Capítulo 4

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Entre un movimiento constante abrí los ojos. El sol me golpeaba con fuerza, mientras que sentía un galopeo bastante cerca.

Me levante de a poco cuando note que estaba sobre una carreta en movimiento. Los recuerdos llegaron de golpe, el acto, el ataque de los revolucionarios, y yo quedando inconsciente después de un puñetazo, y posterior a eso caí sobre una carreta, la cual era al parecer donde estaba ahora.

Me levante cuidadosamente para observar la situación. Dos hombres, bastantes altos conducían la carreta sin notar que yo estaba entre todas esas cajas de alimento. Pronto noté que uno de ellos había sido quien me había golpeado.

Sabía que aun seguía con vida solo porque ellos no notaban mi presencia, de seguro el hombre que me golpeo pensó que había caído al suelo y no en la carreta.

Tuve miedo. A las mujeres de Londres las estaban raptando, pero a mí, un chico, de seguro lo matarían.

Me quede inmóvil, con miedo incluso de que mi respiración les hiciera notar mi presencia, así que con el mayor sigilo posible moví un saco vacío que estaba en la carreta y me cubrí lo más que pude para camuflarme entre las distintas cajas y saco de verduras.

Escuche en silencio las cosas que hablaban. Al hombre grandote le apodaban "Bigote" y se me hizo imposible entender el apodo o nombre del otro, ya que Bigotes hablaba bastante rápido y su modulación era nula.

Por lo poco que pude entender los revolucionarios planeaban utilizar a las mujeres para recibir dinero, o algo así. Suponía que las mujeres estarían bien si planeaban intercambiarlas. Perfecto. Me había arriesgado por nada, de seguro nadie se molestaría en pagar recompensa para rescatarme.

La carreta se detuvo abruptamente, haciendo que mi corazón latiera con fuerza.

Los hombres se bajaron y afortunadamente ignoraron lo que cargaban y caminaron hacía una clase de establo que había cerca.

Observé mi entrono y pude ver que estábamos cerca del muelle, en un entorno seco y lleno de polvo. En el muelle había tres barcos anclados y cerca variadas cajas abiertas. No se podía divisar ningún ser viviente cerca.

Era mi oportunidad para huir.

Me baje rápidamente de la carreta, con mi nuevo amigo, el saco, en mis manos.

Corrí lo más rápido que pude, pero mi corazón casi se detiene cuando vi a un montón de hombres en carretas acercarse al lugar en el que me encontraba.

Cambie de dirección rápidamente, antes de ser notado por los hombres. Corrí al muelle y me escondí en una de las cajas de madera que se encontraban abiertas ahí. Me cubrí con el saco e intente calmar mi respiración para no hacer ruido.

Odiaba ese sentimiento de incertidumbre. No saber que pasará. Pensé que si era asesinado ahora, mi muerte iba a ser realmente estúpida. Si. Estaba pensando en que mi muerte iba a ser realmente estúpida.

Sentí pasos cerca de las cajas y martillazos, no entendí la situación hasta que todo se volvió oscuro. ¡Habían tapado la caja!, posterior a eso sentí fuerte golpes para asegurar la caja. Si, estaban cerrando las cajas con clavos y al parecer no habían notado mi presencia dentro de una de ellas.

-¡Acarren las cajas al barco!- gritó un hombre.

Perfecto. Simplemente perfecto. Sería cargado a un barco enemigo de mi país sin que nadie lo notara. Excelente Oliver.

La caja en la cual me encontraba empezó a moverse, de seguro la estaban acarreando.

-¡Esta caja está más pesada que nunca!- exclamo un hombre

La revolución de los inexistentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora