Capítulo 23

2K 191 94
                                    

Tardo varios minutos en calmarme lo suficiente, como para recuperar el ritmo de mi respiración. Intento no pensar en otra cosa, inspirar, expirar, inspirar, expirar...

Hago acopio de valor y me pongo en pie, dispuesta a afrontar la situación, preparada para decidir cuál será el siguiente paso. No podemos perder más tiempo ahora que ya sabemos lo que ocurre. Llego a la entrada de la caseta y me encuentro a Neo apoyado en una de las paredes y Mikael dando vueltas en círculo, incapaz de ocultar su nerviosismo.

—¿Estás bien? —me pregunta Neo. Se acerca a mí y me sujeta de la barbilla para que le mire a los ojos. Acto seguido, me abraza y aunque no puede borrar nada de lo que acaba de ocurrir, realmente me reconforta.

Pongo fin al abrazo a regañadientes y me giro hacia Mikael.

—Tenemos que hablar con el resto. Y con Jonah.

Él se para en seco y nos mira incrédulo.

—¿Hablar? Aún no me puedo creer lo que ha estado haciendo a espaldas de todos. ¡A mis espaldas! Pensé que confiaba en mí, me acogió, me curo, se ocupó de mí. ¡Yo confiaba en él!

—Entiendo que estés dolido, sin embargo, aunque no nos guste lo que ha hecho, en sí no ha matado a nadie premeditadamente —aclara Neo—. Es deplorable, sobre todo moralmente hablando, pero ¿qué ha hecho en realidad? Esa gente se ha puesto en sus manos, le ha dado permiso para realizar la operación, han asumido los riesgos. Lo único que ha hecho ha sido ocuparse de los cuerpos, algo que no tenía más remedio que hacer.

Mikael niega visiblemente enfadado.

—Pero, ¿por qué ocultar lo que ha estado ocurriendo?

—Muy fácil —respondo después de soltar un suspiro de resignación—. Porque si las estadísticas reales salen a la luz, mucha menos gente se pondría en sus manos. Y no os olvidéis de sus palabras, él siempre va a animar a la gente a deshacerse del chip.

—Cierto, se ha forjado un fama intachable que hace que todo el que quiera quitarse el chip, recurra a él. Si se supiera la verdad, muchos se lo pensarían dos veces —razona Neo.

—¿Y ahora? —Cientos de preguntas surgen en mi cabeza—. ¿Qué hacemos?

—Yo sé lo que voy a hacer, hablar con Jonah ahora mismo.

Mikael echa a correr hacia la casa y nosotros nos miramos totalmente descolocados sin reaccionar.

—Tenemos que ir tras él —asumo—. Está muy nervioso y puede hacer alguna tontería. Ahora mismo no piensa con claridad...

—Cierto, ¡vamos!

Echamos a correr, siguiendo la dirección por la que le hemos visto desaparecer y no tardamos en llegar a la casa. Al entrar, Mikael está en el salón, moviéndose de un lado a otro, registrando cada rincón mientras grita:

—Jonah, ¡sal ahora mismo! ¡Quiero hablar contigo!

—Tranquilízate. Así no vas a conseguir nada. —Intento acercarme a él, pero Neo me frena y niega con la cabeza. Creo que teme que se pueda poner violento.

En ese momento, Jonah entra por la puerta principal y nos mira sorprendido ya que en nuestras caras se ve que algo no va bien.

—¿Qué ocurre chicos?

—Eso es lo que queremos saber nosotros. ¿Qué es lo que está pasando? ¿Que es lo que lleva pasando todo este tiempo?

Mikael se encara y podemos ver cómo la derrota se dibuja en el rostro de Jonah. Me parece que esperaba que este momento no llegara nunca.

Árboles de metalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora