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–Já, y Chris pensaba que no podría escalar esto solo.– Comentó Gold bastante confiado, como de costumbre.

–Pichu.– Sonrió Pitaro, su último Pokémon apoyado en su cabeza.

Gold se encontraba escalando el monte Plateado, situado entre Kanto y Johto. Este lugar se caracterizaba por sus fuertes Pokémon, su helada temperatura, y porque solo a un loco se le ocurriría escalarlo sin prevención. Era el caso del entrenador que recibía el título de "Criador".

Con las ansias de ser igual de fuerte que su sempai Red, el campeón de la liga Kanto, emprendió una aventura al monte Plateado, tal como su ídolo.

Su escalada se vio interrumpida por el sonido de su pokegear. Soltó un suspiro, pero el contestar le serviría para tomar un respiro y retomar energías para llegar a la cima.

–¿Hola?– Preguntó Gold tras contestar.

–¡Gold! ¡Habla Chris!– Exclamó Crystal desde el otro lado de la línea con un aire preocupado.– ¿Estás bien? ¿Te ha atacado algún Pokémon fuerte?

–Hey, tranquila.– La detuvo Gold pues para variar estaba gritándole.– Soy muy fantástico para no estar bien.

–Si claro.– Crystal habló con ironía.– El monte Plateado es un lugar muy peligroso.

–¿Te preocupas por mí?– Preguntó Gold alzando las cejas, aunque Crystal no podía ver ese gesto.

–C-Claro que no.– Negó la chica nerviosa pero luego se molestó.

–Si Red sempai pudo hacerlo, yo también puedo.– Indicó Gold presumiendo como siempre.– Esto es pan comido.

–Tu no eres como Red-sempai.– Contestó Crystal intentando bajarlo a la realidad.

–Tienes razón.– Aceptó Gold, cosa que extrañó a Crystal.– Soy mejor que Red sempai.

–Deja de ser tan presumido, soñador.– Regañó la chica cansada de la actitud de su amigo.

–Como sea.– Suspiró Gold sin intención de hacerle caso a Crystal.– Si me permites, chica seria, tengo un monte que escalar.

–Sigo pensando en que deberías volver y no tomar riesgos innecesarios.– Insistió Crystal velando por el bien de Gold.

–¡Pichu!– Exclamó una Pichu junto a Crystal, pues hace un par de semanas, Gold se la obsequió a su amiga.

–Pichu está preocupada por Pitaro.– Explicó Crystal.

–Si, como digas.– Respondió Gold indiferente, si quisiera una charla estaría en un café.– Adiós.

–¡Rawr!– De improvisto un gran Ursaring amenazaba cerca de Gold.

–¿Gold qué fue eso?– Preguntó Crystal preocupada escuchando el rugido.

–¡Pitaro impactrueno!– Ordenó Gold sin tener otra opción más que atacar.

El pequeño Pitaro atacó desde la cabeza de su entrenador, sin embargo el Ursaring estaba mucho más arriba de lo que podía alcanzar su rayo. El Ursaring parecía molesto, y no tuvo piedad al lanzar un hiperrayo que provocó que tanto Gold como su Pokémon cayeran montaña abajo.

El criador soltó un grito mientras extendía sus brazos con la finalidad de atrapar a su compañero y así protegerlo. Como criador, para él, el bienestar de los Pokémon siempre iba primero.

–¿¡GOLD!? ¿¡QUÉ SUCEDE!?– Crystal estaba histérica pues oía la mitad de las cosas a través del Pokegear.

Sin embargo, Gold no respondió. Mientras caía cerró los ojos, y lo único que se le fue a la mente fue Crystal, su mejor amiga.

Antes de quedar inconsciente, producto de la caída de bastante altura, sintió como impactó algo. Sabía que no era el suelo porque no le dolía nada, pero no tenía la fuerza suficiente para ver qué lo salvó, o tal vez no tanto.

Una serie de imágenes pasaron por su mente, y en su mayoría eran de Crystal. ¿Por qué de ella? ¿Por qué no de Pokémon, batallas, o crianza, en lo qué más pensaba las veinticuatro horas del día?

Su deseos reprimidos del inconsciente estaban saliendo a flote, y eso traería consecuencias...

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