Capítulo 26

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—Me tengo que ir Lu-chan, intentaré venir a verte más seguido pero dentro del consejo las cosas ya empiezan a tomar buen rumbro, y hay que mantenerlo.

La abrazé con ganas, ¿quien sabe? A lo mejor esta es la última vez que nos vemos, teniendo en cuenta lo que pensaba hacer.

—No te preocupes, me vale saber que estas bien—murmuré en su oído—Cuídate.

—Tu igual Lu-chan. ¡Adiós!

—Nos vemos coneja.

—Cuídala Gajeel.

Los despedí con la mano mientras veía al tren irse. Pero muy rápido dejé de ver el cabello azul de mi amiga y con otro suspiro tomé el camino de vuelta a casa.

Ya cuando estaba dentro agité mi mano:

—Abrete, portal del dragón legendario, Igneel.

A diferencia de espíritus celestiales del zodiaco, o las plateadas que se abrían con un brillo dorado, la llave legendaria se abría con un brillo rubí intenso. Era por algo especial o por el enorme ego del dragón de fuego, no lo sabía.

—Sé lo que tienes en mente, y te lo digo ya—su voz grave pero a la vez suave empezó a sonar aunque él todavía no apareció del todo—es un suicidio. Y lo sabes perfectamente.

Reoplé—Ni siquiera me has escuchado.

El dragón apareció con su característica forma humana, aunque solo llevaba sus pantalones dejando mucha piel gloriosamente desnuda. Yo, como toda mujer que soy, me maravillaba ante aquel ser. Solo hasta que abría la boca, aquello era como Hola Natsu versión 2.0

—No lo necesito, estoy conectado directamente con tu mente. Así que si sientes emociones fuertes, yo igualmente las siento y oigo. —se cruzó de brazos pavoneando sus músculos y me miró ceñudo—Así que sé perfectamente que quieres ir de caza tras el lagarto negro y hacerme pelear con él. Aunque no es que no quiera.

—¡No sabes nada!

—Lo se perfectamente.

—¡Vete para el mundo celestial!

—Pues ahora no quiero.

—¡¡AHGG!!

Aceleré el ritmo casi hasta correr, dejándolo atrás.
Maldito dragón. Maldito el día en el que decidí hacerlo mi espíritu celestial. ¡Maldita magia!¡MALDITO DESTINO!

Me tropezé cayendo en el suelo. Ni siquiera me molesté en levantarme. ¿Que sentido tenía?
Me limpié los ojos intentando mantener la vista limpia, pero las malditas lágrimas volvían una y otra vez.

¿Por qué el gremio tuvo que disolverse?¿Por que el tuvo que marcharse?

Quería odiarlos. Quería mandarlos al infierno a todos y empezar de nueva página.
Pero no podía. Fue mi familia.

Unas pesadas manos se posaron sobre mis hombros. Pero fue tan reconfortante.

—Levántate, tenemos asuntos pendientes.

Aspiré con fuerza tragándome todas las lágrimas que querían salir.

Y con un asentimiento me puse de pie con la ayuda del Dragón de fuego.

—Si

[...]

Cuando volví a casa, ya era entrada bien la noche.
Pero sorprendentemente las luces del salón estaban prendidas
Casi ni tenia fuerzas para moverme, abrir la puerta con llave fue un infierno.

Algún Dia...[1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora