VIII

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Crystal había tenido una mala noche, no dejaba de pensar en lo que Gold le diría. Sin darse cuenta, ya había amanecido, eso que había dormido tan solo 4 horas. Fue a prepararse un café, pero al abrir la despensa, solo había una nota. Abrió el refrigerador para sacar otra cosa, y no tenía nada, solo el mismo papel doblado.

–"Ya despertaste, eso quiere decir que estás lista para jugar un juego".– Crystal leyó y descifró de quién se trataba, Gold.– "Deberías o más bien, debes ir a la tienda de ciudad Malva, si no quieres pasar hambre".

No estaba de humor como para seguir el tonto juego de Gold. La falta de horas de sueño le jugaban en contra, pero ansiaba un café, así que una vez ya alistada salió con dirección a la tienda. Compró su café y un sándwich para complementar. Se sentó fuera de la tienda a comer, y unas personas pasaron por el frente. A una se le cayó un papel, y pareció no darse cuenta. Crystal lo tomó y leyó.

–"Primera etapa lista. Eres buena jugadora. Ahora sujétate fuerte que el transporte aéreo va por ti."– Leyó Crystal.

Alzó la vista, y vio a un Mantine junto a varios Remoraid llegar volando. En unos segundos, la chica ya se encontraba sobre el Pokémon que reconoció a la perfección, era Mantaro. Verse forzada no le agradaba y empezó a reclamar sola en el lomo del Pokémon.

–¡Ya veras Gold! ¡No estoy de humor para tus estupidos juegos! ¡Realmente me las pagarás!– Exclamó Crystal.

Mantaro la dejó en la puerta del centro comercial de ciudad Trigal. Crystal estaba confundida. El centro comercial no era un lugar al que ella acudiese, a excepción para comprar pokeballs. De pronto, una señorita se le acercó.

–¿Crystal?- Preguntó la señorita reconociéndola.

–¿Mary?– Preguntó Crystal reconociendo a la conocida locutora de radio.

–Me recuerdas.– Sonrío Mary.– Ahora acompáñame.

–¿A dónde?– Preguntó Crystal mientras era jalada hacia el interior del edificio.

–¿Hoy tienes un asunto muy importante, no?– Preguntó Mary tomando varias prendas de ropa.

–No.– Negó Crystal pensativa.

–No importa.– Mary sonrió.– Pero venga, pruébate estos atuendos.

–Eh, no gracias.– Rechazó Crystal, pues la moda no era su estilo.

–Anda, vamos.– La alentó Mary empujándola a un probador.– El trabajo puede esperar.

–Me probaré solo esto.– Aceptó resignada Crystal.

Al cabo de unos minutos, Crystal salió de probador con una tenida blanco y celeste que le quedaba bastante bien. Mary sonrió y pagó la ropa. Luego, Crystal salió con intención de irse a su casa, pero esta vez, Togetaro fue por ella. Subiéndola a su lomo, le entregó una nota.

–"Ya casi termina este juego. ¿Te estás divirtiendo?"– Leyó Crystal y en su mente respondió con un potente No.– "Para terminar, debes decirle a Togetaro un lugar en el que te relajes y te sientas bien".

–¿Togekiss?– Preguntó Togetaro esperando la respuesta.

–Hum...– Crystal se puso a pensar.– Las faldas del monte Plateado me encantan pero me trae malos recuerdos...

Togekiss simplemente se dirigió al lugar mencionado por la chica. Por un momento Crystal había olvidado su enojo con Gold por el ridículo juego, pero al llegar al lugar, su enfado volvió. Togekiss se marchó dejándola parada en medio de la nada. No habían señales de Gold ni de nadie cerca. Para colmo había dejado sus Pokémon en casa, y volver caminando le tomaría mínimo 1 día.

–Estupido Gold, no puedo creer que me haya traído a la fuerza hasta aquí.– Reclamó Crystal.– Me las pagará, además, no puedo creer que nos hayamos declarado si es un estupido.

–Pero soy tu estupido favorito.– Una voz se escuchó cerca.- Pero antes respóndeme una cosa.

–¿Gold eres tú?– Preguntó Crystal buscándolo por todos lados.

–Puede ser, o tal vez... Soy el impostor.– Respondió la voz con algo de risa al mencionar lo último.

–¡Gold deja de jugar de una vez!– Exclamó Crystal molesta.

–Está bien chica seria.– Respondió Gold apareciendo en frente, vistiendo ropa inusual.

–¿Por qué me trajiste aquí?– Preguntó Crystal cruzándose de brazos.

–¿A caso no te gustó?– Preguntó Gold ofendido.– La ropa de chica es cara.

Crystal no respondió, solo se cruzó de brazos nuevamente y le dio la espalda. Gold se quedó en silencio pero con una sonrisa. Crystal volteó extrañada y fue cuándo Gold habló.

–Ayer dije que quería que tu fueras conmigo porque eres la persona más importante para mí.– Dijo Gold mirándola a los ojos.– Es por eso que te quiero preguntar...

–¿Qué cosa?– Preguntó Crystal sonrojada, olvidando por unos momentos su enojo.

–¿A qué te referías ayer con lo del accidente?– Preguntó Gold rascándose la nuca.

–¡Gold!– Exclamó Crystal dándole una gran patada en la cara.

–¿Y eso por qué?– Preguntó Gold sobándose.

–Yo pensé que... ¡Argh eres un idiota!– Respondió Crystal cruzándose de brazos muy sonrojada.

–Ah, aquí tienes una nota más.– Indicó Gold entregándole un papel que sacó de su bolsillo.

–¿De verdad crees que quiero seguir jugando tu tonto juego?– Preguntó Crystal irónica.

–Vamos, solo léela.– Pidió Gold.

Crystal abrió el papel. Este era distinto a todos los demás, pues era de un color celeste, y tenía buen olor. Lo desdobló cuatro veces hasta llegar al mensaje. "¿Quieres ser mi novia?" Las mejillas le ardían, y Gold esperaba tranquilamente la respuesta.

–Gold... Yo...– Murmuró Crystal doblando el papel nuevamente.

–No te preocupes, ya lo sabía. Te gustaba más de la otra manera.– Respondió Gold dándole la espalda para marcharse.

–Espera.– Lo detuvo Crystal agarrándole la muñeca.

Y de un impulso, Crystal besó a su chico de ojos dorados. Este al principio se sorprendió, pero luego siguió la corriente. Se separaron al cabo de unos instantes, y se miraron con unas tontas sonrisas, esas características de enamorados.

Oficialmente, Crystal y Gold eran novios, bautizados por las faldas del monte Plateado, lugar que permitió a Crystal darse cuenta de la esencia que le gustaba, esa que encarnaba Gold.

Al fin de cuentas, todo había sido un engaño por parte de Gold. Él había cambiado su actitud a propósito para hacerle notar a Crystal qué estaba enamorada de él a pesar de todos los regaños y discusiones. Su amnesia era falsa (como la de Ruby), pero Crystal nunca lo supo. Después de todo, para Gold, la vida era un juego de engañar y ser engañado.

FIN

Tu Esencia [Mangaquestshipping]Where stories live. Discover now