Capitulo 32.

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No presto atención a las palabras de Roger y salgo de mi habitación azotando la puerta. Escucho que grita mi nombre detrás de mí pero no me importa, bajo las escaleras rápidamente, saco dinero de mi bolso que está en la mesa y salgo de mi casa. Voy a la cabina de teléfono público que está a una cuadra y llamo a un taxi. Cinco minutos después éste se estaciona frente a mí y me subo en el asiento de atrás.

—Al centro comercial Grand Avenue. —ordeno, y el señor simplemente me da un asentimiento de cabeza.

Los minutos pasan lentos y cada vez siento el nudo en mi garganta crecer y crecer más, ¿Por qué se fue? ¿Por qué ni siquiera se despidió? ¿Dónde quedé yo entonces? ¿Realmente signifiqué algo para él? Los pensamientos me ahogan y tengo que tragar saliva para no llorar. Veo las calles solitarias por el cristal y es precisamente así como me sentiré si él se va, sola, completamente sola y sin importancia. No me había dado cuenta del impacto que tuvo en mí hasta ahora, me duele el tan sólo pensar que ya no lo volveré a ver nunca.

El hombre detiene el taxi y le pago más de la cuenta sin esperar mi cambio, me bajo y empiezo a caminar rápido por toda la banqueta que me lleva a doblar en la siguiente calle, vuelvo a caminar todo derecho hasta que llego. El callejón cerrado aparece frente a mis ojos y camino por el piso de ladrillo, el aire apenas se siente y el faro de luz aún no está encendido ya que todavía no cae la noche. Me paro debajo del faro y me recargo en la pared, cierro los ojos con fuerza y me aferro a los recuerdos de Justin y yo aquí. 

—Justin. —susurro. —Justin. Justin. Justin. —repito con mi voz y con mi mente esperando que así aparezca. Alejo cualquier otro pensamiento posible, sólo es él, él, él y su olor a One Million, sus ojos mieles hipnotizantes, sus labios más exquisitos que el frapuccino, sus caricias más relajantes que cualquier masaje. —Justin ven, ven… te necesito. 

Pero sólo hay silencio como respuesta. Mi piel no quema ni se electrifica, mi corazón no se acelera ni mi cuerpo se presiona. Todo es normal y sin sentido, a mis palabras se las lleva el aire con rápidas ráfagas de viento. Abro los ojos y estoy sola, él no está aquí y eso me altera. Esto tiene que ser una broma porque estoy pensando demasiado en él, tiene que estar aquí, maldita sea. Si no vendrá así tendré que recurrir a la otra opción.

Salgo del callejón y empiezo a trotar y después a correr por todas las banquetas como antes lo hacía. Pasa un minuto… dos… tres… cuatro… quince… veinte… no sé cuanto tiempo llevo corriendo, estoy sudando y agitada, necesito agua pero lo que más necesito es a él. No está el ser oscuro siguiéndome, no está Justin protegiéndome. ¿Qué demonios es esto? ¡Estoy expuesta, estoy afuera! ¿Por qué no me encuentran? ¡Estoy aquí! Estoy desesperada, necesito verlo ahora.

Sé que lo siguiente que haré es una tontería pero no tengo opciones. Si tengo que sentir miedo real, lo haré. Miro hacia la calle y espero a que venga un camión. Los carros pasan y pasan y yo espero, espero, espero… a lo lejos alcanzo a visualizar uno.

Respiro entrecortadamente, inhalo, exhalo, volteo a mis alrededores y después lo hago. Corro y me pongo en medio de la calle cuando el camión está a punto de llegar a mí. Escucho el clackson repetirse una y otra vez pero no me muevo, me agacho y me cubro la cabeza, algunas personas en la banqueta me gritan pero no me aparto, cuando volteo hacia el frente lo veo, el camionero con expresión de susto me mira sin poder creerlo y escucho el rechinido de las llantas contra el cemento, siento una oleada fuerte de viento golpear mi cuerpo, toda mi piel se eriza y me quedo congelada, el miedo de morir se cierne en mí interior y exteriormente, espero el impacto pero no llega.

El camionero gira el volante de un tirón y logra esquivarme, la parte de enfrente roza mi cuerpo pero no me toca, las llantas siguen rechinando y yo no puedo creerlo. Miro hacia atrás y el camión continúa su ruta una vez que recupera el control. Me levanto poco a poco y estoy sin aire, volteo a mis alrededores pero en ningún lugar está Justin, sólo hay personas diciéndome que me aparte de la calle pero ellos no existen para mí. Me quedo parada y sin moverme, por más que volteo y volteo él no está, no logro asimilarlo, no logro comprender porqué no llegó para salvarme, tuve mucho miedo, estuve a punto de morir y él no hizo nada al respecto. Mis ojos se llenan de lágrimas y el nudo termina ahorcándome, de pronto unas manos me toman por los hombros y me llevan de vuelta a la banqueta, volteo esperanzada en que sea Justin pero no lo es.

Sólo es un señor adulto que me dice cosas y me regaña, ni siquiera capto sus palabras porque estoy demasiado afectada. Las lágrimas empiezan a deslizarse por mis mejillas volviéndome débil de nuevo, empiezo a caminar por la banqueta de vuelta a casa y mi estómago se retuerce a cada paso, ¿Dónde estás, Justin? ¿Por qué no apareciste? ¿Por qué simplemente no puedes llegar y explicármelo todo? Me duele la garganta, me duele el pecho, me duele el saber que lo que dijo Roger es real.

Quiero entender las cosas pero no puedo, necesito verlo y él parece no necesitarme a mí. Limpio mis lágrimas y estas vuelven a caer, es inútil hacerme la fuerte ahora porque él no está conmigo, mis manos tiemblan y de pronto algo más que mis lágrimas golpea mi rostro. Es agua, volteo hacia arriba y el cielo es tan gris como las piedras, gotas pequeñas empiezan a llenar la banqueta frente a mí, ni siquiera apresuro mi paso, continúo lento porque apenas tengo fuerzas, necesito entender las razones, necesito saber sobre el sacrificio pero todo parecen puertas cerradas que se niegan a abrirse para mí.

Por favor, vuelve Justin, lléname de abrazos, lléname de besos, lléname de protección, lléname de amor… estoy en el punto en que no puedo parar de llorar, la lluvia aumenta y para cuando entro a mi casa estoy empapada.

Cierro la puerta detrás de mí y camino hacia las escaleras, subo una, otra, me resbalo pero vuelvo a subir, pienso y pienso, tanto tiempo había buscado a alguien como él y ahora se ha ido, aviento la puerta de mi cuarto y me tiro sobre mi cama, mi cuerpo tiembla por el frío que provoca el agua impregnada en mi ropa, también tiembla por razones más fuertes que no comprendo, mi estómago sigue estrujándose y lo cubro con mis dos brazos pero el dolor es poderoso, no entiendo el porqué de nada pero estoy perdiendo la razón. Me quedo mirando hacia el techo mientras los minutos pasan sin prisa, mis lágrimas corren sin cesar, mis latidos se desvanecen sin avisar…

Twitter: @biebaslovers

Desde el más allá.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora