Capítulo 37: Maratón 2/2

295 12 0
                                    

- Ábreme – exigió – hablemos tranquilos – dijo – por favor – agregó
Yo seguía llorando, simplemente no sé porqué sentía ese nudo en la garganta que siempre aparecía cuando él y yo discutimos. Simplemente se tendría que haber ido ese sentimiento horrible cuando peleo con él. Pero no sé por qué, aun sigue presente. Es como pelearte con tu mejor amigo, como si una de tus compañías más indispensables dejara de acompañarte, el dolor de que dejara de acompañarte. Es cuando te agarra una punzada en el corazón y te armas de orgullo para fingir que todo está bien, pero sentís como que una parte de vos, se te vuelve en contra. Digamos que con Austin soy bastante orgullosa, pero con Zayn… con Zayn casi nunca pude serlo, a menos hace unos años, cuando tomé el vuelo a California y no volví a hablarle. Pero… ¿por qué me fui? Siempre creí ser una chica fuerte, capaz de superar todo, pero eso, simplemente, no pude soportarlo ni una semana. ¿Y por qué no volví? ¿Tenía miedo? ¿Miedo de no haberlo olvidado? ¿Miedo de sentir lo mismo que hace años? ¿Y por qué no luché por él? ¿Acaso no es eso lo que hacen las mujeres fuertes… luchar por lo que quieren? Y si yo me creo una mujer tan fuerte, ¿Por qué no luché por él? ¿Tuve miedo de que una bailarina hueca me ganara? Es aquí donde empiezo a cuestionarme, quizá yo tuve algo de culpa, por no haberlo seguido hasta decirle “nadie, ni esa muñequita, va a amarte más que yo”. ¿Por qué no tuve el valor de enfrentar a la tarada de Perrie? ¿Por qué no luché por mi felicidad? ¿Por qué dejé escapar mi felicidad? ¿Por qué me rendí? 
- Tiraré la puerta abajo si no abres, ______, y sabes que lo haré – dijo esa voz
- No quiero hablar – dije con un hilo de voz
- No te doy opción, así que abre o aléjate de la puerta – dijo esa voz
- Respeta mi decisión, no quiero hablar – exigí con enojo
- Y tu respeta la mía, quiero aclarar lo que acabó de suceder – dijo él
- Un simple “perdón” es suficiente, Zayn – dije 
- Para mí no lo es – dijo – abre la puerta
- No lo haré – sentencié
- Pues aléjate de la puerta, o la derribaré contigo en ella – dijo con tono enojado.
- Inténtalo – lo desafié con un hilo de voz quebrada, seguida de un sollozo – jamás te costó hacerme daño
Zayn, quien se encontraba del otro lado de la puerta, no contestó.
Cuando sentí que alguien bajaba las escaleras lentamente, dando pasos pesados, me separé de la puerta y corrí a la cama, me metí en ella y comencé a llorar, tratando de que la almohada calmara un poco ese llanto, caí en un profundo sueño.
- ______, despierta – me dijo una serena voz mientras me movía lentamente – arriba, la cena está lista – volvió a hablar y tocó mi cabeza – tienes fiebre – dijo – ven, siéntate.
No respondí demasiado a sus movimientos, pero pude sentarme. Lo miré y entonces me di cuenta de quién era, cosa que antes, solo podía suponer, por el hecho de escucharlo.
- Lou, no me siento bien – le dije
- Lo se, lo se – dijo y tomó mi mano, y luego colocó una mano en mi cabeza – tienes fiebre – afirmó – espérame aquí
- Está bien – dije y él se fue.
Me quedé perdida mirando la nada, cuando escuché unos golpecitos en la puerta. Giré a ver y sus ojos me miraron profundos.
- ¿Ahora si podemos hablar? – preguntó él, sentándose a mi lado
- No – dije cortante
- ¿Por qué? – preguntó
- Porque no quiero – sentencié
Yo miraba la ventana mientras él me miraba a mí, sabía que no tenía que mirarlo a los ojos, o terminaría accediendo.
- Vamos, no te hagas la difícil, es solo hablar – insistió
- No quiero Zayn, no quiero – sentencié
Louis entró y lo miró a Zayn.
- Hermano, ______ está con fiebre, ¿por qué no la dejas descansar? – aconsejó Lou
Zayn lo miró y volvió a mí.
- ¿Por qué siempre te escondes cuando enfermas? – me preguntó
- Porque no te interesa, ¿puedes irte? – pregunté esta vez, mirándolo.
Me sorprendí al verlo tan cerca de mí, pero más me impactaron sus ojos, en realidad, siempre vi algo más allá de sus ojos marrones, su profundidad, siempre fue un chico profundo. Voz profunda, que te habla siempre desde el interior y cada vez que te mira te da una sensación de protección y entendimiento. Por lo menos… a mi me mira de esa manera. Zayn tiene esas miradas las cuales te piden perdón, te dicen que te quiere, que te protege. Tiene esa mirada que, sin hablar, te dice “yo te entiendo” o “aquí estoy”.
- ¿Podemos hablar? – repitió
- Ya te dije que no – sentencié, crucé los brazos y desvié mi mirada.
- Pues, no me iré – afirmó él y realizó la misma acción que yo.
- Ya, Zayn, luego hablan, ahora deja que le de unas pastillas para que le baje la fiebre – dijo Lou
- Pues yo se las daré – dijo el castaño de ojos marrones
- No, Lou lo hará – dije yo, con voz dormida
- ¿Por qué me odias? – preguntó Zayn
- Jamás dije que te odio – dije
Me miró poco convencido y luego bufó.
- Está bien, me iré, pero solo con una condición – dijo y me apuntó con su dedo índice.
- ¿Cuál? –pregunté poco interesada
- Hablaremos luego y me debes una por la tardanza – sentenció él y luego, desapareció por la puerta sin que pudiera decirle algo mas.

"La Felicidad" (Zayn Malik)Onde histórias criam vida. Descubra agora