Capitulo 31.

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Apenas se sienta en el borde de mi cama me dispongo a quitarme todas mis dudas de encima.

— ¿Cómo conociste a Justin? —pregunto sin poder evitar que mi corazón se acelere. —Es decir, creí que él te odiaba y jamás te hablaría. —Él sonríe. — ¿Y qué fue lo que pasó? No puedo recordar.

— ¿A partir de dónde recuerdas?

—Uhm… —pienso un poco. ¿Por qué nada llega a mi mente? Todo es borroso y sólo hay cuadros blancos y negros rondando de un lado para otro. Es desesperante y frustrante. —Desde que llegaste con mi frapuccino y la competencia aún no comenzaba.

—Bien. —suspira. —En el medio tiempo dijiste que tenías que hablar por teléfono con tu padre y te fuiste del gimnasio, lo cual, por cierto, no fue nada creíble para mí. —En ese momento el recuerdo mío y de Justin salir del gimnasio aparece en mi mente. Si… lo recuerdo. Necesitaba hablar con él sobre los golpes desaparecidos en su cara. —Cuando la competencia terminó y tu equipo ganó hubo un temblor. Todo se sacudió con una fuerza tremenda, todo el mundo empezó a correr de un lado para otro pero sólo fueron pocos segundos de histeria. Yo iba a ir a buscarte cuando Justin entró contigo en sus brazos. Fue directamente hacia mí y dijo que algo te había caído encima y por eso estabas lastimada, también dijo que eso mismo te dañó los oídos. —explica, pero ahora sé que no fue así. Dios… todo vuelve a mi mente como una cegante luz. Yo tirada en el suelo debajo de la mesa, el BIP en mis oídos que me dejó sorda, los vidrios quebrándose, mi incapacidad de moverme, Justin y el hombre oscuro peleando a mi alrededor… —Me pidió ayuda, te puso en mis brazos y dijo que te trajera a casa. Él se veía… —hace una pausa. —Lastimado. No se veía normal, no sé cómo explicarlo pero su aspecto era devastador. Había algunas rajadas en sus brazos que parecían hechas con vidrio y su camisa estaba rota, creo que también estaba herido del estómago. Su piel estaba tan pálida que parecía un fantasma y sus ojos estaban rojos. Parecía no tener ni la más mínima fuerza y a pesar de ello te cargó en sus brazos. —Trago saliva. Aquél espectro sí lo lastimó, Dios… —Cuando te llevé afuera él me alcanzó y dijo que había olvidado presentarse conmigo. Él dijo… uhm… —se detiene. Parece como si le costara asimilar lo que dirá. —Dijo que era tu novio. —se detiene otra vez. Su expresión se endurece, creo que no le agrada mucho la idea. —Dijo algo como “Soy su novio, me llamo Justin y sé que eres su mejor amigo. Te agradecería que lleváramos la fiesta en paz, ya he tenido suficientes peleas antes”.

— ¿Él dijo eso? —pregunto anonada.

—Si. También dijo que necesitaba ir a un lugar y que pronto nos alcanzaría aquí en tu casa. Yo le hice caso a pesar de que estaba lo suficientemente confundido como para confiar en él. ¿Desde cuando es tu novio? ¿Por qué no me lo dijiste? —parece ofendido y decepcionado. Me quedo callada unos segundos y él vuelve a hablar. —Mientras piensas en una buena explicación te diré que pasó después. —susurra ya no muy convencido. —Llegué a tu casa y abrí con las llaves que traías en tu bolso, espero no te moleste. Te recosté aquí y luego me encargué de ponerte el algodón en tus oídos. Dejaste de sangrar y te limpié lo mejor que pude. —Siento una fuerte punzada en mi corazón. ¿Él hizo eso por mí? Creí que lo había hecho Justin… —Rato después llegó Justin y me pidió que habláramos abajo. Dijo que sería mejor no decirle a tu madre lo ocurrido hasta que tú se lo dijeras y yo estuve de acuerdo. Él me aseguró que estarías como nueva en un rato y veo que tuvo razón. Fuimos a la sala y él me lo contó todo.

Otra punzada atraviesa mi corazón. Oh, no…

— ¿Todo? —trago saliva.

—Todo. —asiente.

— ¿Qué es… todo? —siento que empiezo a sudar. Mierda, ¿Le dijo sobre los enviados, sus poderes y el hombre que me persigue?

—Todo es todo, Mer. —se queda callado un momento y toma un profundo suspiro. —Él me dijo desde cómo elevó al ogro de tu ex novio en el aire hasta lo ocurrido en el laboratorio.

Me pongo pálida y la sangre abandona mi cuerpo. No…

—Al principio quise golpearlo porque creí que era un jodido mentiroso pero luego, bueno, uhm… él… —veo en su expresión que está igual de asustado como yo lo estaba la primera vez. Oh, Roger… —Levantó una lámpara, la televisión, la mesa, las sillas… bueno, prácticamente todo en el aire. —mi piel se eriza, y estoy segura que la de él también. —A partir de ese momento se ganó mis respetos. —sonríe, pero está interiormente confundido y asustado. —Él me dijo muchas cosas, Mer… muchas cosas sobre su pasado y su futuro.

— ¿Qué? —siento algo feo en mi estómago y no sé porqué. ¿Roger sabe más de lo que yo sé?

—Él me habló sobre su infancia destructiva y su vida con Patrick Turner. Me contó sobre el antes y el después de sus capacidades sobrehumanas. Dijo muchas cosas sobre cómo ha ayudado a cuidar y salvar a miles de personas. Su misión como enviado de Dios… —hace una pausa larga, demasiado larga que me obliga a hablar.

—Continúa. —pido. —Dijiste que te habló sobre su futuro, ¿Qué te dijo sobre eso?

—No creo que yo deba decírtelo. —susurra.

—Dímelo. —exijo, pero se queda callado y no me mira. —Dímelo. —repito ahora incorporándome más cerca de él. — ¡Roger!

—Dijo que un enviado del Diablo estaba persiguiéndote para matarte. —me mira intensamente, sus ojos reflejando pura preocupación y un miedo que jamás había visto en él. —Dijo que estuvo a punto de hacerlo en el laboratorio. Te quitó todas tus fuerzas y te dejó sin aire, de no haber sido porque Justin intervino a tiempo… hubieras… —cierra los ojos. —muerto.

Me pongo helada de pies a cabeza. Mis ojos se cristalizan, mi corazón apenas responde. Roger alcanza mi mano y la aprieta con la suya.

—No puedo ni imaginarme cómo me sentiría si te hubieras ido. —aprieta más mi mano y sus ojos brillan tanto como los míos. —Ya perdimos a Grace, Angélica… —suspira fuerte y yo siento un horrible nudo aparecer en mi garganta. —No puedo perderte a ti también.

Una lágrima roda por mi mejilla. ¿Por qué tuvo que recordarlo? Es horrible, horrible esto que siento…

—Justin dijo que el hombre que te persigue está acabando con tus energías. Mencionó que posiblemente tú perderías las ganas de comer y que serías muy vulnerable a las enfermedades.

—Valla… entonces es por eso que no he tenido ganas de comer todo este tiempo. Dios mío. —Él me pidió que te cuidara.

— ¿Cuidarme?

—No sé si deba decírtelo todo…

—Roger, dímelo. Dímelo, maldita sea. —mi corazón se acelera demasiado.

—Hizo una especie de trato con el otro enviado. Dijo que tenía que alejarse de ti para que el otro hombre también se alejara. Aceptó un sacrificio a cambio de un beneficio… y dijo que yo era el único en el que podía confiar, así que le di mi palabra en que te cuidaría.

— ¿Alejarse de mi? —apenas puedo pronunciar las palabras. El nudo crece y crece en mi interior. Tiene que ser una broma, tiene que ser una maldita y estúpida broma.

—Es todo lo que puedo decirte. —parece arrepentido de haber hablado de más. —Ya no te voy a decir más.

—No hace falta escuchar más.

Me levanto de la cama, me pongo mis botas junto a ésta y camino hacia la puerta.

— ¿A dónde vas? —pregunta Roger mirándome. Abro la puerta de mi habitación.

—A buscarlo.

—Eso tampoco hace falta. —agacha la cabeza. —Ya está hecho el sacrificio. Ya está hecho el trato. Se ha ido... y no volverá.

Twitter: @biebaslovers

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