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Coincidencias

La noche cada vez era más fría, o tal vez yo la sentía así, el cielo no daba a relucir ninguna estrella, y lo único que sonaba eran los grillos cantores que se escondían entre las hierbas del parque donde caminaba. No había gente a esas horas, por lo cual se me hizo extraño ver a un joven cerca de un árbol.
Lucía vestimenta negra y no hacía ningún ruido. Mi corazón dió un vuelco al ver que trepaba el árbol y de éste sacaba una soga amarrada a la perfección, lista para sostener a alguien entre sus lazos y terminar algunas condolencias. Instintivamente corrí hacia él al ver sus intenciones.

Su cuello estaba a unos cuantos centímetros de quedar perfectamente en medio de la cuerda, por lo que grité.

—¡Hey, tú! ¡Baja de ahí! —el chico giró a verme con sus ojos oscuros y cansados, me asustaron, sin decir nada regresó nuevamente a su posición.

La adrenalina del momento me hizo trepar al árbol, no importaba cuan cansada estaba, yo sólo tomé al muchacho, jalandolo hacia mí, un empujón suyo provocó que cayeramos de golpe al suelo, enterrándome una que otra piedrita.

—Sea lo que fuera, no merece la pena morir por eso —el chico volvió a empujarme y se levantó dispuesto a irse. —¿No me darás nada? —pregunté, pero no contestó.

Lo ví irse y suspiré pesadamente, para después levantarme del suelo.

Al llegar a mi casa la soledad fue lo primero que me saludó, dejé mis cosas y me acosté en el sofá.
Hoy no había sido un día bueno, me habían corrido de mi trabajo y le "salvé la vida" a un chico.
Sin querer, las lágrimas comenzaron a resbalar por mis mejillas.

***

Al día siguiente salí a la misma hora de ayer, y caminé hacia el parque solitario en esas horas. Para mi sorpresa el chico estaba ahí, tal vez buscando la cuerda que yo misma arranqué y tire a la basura.

Un tanto nerviosa me acerqué a él y de inmediato me reconoció.

—¿Qué quieres? —preguntó con hostilidad.

—¿Te acuerdas de mí?

Sonrió con burla y me miró, aún estando en las sombras podía sentir su mirada penetrante.

—¡Cómo no me voy a acordar! interrumpiste mis planes. —río con amargura y añadió —Ahora vete, que tengo cosas que hacer. — y volvió a mirar hacia el suelo buscando la cuerda.

—No interrumpí ningún plan, no merecía la pena. —traté de buscar su rostro —Me llamo Hanna ¿y tú? —pregunté, para ser sincera tenía miedo de dejarlo sólo y no podía irme con la angustia de saber que podía volver a intentarlo.

Se quedó en total silencio y meditó su respuesta.

—Ben...

Fue lo único que dijo, y dió vuelta para irse.

—¡Hey, espera! Necesito hablar contigo —tomé de su brazo, pero él se zafó de golpe.

—¡¿Qué quieres?! —gritó volteando a verme sumamente molesto.

Me quedé en silencio observando su cansada, pero mortal mirada y me estremecí, tenía un hermoso color de ojos a pesar de la oscuridad.

Al ver que no contesté nada, decidió dar vuelta, y seguir su camino.

No me moví, me quedé quieta viendo como se confundía entre la lejana oscuridad del lugar.

Y sin saber por qué, todos los días iba a ese parque con la finalidad de poder verlo otra vez.

Nueva historia, no sé por qué lo estoy haciendo, pero bueno, espero y tenga leídas.
No/16/2016

Goats-in-trees

¡Oh, Mi Agonía! [Ben Bruce]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora