Capítulo 1

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La última vez que Zayn habló por teléfono no fue hace mucho. ¿Desde cuándo no fue hace mucho? Ir de aquí para allá, ocupado por el trabajo, es algo habitual de su día a día. Pero tampoco puede dejar a un lado a su familia, mucho menos a su hija Farah. Hace cinco años, cuando empezó la compañía de ventas online no pensó que iba a ser un hombre ocupado, o por lo menos que iba a tener una hija. Es que cuando uno tiene veintitrés ese tipo de cosas no le pasan por la cabeza, por lo menos no de esa forma. No fue algo que sucedió de un día para otro, Zayn lo veía venir pero por algún motivo se quedó con la boca cerrada hasta que el agua le llegaba al cuello.

Pero ya todo está bien.

Farah cumplió los tres años hace menos de dos meses y se siente bien sonreír cuando la ve crecer. Algo en ella le recuerda a su infancia; muy grata, por cierto. Su mamá siempre dice que la niña tiene matices de conducta típicos de él cuando tuvo esa misma edad, pero realmente Zayn no lo sabría decir. Sólo sabe que cuando ve a esa niñita, con su cabello revuelto y los ojitos de miel, el corazón se le derrite y no sabe si el mundo gira alrededor suyo o si son simples ideas para futuras conspiraciones.

Está seguro que verla sufrir le rompería el corazón, y es por eso que un hueco le hace presión en el pecho cada vez que se imagina a sí mismo hablándole a su hija sobre la despreciable madre que este mundo le dio. No hablemos de Melissa, ella no merece estar en el mapa por ahora.

__ Zayn, está volviendo a pasar- alzó la mirada, siempre se entretiene tratando de ver si los anuncios están bien colocados en la parte superior de la página.

__ ¿Eh?- vio a Darla asomada por la puerta de cristal... bueno, toda su pequeña oficina es de cristal para poder ver a los empleados desde su cómodo asiento.

A Zayn no le gusta referirse a sus empleados como "empleados". Apenas tiene veintiocho y se siente raro tener a una camada grande de personas bajo su mando. El día que su padre apostó por él, dándole el capital necesario para sentar cabeza con este proyecto, no se esperó tanto éxito. Es más, cuando se iba a dormir por las noches, rezaba a escondidas ante el pequeño altar de su madre en su antigua casa. Si de algo estaba seguro, era de no querer fallarle a su familia como muchas veces hizo en el pasado.

__ Ay dios- musitó.

Echó la silla hacia atrás y se paró. Siempre viene cómodo a la oficina, pero hoy tuvo ganas de ponerse ese saco que se compró para la boda de su hermana. Le queda entallado y con el jean rasgado en las rodillas no parece tan serio. Darla dio media vuelta y empezó a caminar, Zayn la siguió. Al principio era un estudio, como del tamaño que tiene un apartamento de dos habitaciones. Hasta que fue necesario hacer la mudanza porque la fuerza del proyecto era real. Así que Zayn se tomó la tarea de ir a todo tipo de edificios en busca del más apto para sus necesidades. Muchas veces hay cajas por todos lados, la mayoría de sus trabajadores son jóvenes del área de publicidad, empresas y diseño.

__ El código no quiere responder- vio a Darla, asintió y siguió hasta llegar al final de ese pasillo. Siempre huele a café por aquí.

Cuando estuvo estudiando programación en la universidad le iba bien, pero no terminó por malas influencias de la gente con que se relacionaba en ese tiempo. De todas formas, era bueno en lo que hacía y siempre se le dio fácil el asunto de las computadoras. Siempre en casa le pedían favores con respecto a los aparatos. Entró al estudio luego de que Darla abriera la puerta. Vio a los de soporte reunidos ante la laptop, saludó con la mano y fue directo hacia la silla. Antes de empezar a revisar por sí mismo, escuchó al coordinador de soporte para ver si a través de sus palabras encontraba alguna pista.

__ Vale- se limitó a responder cuando el hombre bajo acabó de hablar.

Problemas así pasan de vez en cuando, hay veces que la página se cae por el gran tráfico de personas que entra o alguien toca lo que no es y la jode. En lo personal, Zayn dejó de estresarse el día en que Farah nació. Estaba tan nervioso como cuando se acercó a su familia y le dijo que la graduación de la universidad nunca iba a llegar. Fue un día complicado. Desde entonces, no sabe lo que se siente ese peso sobre sus hombros. Además, no quiere quedarse calvo; nunca ha tenido problemas con su cabello, tiene de sobra.

Descubrió lo que pasaba, no fue algo rápido pero entre todos lo lograron. Darla volvió, pero esta vez con su celular en mano.

__ Es de la guardería- se levantó de la silla sin titubear.

__ Gracias- agarró su celular.

Se salió al pasillo, y empezó a caminar de regreso a su oficina de cristal.

__ Habla Zayn- alzó la mirada.

__ Hola, Zayn. Es Alina- frunció el ceño, recordó quién es.

__ Ajá, ¿pasa algo con Farah?- cerró la puerta con seguro para que nadie lo interrumpiera.

__ No, todo está bien- sus latidos se relajaron-. Lo que pasa es que hoy los dejaremos salir una hora antes porque la maestra acaba de entrar en labor de parto.

__ Ay, dios- se sorprendió al escuchar eso.

__ Sí, todos estamos así.

__ ¿Y cómo está?

__ Ya se la llevó la ambulancia, pero... ¿puede pasar por Farah?- no dudó.

__ Claro que sí, ya voy.

__ Muchas gracias, Zayn- colgó.

Se metió el celular en el bolsillo libre del saco negro. Hoy va de luto, como si fuese algo importante. Procuró no olvidar nada en la oficina y luego salió, se despidió de los que voltearon a ver y sólo cruzó un par de palabras con Darla. Ella sabe qué hacer. Bajó a los estacionamientos y con la llave en mano, buscó el espacio en donde está su camioneta, esperándolo. Nunca creyó tener un auto así a una edad tan temprana, pero la idea no le molesta. Como siempre, antes de empezar a manejar, conectó el celular al manos libres y vio que los espejos estuviesen en la posición correcta.

Londres está tan nublado como siempre, hoy por la mañana la niebla no le dejaba ver mucho pero por suerte el sol apareció brillando en algunos rincones y pudo salir de sala a hacer su trabajo. Son pasadas las cuatro de la tarde, tiene hambre y sabe que tal vez pase al supermercado a comprar algo bueno que hacerse en la cena. O tal vez coma en casa de sus papás como siempre. Ir hacia los suburbios muchas veces implica aguantarse el tránsito lento de coches.

Encontró un espacio en donde estacionar su coche y se bajó con calma en sus pasos, las botas le quedan bien. Cerró con seguro, las llaves volvieron a su bolsillo y el celular siguió en su mano. Desde allí, podía ver hacia la esquina cercada con el pequeño edificio de colores. Sonrió notando los columpios y los árboles frondosos que ha habido siempre. El letrero de colores colgado en las verjas llama la atención de sus ojos, y las flores en potes pequeños y los árboles frutales están por aquí y por allá. No es el único papá que camina hacia la entrada, pero parece ser el más joven de todos.

Apenas pasa la puerta, al fondo del pasillo repleto de dibujos, cuadros y pinturas, atisba a Farah y ella a él. Sonríe como estúpido, porque es débil ante esa nenita y no le importa el resto del mundo. Zayn se agacha a unos metros de la puerta atrás suyo para abrir sus manos de la forma más extendida posible. Ella viene corriendo hasta que logra abrazarlo del cuello con tanta fuerza que ya hace considerar a Zayn lo rápido que está creciendo. Entonces se levanta, teniéndola entre sus brazos y besándole el rostro porque viéndola se da cuenta de lo mucho que la extrañó durante el día.

Los ojos de su hija brillan, y esas mejillas rosadas en una piel dorada lo hacen sonreír más de la cuenta. Cuando Zayn se acuesta en su gran cama, a descansar luego de un largo día, siente cómo le duelen las mejillas de tanto sonreír. Es el efecto Farah.    

¿Estás ocupado? *Zarry Stalik*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora