— ¿Yo? ¿No es esta tu boda? ¿No deberías de estar mostrando cosas sólo a tu esposa?—, inquirió Violet mientras él la tomaba de la mano.

      Edward rodó los ojos —. Déjame aclarar, Emmett y yo hemos traído algo para ti y Bella.

      Violet parpadeó por un momento hacia Emmett, quien sutilmente asintió hacia ella antes de volver hacia Bella. La morena apretó los labios pero asintió a Edward y le dejo que la guiara a las afueras de la fiestas. La música había bajado mientras sus zapatos resonaban contra el húmedo césped y ellos se acercaban a la línea de los árboles.

      — ¿Qué diablos?—, preguntó Violet cuando ella vio nada fuera de lo ordinario. Él debía de estar bromeando, a pesar que Edward no parecía ser el tipo de persona que haría cosas de ese estilo.

      —Wow, Vi, ¿quién hubiera dicho que podías lucir tan bien?—, una voz resonó desde la distancia, el crujir de las muertas hojas y lodo siguiendo mientras él se paraba fuera del bosque con una blanca remera y un par de jeans negros.

      — ¡Jake!—, Violet se las arregló para gritar, antes de saberlo, ella ya había corrido a través del campo en sus tacones. Olvidando a Edward, a pesar que él ya se había dado la vuelta para buscar a Bella y prepararla para su turno de ver a Jake. Ella estaba agradecida que su vestido llevara un corte ya que le otorgaba más libertad a sus piernas para moverse abiertamente sin romper la costosa fábrica a pesar que ella presumía que debía de estarlo en el final. A pesar que ella no podía importarle menos, era Jacob Black, él era su hogar.

      Jake le atrapó instantáneamente, los brazos de la chica envolviendo su cuello como una boa mientras él le levantaba delicadamente —. Oh por Dios, realmente estás aquí. ¿Cómo? ¿Cuándo? No he bebido demasiado, ¿o sí?

      Jacob rió, bajándola y tomándola por el rostro con sus largas palmas mientras ella le sonreía —. Oh Dios, he extrañado tus millones de molestas preguntas. Por cierto, luces hermosa.

      Violet posó una palma sobre la suya y se sonrojó —. Ya haz dicho eso, idiota.

      —Aunque es cierto—, se encogió de hombros Jacob, dejándola ir. Él no podía continuar estando cerca a ella y no besarla, no mirar sus oscuros ojos y recordar el pasado. A pesar de necesitar el ver a ambas chicas, él no podía seguir poniéndose a sí mismo en segundo lugar, a pesar que uno de ellos no se percataba de su afecto.

      —Y mírate—, Violet no perdió el ritmo, haciendo señas hacia su atuendo —. Veo que alguien ha dejado de romper sus jeans.

      Él se encogió de hombros una vez más, rascando su cabeza —. Entonces, ¿cómo haz estado desde––?

      — ¿Desde que me convertí en la cosa que más odias?—, terminó ella su sentencia, a pesar de que no había ni una pizca de ira —. Sí, no tiene sentido el evitar el tema. Estoy bien, supongo. Quiero decir, no hay realmente unas instrucciones, pero estoy realmente segura de que estoy mejorando. Sólo soy la mitad, por lo que no tengo que pelear contra el impulso de beber sangre humana.., honestamente, nunca me he sentido tan humana. Es como si la vida fuera más lenta, nada intenta asesinarme ni tengo que lidiar con los lobos. Es mejor, me siento normal. Es sólo que no se siente.., real, supongo. Como si toda esta paz fuera sólo una ilusión y estoy esperando que la realidad me golpee. Me encuentro a mí misma preguntándose una y otra vez si todo esto es real.

      Jake pensó en sus palabras, notando como ninguna parte de ella parecía mentir. Sí había algo que él podía decir que era diferente eran que sus labios se encontraban más gruesos que antes. Los lunares de su cuello que solían bañar su piel como una galaxia de estrellas desaparecieron y su piel parecía brillar en un tono dorado acaramelado. Ella no lucía del todo diferente, pero la inperfecta Violet Uley era, sin dudas, su favorita, a pesar que la sonrisa continuamente presente en esta le hacía dudar de aquello.

      Él tomó su mano perfectamente manicurada y la posó sobre su pecho, justo donde su corazón permanecía. Sus dedos eran cálidos, lo suficientemente cálidos como para competir con su propia sangre hirviente —. Eres real, Vi, y esto también es real. Sigo siendo Jake, ese chico idiota que solía atar tu cabello en una horrible coleta cuando te rompiste el brazo en quinto grado. Sigo siendo el chico que te tiró en el océano en la fiesta de estudiantes de primer año...

      Sigo siendo el Jake que está enamorado de ti.

       Aquellas palabras nunca abandonaron sus labios, pero él rezó para que ella le comprendiera. De todos modos, él casi sentía como si su corazón se desinflara cada vez que ella simplemente le sonreía y asentía —. Eres mi Jacob Black, mi completo idiota.

      Jake pretendió no sentir dolor ante sus palabras, como si el pequeño encendido partido entre ellos hubiera recibido un valdazo de agua helada. En su lugar, el enmascaro su dolor con una pequeña carcajada, asintiendo —. El mismo y tú sigues siendo mi Reina, la Reina de los Lobos. Samuel estará jodido.

      Vi no pudo evitarlo, ella dio un paso hacia delante y besó su mejilla tiernamente, volviendo a enroscar su cuerpo con sus delgados brazos —. Es bueno volver a tenerte en casa.

      Jake agachó la cabeza dentro del resquicio entre sus hombros —. Es bueno saber que hueles a ti, Vi.

      —Siempre seré Vi—, contestó ella.

      —Hazme un favor—, suspiró Jacob, sus ojos café entrecerrándose levemente. Vi casi se sentía incómoda cuando él la miró atentamente, como si él esperara a que algo sucediera o se encontrara imaginando. Ella frunció los labios y esperó a que hablara —. Baila conmigo esta canción y pretende como si nada de esto fuera real, como si tú y yo siguiéramos siendo humanos, con esa suave música reproduciéndose en el fondo y nosotros nos encontramos en la punta de esa colina en La Push.

      Vi empujó su cabello detrás de su espalda y cuestionó suavemente —. Jesús, Jake, me estás enloqueciendo. ¿Por qué?

      —Cosas sucederán aquí, cosas que descubrirás pronto y algunas de ellas tendré que verlas suceder. Puede que nos separen aún más y puede que esta sea la última vez en la que podamos estar juntos sin el peso del mundo sobre nuestros hombros. Sólo quiero bailar con la chica que amo y pretender como si aún fuéramos dos estúpidos adolescentes pensando que son dueños del mundo.

      Amor.

      Él habló de forma tan casual y rápido que, si ella no le hubiera prestado tanta atención, ella no hubiera notado que, en lugar de decir amé, dijo amo. De todos modos, Jacob no pareció preocuparse por ello mientras la tomaba sobre su agarre y comenzaba a deslizarse. Ella no quería presionar aún más el tema, incluso aunque su corazón había caído a su estómago y su boca se haya secado. Sus latidos se aceleraron al máximo e incluso habían un millón de preguntas corriendo por su mente mientras que la culpa nublaba su juicio. Permaneció en silencio.

      Ella pretendió que eran dos estúpidos adolescentes danzando con el mundo deslizándose debajo de sus pies en lugar de pesando sobre sus hombros.

      Ella pretendió que eran dos estúpidos adolescentes danzando con el mundo deslizándose debajo de sus pies en lugar de pesando sobre sus hombros

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