—Veintidós. ¿Por quién me tomas, Jauregui? —Se cruzó de brazos y sus pechos se apretaron mucho más, y solté un suspiro, cerrando los ojos al reírme.

—No sé, no sé por quién te tomo porque no sé mucho sobre ti. —Le salpiqué un poco de agua, y ella abrió la boca, salpicándome un poco más.

—Me llamo Camila, tengo veintidós años y estudio Bellas Artes. —Se mordió el labio inferior y me empujó, en venganza al salpicón. —¿Y tú, qué tiene que contarme la chica del caballo? —Rodé los ojos con una risa, caminando hacia atrás, porque Camila venía hacia mí, hasta que me pegué contra el bordillo con ella en frente.

—Tengo veintitrés años, trabajo para mi tío en su rancho y soy abogada. —Terminé por decir, y Camila abrió los labios, tirándome un poco de agua en la cara.

—¿Eres abogada? —Me apretó las mejillas con la mano, e hice el amago de mordérsela, aunque la retiró antes. —Wow, eso es muy chulo.

—Sí, lo es. —Me puse de pie y apreté sus mejillas, haciendo que su boca pareciese la de un pez. Ella arrugó la nariz, poniendo sus manos en mi antebrazo. —Podría sacarte de la cárcel si te arrestan por escándalo público. —Se zafó de mi mano y reí, echándole un poco más de agua. Se pasó las manos por los ojos y, mientras se limpiaba el agua, aproveché para mirarle los pechos, relamiéndome inconscientemente.

—Lauren, eres una cabrona. —Dijo mi primo de pie en el borde de la piscina, señalándome con una sonrisa. Solté una risa y él negaba mientras caminaba por el borde.

—¿Por qué te dice eso? —Me encogí de hombros y la volví a mirar a ella. —Porque es idiota. Por cierto, preciosa, —arrugué los ojos con una sonrisa— lo que viste el otro día no ocurre a menudo. Tuviste mucha suerte.

—Oh, ¿tuve suerte de ver cómo te liabas con una tía? —Asentí, echándole un poco de agua en el pelo. —LAUREN EL PELO NO.

—Qué delicadita eres. Deja de gritarme. —Le di un suave golpe en la mejilla, y Camila me lo devolvió en el brazo. —Uy, qué agresiva.

—¿Agresiva yo? —Alzó las dos manos para empujarme, y la tomé de las muñecas, parándola en seco.

—Eeeeh, quieta ahí. —Sujeté sus dos muñecas con una mano, y con la otra comencé a echarle agua en la cara.

—¡Lauren! ¡Para! —Paré, pero no solté sus muñecas.

—¿Qué era eso de 'nos vemos esta noche'? —Me sumergí en el agua hasta el cuello, subiendo la mirada por la línea de su vientre hasta sus pechos, y luego, su afilada mandíbula, y sus labios rosados y carnosos.

—Esta noche vas al lago, ¿no? —Solté una risa y asentí. —Porque tienes que celebrar esos veintitrés añazos.

—¿Añazos? —Me puse otra vez de pie, y Camila volvió a apretar mis mejillas, y mi instinto era poner las manos en sus caderas, pero me contuve, abriendo la boca para morder su mano.

—¡Ay! ¿Te gusta morder o qué? —Sonreí de forma pícara, entrecerrando los ojos y ladeando la cabeza.

—Depende del momento y del lugar. —Me dio un golpecito en la mejilla, y la seguí a través de la piscina.

—¿Lugar? ¿De qué lugar depende? —Se paró en el borde justo al otro lado de la piscina, donde el agua nos llegaba por el cuello. Estaba peligrosamente cerca de ella.

—De si es en el cuello, en la boca, en las te—

—Idiota. —Puso la mano en mi cara y me empujó, caminando hacia la escalerilla para salir de la piscina.

la chica del maíz; camrenWhere stories live. Discover now