Capítulo 1: Primera vida... una de las tantas

1.3K 100 17
                                    


Estaban bajo ataque, los arqueros arrojaban flechas en llamas hacia las pequeñas casas que se levantaban en medio de un valle, la gente corría despavorida, intentando salvarse de aquello. Muchos quedaban atrapados dentro de las viviendas y otros más ayudaban con el escape. Lejos del caos los niños corrían desesperados, guiados por los gritos de sus madres y de los pocos hombres que los guiaban fuera del peligro y del fuego en si

Un frente de guerra, un pequeño batallón conformado por varios samurái se encontraban ya peleando con los invasores, defendiendo sus tierras con las katanas finamente esculpidas por los mejores herreros, los gritos de batalla, el sonido metálico producido por el choque de las armas letales, el grito de alguien al ser rebanado sin piedad, la sangre manchaba el piso...caos. Muchos hombres más, corrían al frente para defender su tierra, su familia, su todo



-vamos pequeña, corre, te ayudo – jadeante un castaño de cabello alborotado tomaba en brazos a una pequeña ayudándola a correr con su madre – ¡corran ahora! – ordenó apurado al ver las llamas consumir todo a su paso, la negrura del cielo atemorizaba a cualquiera y hacía parecer que esa tarde... se volvía noche

-¡herrero! Ve por todas las katanas que tengas – ordenaba uno de los altos rangos en ese pequeño pueblo

-¡si!... ¡iré en seguida! – presuroso el castaño corría a su taller internándose con desesperación y sacando todas sus obras maestras

-lo ayudo Tsunayoshi-san – habló uno de sus subordinados en esa tarea, con desesperación y antes de que las llamas consumieran la pequeña casa, sacaron todo, incluyendo la pólvora de los soldados que causaría una explosión monumental. Debido a ese material su casa estaba en una de los extremos de la aldea

-¿falta mucho? – preguntó Tsunayoshi

-faltan las 5 katanas de taisho... ¡pero no vaya, Tsunayoshi-san! – poco pudo hacer cuando el castaño se internó entre las llamas que ya consumían el techo. Otros ayudantes cargaron con la pólvora y las katanas para llevarlos al frente de batalla

-¿y Tsunayoshi? – preguntó cierto hombre de cabello azabache y unos ojos azulados metalizados que brillaban con el fulgor de las llamas

-entró de nuevo por las katanas que iban a pedido suyo – explicó el hombre antes de ser enviado para que ayude a los demás. El azabache por su lado, ingresó sin temor para encontrar a SU castaño – ¡Tsunayoshi! ¡¿Dónde estás?!

-Kyoya-san... – tosió un par de veces en cuando se encontró con el más alto – ¡debemos salir! – el humo le dificultaba la visión pero el mayor lo agarró del brazo arrastrándolo fuera, justo antes de que el techo cayera encima de ambos

-¡no hagas cosas imprudentes! – reclamó el azabache cuando ya estaban fuera del lugar

-lo lamento – se limpió el hollín dejado por el fuego, cayó de rodillas tosiendo y tratando de llenar su pulmones con aire puro, difícil entre todo ese caos – pero tenía... tenía – acarició cada katana con dulzura

-¿qué haremos si perdemos al herrero? – gruñó enfadado arrodillándose ante el castaño – ¿qué pasa si te pierdo? – susurró en el oído del menor antes de besarlo con ternura en la mejilla

-lo siento – se volvió a disculpar, pero saliendo de su pequeña ensoñación tomó las afiladas armas y las empujó hasta el pecho del mayor – tómelas... le serán de utilidad – abrazó al mayor con fuerza en una promesa muda de que tratarían de sobrevivir... de volver a estar juntos

-vete con los demás – juntó sus frentes antes de levantarse y con las katanas, correr al lugar de batalla

-si... cuídate – susurró antes de empezar a correr fuera de las llamas y gritando por si alguien faltaba de ser rescatado



Blanca y Negra NubeWhere stories live. Discover now