×2×

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Sin dudarlo salió detrás de el chico. No dejaría las cosas así, no, no dejaría se le fuera de las manos. ¿Porque le importaba tanto el pelinegro?. Ya que.
— Espera! No corras! — el tan sólo  correr hacia que sus caderas dolieran y lamentar ser tan inútil. Pero no iba a vacilar. No.
— No me sigas! Me das asco! — exclama este acelerando más el paso, haciendo insoportable el dolor
— Lo sé! Pero... No corras maldita sea!!! — se detiene para gritar lo más fuerte que pudiera, haciendo parar el paso de Tobio — solo... Quiero que sepas las razones por lo cual... — y sin darse cuenta el pelinegro se le había acercado y tomado desde el cuello
— No me interesa saber las razones por la cual follas con hombres. Aléjate de mi, asqueroso — suelta entre dientes, apretando cada vez más el cuello de el pequeño para acto seguido soltarle, cayendo su cuerpo contra el duro pavimento. Las lágrimas de Hinata comenzaron a empapar el piso
— Porque?.... Porque me odias?... Porque!?! — exclama el pequeño, mirando a Tobio mientras sus lágrimas descendían por sus mejillas — que demonios tienes contra mi!? — pregunta poniendo sus pies sobre la tierra, sintiendo sus piernas dormidas a causa de el impacto — tratas de aparentar ser el duro, el chico que nunca sufre por nada, siempre tan frío y solitario como un cuervo sin parbada....
— No soy tu, y un chico que es follado por los profesores no es el indicado a darme consejos de como seguir o no seguir mi vida. — se da media vuelta para ir lejos, dejando a Hinata con un sabor amargo tras su garganta. La verdad. Retomó su camino a casa, sintiéndose aún más mierda. Su silencio y el ambiente decían miles de palabras, y el solo quería huir, rogaba por ser atropellado, asesinado, golpeado hasta morir. Dios, solo no quería seguir viviendo.

Su hogar quedaba en lo último de la colina y solo se llegaba allá a pie. Los alrededores llenos de verde por todas partes y la armonía de el lugar, ya no existían de hace ya un mes, al igual que su verdadera felicidad. Entró a la susodicha, encontrando los zapatos de su hermano en la entrada
— Llegue... — murmura dejando sus caminantes en la entrada, pasando a los adentros de la vivienda. Su hermano se encontraba en el sillón con una lata de cerveza y poco menos casi desnudo. Hinata sacó el fardo de dinero, pero no sin antes sacar algo de billetes para el, y lo dejo encima de la mesa
— Y ese dinero? Como le obtuviste? — pregunta el borracho acercándose a él
— Que importa como lo conseguí, ahí tienes — responde cortante dándose media vuelta — fuiste a ver a mamá? — pregunta ahora el, dejando su bolso en una de las sillas
— Si, esta igual que los otros días, sigue queriendo matarnos y enterrar los cuchillos de la cocina una y otra y otra vez — pronuncia aquellas palabras con tanta ligereza que solo quería golpear al idiota de Ichiro. Hinata Ichiro.
— Excelente — murmura tomando sus cosas y caminando hacia su habitación, encerrándose para acostarse. Su cuerpo dolía, en todos los ámbitos se encontraba dañado y sólo necesitaba a alguien que le ayudara. Que lo consolase y abrazara. Solo una persona, solo una.

No sabes nada, absolutamente nada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora