiesen contratado como niñero, probablemente nunca me habría fijado en Ariel y no estaría enamorado de ella.

Decidido, cuando Ariel y yo tuviésemos nuestro primer hijo o hija, se llamaría como la madre o el padre de Ariel.

Miré el papel.

"Calle Rosenwood. Edificio 3. Puerta 8F."

Bueno, pues entonces, es la hora.

Cogí aire y fuerzas y me adentré en el edificio.

Mientras llamaba al ascensor y me subía en él. Las dudas empezaron a surgir. No había pensado en ello, había tenido la total y extrema confianza de que Ariel me perdonaría o de que se tiraría a mis brazos. Pero, ¿y si no era así? ¿Y si ella me cerraba la puerta en las narices? ¿O si nisiquiera me abría la puerta? ¿O llamaba a la policía diciendo que la estaban acosando?

El Playboy es mi Enemigo, [SP#2] | ✓Onde histórias criam vida. Descubra agora