Capitulo 14.

345 21 0
                                    

Me falta el aire como si acabara de salir de una piscina y estuviera ahogándome.

Mi corazón retumba frenéticamente contra mi pecho, golpea una y otra vez fuerte, apenas puedo inhalar y exhalar claramente mientras la sensación de quemazón en mi piel no me abandona. Me mantengo recobrando la respiración cuando una sombra aparece frente a mis ojos, luego corre y se convierte en una silueta humana. Mi primer impulso es prender la lámpara que hay junto a mi cama pero cuando lo hago se ha ido, estoy tan aturdida, mi mente se cierra y se niega a abrirse a una realidad que no conozco, me levanto de la cama con el cuerpo temblando y me dirijo al baño, enciendo la luz y me veo al espejo.

Mis ojos están lagrimosos y ni cuenta me había dado, mi expresión nunca había estado tan aterrada, me recargo en el lavamanos y pongo todo mi peso sobre él porque apenas puedo detenerme sola, inclinada abro el grifo y me hecho bruscamente agua en la cara, despierta, despierta, me digo, pero sé que esto es real, no estoy dormida porque puedo sentir todo tan táctilmente como lo sentiría estando despierta. Pongo una pequeña toalla sobre mi cara y la seco, la lanzo al suelo y cuando salgo del baño estoy inmóvil.

Frente a la lámpara que encendí esta parado Justin.

Mi boca se abre y se seca, mi piel entera pica dolorosamente, no siento mi respiración ni mis latidos, de nuevo mi cuerpo es una frágil pluma que está a punto de desvanecerse en el aire. Intento gritar pero mi voz no sale, el pánico me acorrala y no puedo siquiera gesticular.

—Es inútil que intentes gritar. —Dice él sin expresión alguna. —No te lo permitiré. 

Y tiene razón. No sé que está haciendo, no sé como es esto posible pero mi voz no sale, se atora en mi garganta y me corta la respiración. Estoy tan quieta como nunca en mi vida, el ambiente es tan frío a mí alrededor pero sigue siendo cálido en mi piel, la luz de la lámpara empieza a parpadear como el faro en el callejón lo hacía y creo que ahora sé que es cuando Justin está presente.

—Ese no soy yo. —Dice volteando a la lámpara. Camina hacia el interruptor de luz de mi cuarto y lo enciende. Cuando la iluminación resplandece en mis ojos me siento aliviada pero no lo suficiente, el miedo aún está en mí, el terror que siento es inexplicable. No sé cómo pasó pero de pronto tengo a Justin detrás de mí, siento su torso contra mi espalda y el calor en mí aumenta, cubre mi boca y estoy sin aire otra vez.

Las luces vuelven a parpadear continuamente y él no me aparta la mano de mi boca.

—Esto es malo. —Susurra pegando su cabeza contra la mía de lado izquierdo. No puedo moverme ni hablar así que simplemente lo escucho. —Cada que veas las luces parpadear tienes que huir. Ellos absorben la energía de todo lo electrónico. Uno de ellos está aquí y ha estado jugando contigo —.

De pronto rodea su brazo derecho en mi cintura y lo traslada por todo mi estómago. Me aprisiona y me hace caminar hacia atrás en su poder. Me guía hasta el armario de mi habitación obligándome a seguir su paso y me mantiene de espaldas contra él.

Cierra las puertas de madera y sólo unas pequeñas persianas rectas nos permiten ver hacia afuera.—Observa, él está ahí. 

De pronto las luces de afuera se apagan. Aunque quiera gritar no puedo porque Justin no me suelta, al contrario de ello me aprieta más con su brazo y su mano, su cuerpo detrás de mí es rígido y firme, y por alguna extraña razón me siento protegida. 

— ¿Lo ves? —Me susurra, pero yo no puedo ver nada. Todo es oscuridad y terror para mí. —En el borde de tu cama…

Entonces lo veo. Una silueta oscura, alta e imponente está de pie donde Justin ha dicho. Observa entre las cobijas y almohadas buscándome, apenas se mueve pero sé que está ahí. Lágrimas de terror me invaden de nuevo, Justin me impide moverme y con eso me queda claro que lo que sea que está vigilándome no es bueno. Se queda largos segundos parado y luego camina por toda mi habitación sin hacer ni un solo ruido en lo absoluto, el tapete hace que sus pisadas no se escuchen, sigue rondando sigilosamente hasta que se detiene. Su cara voltea hacia el armario y mis ojos se abren completamente. Tiemblo y quiero moverme pero Justin me aprieta más contra su cuerpo. 

—No. Te. Muevas. —Me ordena con la voz más baja que he escuchado.

Su voz me provoca escalofríos, pero la mirada oscura de aquél ser desconocido me provoca más. La silueta empieza a caminar poco a poco hacia nosotros, sé que sólo dos puertas de madera nos separan de él y está aproximándose. Evalúa con sus ojos intensos las rendijas del armario como si estuviera viéndonos, se acerca más, y más, entonces está frente a nosotros a un paso de capturarnos.

Nunca había visto el miedo tan de cerca. Mejor dicho, nunca había visto el miedo convertido en una persona. — ¿Lista? —Me pregunta Justin.

Y todo se repite. Mi mente se pone completamente negra, mi cuerpo tambalea de una soga y resbalo hacia un precipicio sin fondo, la adrenalina se apodera de mis venas y mi cuerpo flota en el aire, sigo cayendo y cayendo dando giros estruendosos hasta que despierto. Abro los ojos y Justin se despega de mi oído, pone su cabeza frente a la mía y me observa mientras yo apenas puedo respirar. 

—Buen trabajo. —Me felicita, y cuando le aparto la mirada me doy cuenta de que estamos en el callejón, el faro de luz encima de nosotros ya no parpadea, mi cuerpo ya tiene movilidad pero no estoy segura de poder hablar. Justin aparta su brazo de mi espalda, se despega de mí y deja de acorralarme contra la pared. 

— ¿Qué… —No sé ni que decir. No entiendo nada, tengo tantas dudas y ninguna sale de mi boca.

—Ya puedes volver a casa, él se ha ido. —Asegura. —Recuerda, electricidad fallando es peligro. Estaré ahí cada que me necesites.

Empieza a caminar de reversa sin dejar de mirarme y yo niego con la cabeza. Doy pasos hacia él e intento seguirlo, realmente intento pero luego me doy cuenta de que mi cuerpo se inmoviliza otra vez, fuerzas que no entiendo me impiden continuar y me aprisionan invisiblemente. 

—No intentes seguirme ya. —Exclama sonriente. —Vuelve a casa.

Pero no quiero. ¡Quiero moverme! ¡Quiero gritar! Nada de eso puedo, ¡Maldita sea, es mi cuerpo! Debería controlarlo, debería ser yo la única que pueda hacerlo. Odio esto, odio cómo se siente.

— ¿Por qué estás haciéndome esto? ¡Suéltame! —Logro hablar finalmente y agradezco infinitamente por ello. 

—No estoy tocándote. —No deja de sonreír y sé que está jugando conmigo. Se está burlando de qué puede hacer cosas que yo no entiendo ni puedo.

—Dime… —Apenas puedo hablar. —Dime qué cosa eres. 

Él frunce el ceño. 

— ¿Cosa? —Ríe. —Qué maleducada. Soy tan humano como tú. 

Niego con la cabeza porque es lo único que puedo mover. 

— ¿Por qué a mí? —Pregunto tragando saliva. Un nuevo nudo aparece en mi garganta pero le impido decaerme. — ¿Qué quieres de mí? ¡Yo no te necesito!

Se queda un momento callado. Sus ojos mieles capturan mis ojos y luego mi boca, más escalofríos atraviesan mi espalda, se siente tan extraño y al mismo tiempo tan placentero, ¿Qué está haciendo conmigo? No lo entiendo pero me gusta que me mire así. Continúa haciéndolo y de pronto es como si estuviera besándome, pero no lo hace, está a dos o tres metros de mí pero lo siento en mi boca, no puedo explicar esta sensación pero palpita fuerte en mi vientre, mi piel quema de nuevo, mis vellos se erizan pero todo es tan embriagador y dulce como su olor, quiero que se acerque y me tome con sus labios pero no lo hace, su mirada hace algo que me hace sentir necesitada, es algo tan potente que no entiendo y nunca entenderé hasta que me lo explique. 

—Si tú no me necesitaras ya estarías muerta. —Es lo último que dice antes de darse la vuelta y desaparecer al final del callejón.

Twitter: @biebaslovers

Desde el más allá.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora