Capitulo 13.

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Siendo las nueve cuarenta de la noche y sabiendo que mamá y Johnny están dormidos ya, tomo mi suéter rosa sin cierre con las letras Áeropostale New York 1987 marcadas en el centro y meto mi teléfono al bolsillo de mi pantalón levis. Nunca antes había hecho algo así, pero para todo hay una primera vez y yo necesito respuestas ahora. Abro lentamente las puertas de mi balcón y las cierro sin llave.

Recuerdo en mi cabeza cómo Matt hacía para brincarse, así que repito su procedimiento y me percato de que no está tan alto después de todo, pero siendo una inexperta temo caer y hacer ruido. Suspiro un par de veces y sin voltear hacia abajo me sujeto del borde del balcón y de una rama fuerte del árbol. Pongo un pie sobre el tronco y otro colgando en el aire tal como mi ex novio lo haría, mis manos empiezan a doler por la fuerza que imprimo así que me apresuro y sabiendo perfectamente que son sólo dos o tres metros me agacho lo más que puedo junto con mis piernas hasta que salto.

Inmediatamente caigo sobre un arbusto de ramas frágiles que hacen sólo un poco de ruido, y acto seguido me libero de éste y toco el césped con mis pies. Aliviada pero con el corazón acelerado me apresuro a correr por todo el patio frontal hasta que salgo de mi propiedad y continúo por toda la banqueta que me llevará hasta el centro comercial Grand Avenue.

Pienso que ya que no corrí mis veinte minutos diarios hoy esto lo repondrá así que me mentalizo a ello, corro como lo haría cualquier día por la tarde, mi paso no es ni tan lento ni tan veloz, más bien troto para no cansarme tan rápido y voy con mi vista fija hacia el frente. El vecindario en el que vivo está vacío a esta hora, la mayoría de las luces de las casas están apagadas y sólo el foco frente a sus puertas está encendido lo cual agradezco. Los faros de luz que hay en cada cierta distancia me ayudan a ver mejor en la oscura y fría noche. Después de ya casi diez minutos trotando y que he pasado varios semáforos y señales de "ALTO" lo veo.

El centro comercial está solitario a esta hora ya que lo cierran a las diez y seguramente los últimos clientes están saliendo ya. Sé que Justin debe estar aquí, de eso no me cabe duda, el problema es encontrarlo. Me apresuro a empujar las puertas de entrada pero un guardia me detiene justo cuando pongo un pie adentro. 

—Lo lamento señorita, ya todo está cerrado. —Dice y hago una mueca de decepción. —Son las diez quince.

—Pero yo veo aún los pasillos encendidos. —Respondo esperanzada de que me deje pasar. 

—Pero las tiendas no. —Contesta autoritario. —Por favor, vuelva mañana. 

Me muerdo las uñas pensando en algo qué decir o mejor dicho inventar.

—Escuche, perdí aquí la chaqueta de mamá hace como dos horas que vine. La dejé por donde está el árbol de navidad y necesito recuperarla, es muy cara y es nueva, me matará si no se la devuelvo. —Miento y hago la mirada más sincera que puedo. —Por favor, sólo deme cinco minutos para echar un vistazo, iré corriendo hasta ahí y volveré rápido. —Suplico. Él frunce el ceño y se cruza de brazos, después de un momento su reloj de mano.

—Si no vuelve en cinco minutos iré por usted. —Advierte. Asiento satisfecha y sonrío.

— ¡Gracias, ahora vuelvo! —Grito cuando entro corriendo a la gran estancia. Voy lo más veloz que puedo por el pasillo que me lleva al árbol y volteo a todos lados buscándolo a él. Todas las tiendas están cerradas y la luz que siempre ilumina a su máximo esplendor los pasillos ahora está débil, es baja y le da al lugar un aspecto tenebroso. El silencio invade todo y sólo mis pisadas corriendo se escuchan y hacen eco. Cuando llego al árbol que alguna vez tiré giro a la izquierda y voy directo hacia la fuente siempre iluminada. Cuando llego volteo a un lado, luego al otro, dejo de correr y me detengo para tomar aire, no hay nadie aquí aunque siento que no estoy sola. Ahora camino hacia las escaleras eléctricas ahora apagadas para revisar los pasillos de arriba pero cuando estoy lista para subir el guardia me sorprende con su voz por detrás.

Desde el más allá.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora