II. Sus asesinos

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Título: Ánima

Sumary: Cuando Yui era pequeña fue encontrada y criada por Cordelia, jurando así lealtad eterna a la mujer que le había salvado la vida. Cordelia era su mundo y su muerte, a manos de sus hijos, fue devastadora. Con una última promesa y el corazón de su señora debe volver a aquél lugar dónde todo comenzó para devolverla a la vida, junto a a sus asesinos.

Pareja: [YuixHarem/Todos]

Disclaimer: Diabolik Lovers no me pertenece. Todos sus derechos son del diabólico Reject. Y algún día casaré a la Shui con todos(?)

[¿Alguien más se imagina a Reject personificado en Reiji?]

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II. Sus asesinos.

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Polonia. Año 18XX

La blanca arena que cubría todo a su alrededor parecía brillar con intensidad, atrayendo la atención de un par de ojos curiosos e inocentes que no podían dejar de observar con inmensa alegría cada pequeño detalle que no conocía. La infante de orbes rosados sonreía con dulzura, haciendo suspirar de ternura involuntaria al chófer de la carreta y a la doncella, más sin embargo la señora no fue conmovida por ello.

Los paisajes nevados de aquel cruel invierno a causa de la peor tormenta conocida desde la historia del pequeño pueblo que bordea la montaña no parecían suficientes para enfriar su estado de ánimo, su amplia educación en las tardes solitarias con sus institutrices demoníacas y los crueles profesores fue olvidada de inmediato, maldiciendo a los cuatro vientos su desgracia y el absurdo hecho de que su querido marido decidiera hacer un viaje en medio de la nada para propósitos desconocidos.

Había escuchado los rumores de que pensaba tomar una nueva esposa. Como si tres no fueran suficientes, estaba en su derecho de impedir aquello, pero la cría había interrumpido su viaje de la peor manera, y en vez de pensar con la cabeza fría en el invierno de los mil demonios, la baja temperatura solo conseguía enfurecerla más.

—¡¿Qué demonios hace un mocoso en medio de la carretera!? —preguntó Cordelia sumamente irritada.

—Mi señora, es una bebé —corrigió su doncella, tomando por precaución a la pequeña, antes de que en un arranque de rabia decidiera lanzarla contra el suelo.

No era usual encontrar humanos recién nacidos, mucho menos abandonados, normalmente los hijos de esos seres permanecían resguardados en sus casas hasta alcanzar cierta edad, en esa época era muy alta la probabilidad de enfermarse y la mayoría no les agradaba arriesgar la vida de un heredero en los exteriores. Al menos, eso sucedía con la nobleza, no estaba segura de la manera en la que pobres mendigos que no tenían casa ni alimento cuidaban a un hijo.

Quizás con verla debería suponerlo.

—Eso no explica porque estorba en mi camino —refutó la mujer molesta, demeritando su respuesta con un desdén de manos. —Solo déjala por ahí y prosigamos...

—Pero, señora...

Antes de poder pensarlo Hilde le estaba contestando. En cuanto se dio cuenta de su terrible error se llevó la mano a la boca, buscando cubrirla pero fue demasiado tarde, la dura mano de aquella demonio se había estampado con brusca fuerza sobre su mejilla derecha, y en su mirada solo había un gélido rencor.

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