Capítulo 2

88 8 0
                                    


Un fuerte remezón me despertó abruptamente, haciéndome olvidar inmediatamente que estaba soñando.

-¡Oliver! ¡Ya es tarde!-siento decir a mi padre.

Llevo mis manos a mi cara y me refriego la misma para alejar las ganas de continuar durmiendo. Salgo de mi cama y abro la ventana. El frío entra rápidamente por la misma. Es otoño, pero aun así el día está bastante soleado.

Me visto con mi ropa más formal y bajo las escaleras. Ninguno de mis hermanos está en la casa y siento que mi padre hace ruido en la cocina. Todos mis hermanos eran obreros, por ende salían de casa antes del alba. Yo, como el menor de los cuatro, debía ayudar a mi padre en la librería, ya que estaba demasiado anciano para atender solo el lugar, ya que constantemente había que mover cajas y libros, y contrariamente a lo que muchos pensaban era un trabajo bastante activo. Aun así era afortunado de tener un trabajo así. Mi fascinación era la lectura y mi sueño siempre había sido ser un gran escritor, y no tenía incertidumbres. Yo sería un gran escritor.

Cuando entré a la cocina mi padre me dio una mirada extrañada. Se quitó los lentes y me preguntó:

-¿Qué haces vestido así?-

De espaldas a él di un suspiro y rodé los ojos. Sabía que esto pasaría.

-Papá, recuerda que me diste permiso para asistir al acto organizado por el general Watson- respondí y me volteé para continuar hablando- Ese acto en el que dará cuenta cómo va la batalla contra los inexistentes.

Se rascó su canoso cabeza, disgustado y comentó:

-¡No sé por qué te interesa tanto saber lo que hacen esos antisociales!-

Y bueno, no me interesaba en lo absoluto. Estos actos eran la única excusa para poder salir y no trabajar un día, ya que la librería Griffin abría todos los días.

-Bueno papá- dije ignorando su pregunta-Nos vemos- Salí de la casa antes que mi padre pusiera más objeciones.

Una vez fuera de casa respiré tranquilo. Camine tranquilamente por las calles de Londres, ya que no tenía prisa en lo absoluto. Una de mis menores preocupaciones era llegar tarde a dicho acto.

El día estaba caluroso, lo que era extraño, ya que estábamos en otoño. Mientras caminaba un hombre robusto y barbudo que me vio a lo lejos, se acercó para saludarme.

-¡Oliver!- El hombre me dio una fuerte palmada en la espalda- ¡Chico! ¡Tú no dejas de crecer!- me dijo que su voz grave.

-¿Cómo esta señor Berry?- pregunte.

-¡Muy bien! ¿Cómo ha estado tu padre y tu hermano?- pregunto

Mis hermanos y mi padre eran bastante conocidos en Londres. No porque fueran de clase alta, o importantes, sino porque la librería Griffin era la predilecta entre la gente de la alta sociedad, además mis hermanos tenían varios amigos en el pueblo y mi padre era muy querido.

Ellos se llevaban bastante bien, mis hermanos y mi padre, a pesar de que mi padre no se caracterizaba por ser el hombre más afectuoso del mundo, se notaba que apreciaba bastante a mis hermanos. En ese sentido, yo era el que tenía una peor relación con mi papá. Tal vez era porque mis hermanos no pasaban tanto tiempo con mi padre, no como yo. A lo mejor si viera menos a mi padre nos llevaríamos mejor.

Yo también era bastante conocido en el pueblo. La señora Flitz, la costurera siempre decía que todas las señoras de Londres querían que apenas cumpliera los dieciocho pidiera la mano de sus hijas. Eso obviamente era una exageración, pero yo era bastante conocido por ser siempre respetuoso y tener modales impecables.

La revolución de los inexistentesWhere stories live. Discover now