Capítulo 7: El protocolo de los cumpleaños.

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Capítulo 7: El protocolo de los cumpleaños.

Jeremy aún no había regresado y Gloria ya hacía una hora que se había ido a rematar los arreglos del vestido de mi madre.

Aproveché mi momento de soledad para darme una caliente y larga ducha, después alisé mi pelo tal y como había dicho Gloria, ya que al parecer, había ideado un peinado para mañana que implicaba empezar con el pelo liso, según decía ella. Pero una vez terminé con mis deberes impuestos por Gloria, ya no tuve nada más que hacer y los minutos parecían pasar como horas en la soledad de mi habitación.

A eso de las once de la noche, mi estomago empezó a rugir de forma ensordecedora, por lo que decidí salir al patio a forzar la ventana que daba a la cocina. La puerta de esta se cerraba con llave y aunque no hubiese sido problema para mí, tampoco quería que nadie se enterara de que la cocina había sido saqueada. La ventana era más fácil de forzar y tardarían más en darse cuenta. Era una ventana de las que se abrían subiendo la hoja inferior, por lo que a la mitad, tenía un cierre que la bloqueaba. Con algo de fuerza, aunque no demasiada para no destrozar el cristal, conseguí romper el cerrojo y subir la ventana, lo que provocó un penetrante chirrido.

La cocina estaba aún calentita, se notaba que el horno aún estaba templado y que los fogones se habían apagado no hacía mucho, lo que agradecí, ya que el patio estaba como a unos cinco grados centígrados sobre cero.

Era la primera vez que entraba en esta sala, la había visto desde las ventanas, pero nunca había tenido la necesidad de entrar, por lo que estaba un poco perdida. Abría todos los armarios en busca de algo que comer, hasta que una gran puerta del tamaño de una persona, escondía la nevera donde guardaban la comida que había sobrado de las planchas.

Me moría de hambre, por lo que no me importó que la comida estuviese fría. Todos los platos estaban envueltos en un plástico protector transparente, para que la comida se pudiese distinguir con facilidad, por lo que no me fue difícil encontrar un plato de croquetas de jamón, otro de bolitas de patatas y otro de una carne guisada. Vale, quizás no fuese la cena más saludable del mundo, pero me moría de hambre.

- ¿Quieres algo con un poco más de colesterol? – dijo una voz a mis espaldas.

Del susto que me llevé, el plato de carne que tenía en la mano, salió volando por los aires. Cerré los ojos hasta esperar el ruido que haría al romperse, lo que acabaría tirando por tierra mi plan de que nadie se enterase del saqueo a la cocina. Pero ese ruido nunca llegó y al final tuve que abrir los ojos para ver quién era el que me había pillado robando comida.

- ¡¿Laurent?! – dije retrocediendo unos pasos hasta tocar con la encimera.

La presencia de Laurent casi fue peor que el susto que me había llevado a su entrada. ¿Qué hacía Laurent aquí? ¿y por qué me había seguido hasta la cocina? Prometí a Jeremy no volver a estar a solas con él y apenas he tardado un segundo en romper esa promesa.

- ¿Sorprendida de verme, pequeña? – dijo con ese aire chulesco que le caracterizaba. - ¿Qué haces robando comida?

- Tengo hambre. – contesté a la segunda pregunta ignorando la primera.

- Hay horarios para comer, ¿lo sabías? ¿O como eres la elegida ya no tienes los horarios del resto de los mortales? – con cada pregunta, se acercaba un paso más hacia mí, lo que me hacía rehuirle.

- No estaba aquí a la hora de la cena y casi no he probado bocado en todo el día. – dije inconscientemente, pues cuando lo dije, me arrepentí de inmediato. ¿Qué le importaba a él donde había estado?

Pero su actitud me desconcertó. Me miraba con el ceño fruncido, no de enfado, sino de incomprensión.

- ¿Qué? ¿Qué pasa? – le metí presión para que dijera en voz alta lo que pasaba por su cabeza.

Soledad 2: La oscuridad del renacer [ Pausada ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora