Capítulo II

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Si pudiera poner en palabras la descripción de una pesadilla, seguramente sería ésta con todos sus detalles. Prácticamente no recuerdo nada, la cabeza me da vueltas y el dolor en mi cuerpo es descomunal. No tengo la menor idea de lo que ha pasado, de dónde estoy y por qué.

Ella está a mi lado y no reacciona, no entiendo el qué hacemos los dos juntos en un lugar que no logro definir. Quisiera pensar con claridad, cavilar posibilidades y entender lo que sucede, pero el dolor es muy intenso, el malestar es lo más cercano a lo peor que mi cuerpo haya sentido en la vida. No sé si estoy en peligro, no tengo la menor idea de si esto se trata de una broma de mal gusto, no sé absolutamente nada.

Como puedo me logro sentar sobre la cama donde nos encontramos, pero el esfuerzo ha logrado que mi flujo sanguíneo golpeé mi cabeza haciendo que en un acto reflejo la sostenga con ambas manos y apriete con fuerza tratando de contenerlo. Creo que el esfuerzo ha sido aparejado por un gruñido profundo que provino de mi garganta reseca.

El piso fresco bajo mis pies brindan un alivio momentáneo a todo mi malestar. Siento la debilidad en mis piernas, pero intento superarla y logro ponerme de pie. No alcanzo a ver nada con claridad, solo bultos indefinidos en la oscuridad que de a pocos y mientras mis ojos se acostumbran, van cobrando formas más definidas. Comienzo a identificar lo que podría ser muebles de una recámara. Flanqueando cada esquina de la cama se encuentra un poste o algo parecido, quizás una manta o tela cuelga del techo de la misma. Es clara por lo que contrasta lo suficiente como para alcanzar a percibirla.

Hay un punto de luz color rojo a la distancia y otro en el lado contrario de color blanco muy brillante. Decido acercarme al más intenso, primero porque alcanza a lastimar mis ojos y segundo, porque supongo lo que es. Me aproximo tratando de no chocar con nada en el camino y finalmente logro alcanzar mi objetivo. Me parece casi un triunfo cuando siento la gruesa tela que me parece claramente la de una cortina. Estúpidamente y presa de mi impulso jalo hacia un lado con fuerza y rapidez, sólo para que el golpe de luz me deje enceguecido de inmediato. Todo el fondo del ventanal se convierte en una inmensa pantalla de luz brillante, por instinto cubro mi rostro con el brazo pues el dolor que me produce en los ojos y cabeza es casi insoportable. Nuevamente aparece otro gruñido.


CÁMARAS LATERALES Y FRONTAL

HABITACIÓN PRINCIPAL

Centro de Control

Ha detectado cada uno de sus inseguros movimientos, los que a los ojos del infrarrojo parecen torpes y estúpidos. Al alcanzar la cortina y correrla de golpe ha logrado por un instante que las imágenes de todas las cámaras se velen, sólo para que al instante siguiente se adapten y cambien en automático a una magnífica y nítida imagen en alta resolución a todo color. Casi se puede sentir que estás ahí. Las maravillas de la tecnología que nos regalan instantes mágicos como ese.

El segundo gruñido aparece captado por uno de los cientos de micrófonos instalados por todo el lugar. Se cubre el rostro con el brazo y es evidente que por un rato no podrá ver nada, pero su necedad por mirar a fuera le impide pensar que se podría guarecer si girara su rostro hacia el interior de la habitación. Nuevamente se devela la estupidez humana y su irracional búsqueda de lo desconocido. Su lenguaje corporal denota el dolor que le invade, pues se ve encorvado y casi imposibilitado a mantenerse erguido.


INTERIOR DE LA

HABITACIÓN PRINCIPAL

Los niños juegan mientras los vigilo en el parque, Oscar empuja a Félix por la espalda y yo intento correr para ver si se encuentra bien, pero estoy estática, por más que corro no me muevo del lugar donde me encuentro, pareciera que algo me retuviera. La imagen de mis hijos se aleja, escucho el llanto de Félix y la risa de Oscar, la desesperación se apodera de mí, dentro del sueño golpeo mi rostro para hacerme reaccionar, sé que estoy soñando y son recurrentes, se apoderan de mí cada vez que estoy lejos de mis hijos. Mis ataques de pánico iniciaron cuando tuve a Piper y de ahí se han trasladado a muchos aspectos de mi vida consciente y aparentemente al inconsciente también.

I don't want realismDonde viven las historias. Descúbrelo ahora