—Necesito tu ayuda...—se pasó los dedos por su pelo rojizo—. Con mi francés. Tengo una evaluación mañana —Ella puso una expresión triste, parpadeando, tratando de convencerme.

Dana no me había dicho las razones por las que estaba aquí, no era necesario. Yo había notado su delgada figura y a los guardias en la puerta del baño entrar cuando ella entraba para vigilarla. Aun recordaba como mi corazón se había hundido cuando descubrí que ella sufría de un trastorno alimenticio. Ella estaba en un régimen estricto de alimentación, medicación y psicoterapia. El día que llegué, ella acababa de ser transferida del segundo piso al primero, al parecer estaba mejorando y eso era un comienzo.

—¿Cómo sabes que hablo francés? —pregunté, curiosa. El francés era mi lengua madre; nací en una provincia tranquila en el norte de Francia. Mi familia y yo habíamos vivido allí hasta que mi padre hizo algunos enemigos por su trabajo. Él era abogado y había enviado a algunos delincuentes a la cárcel, que luego decidieron vengarse y comenzar a amenazarlo.

Así que, mi padre decidió que era mejor que nos mudáramos y nos vinimos a Canadá, donde viven mis abuelos. Papá compró una cabaña hermosa en las montañas, pero unos meses más tarde, un asesino se metió y mató a todos menos a mí. La policía descartó que fuera un mercenario, dijeron que se trataba de un asesino en serie que ya había matado a 4 familias antes de la mía y que estaban luchando por encontrarlo, no sabían porque nos había escogido, aún no habían descifrado su patrón. Dijeron que yo tenía suerte de sobrevivir, pero lo menos que me sentía era afortunada.

—¿Flor? —La voz de Dana me sacó de mis pensamientos.

—Lo siento, eh... de nuevo, ¿cómo sabes que hablo francés?

—Bueno, tu nombre es francés y tu acento, creo que es bastante obvio.

—Bien, voy a ver qué puedo hacer. Nos vemos después de la clase —fingí una sonrisa, había olvidado por completo cómo se sentía sonreír de verdad.

—Señorita Dupont —llamó la señora Harris llamó. Inmediatamente, la miré—. ¿Puede decirme cual es la tercera etapa del duelo?

—Fase de Negociación —respondí rápidamente. Sabía que ella se había dado cuenta de que no estaba prestando atención y por eso me preguntó.

—Bien. Bueno, eso es todo por hoy. Tengan un gran día, pueden salir —todo el mundo en el aula comenzó a recoger sus cosas—. Señorita Dupont, acérquese un momento —me sorprendió su petición, así que me limité a asentir, caminando a su escritorio.

—¿Pasa algo, señora Harris?

—No, me han informado que no fuiste a tu cita con el psicólogo ayer ni tampoco a la terapia grupal.

Oh... eso.

—Con el debido respeto, señora Harris, no creo que lo necesite.

—Me temo que esa decisión no es tuya, has pasado por muchas cosas y tenemos que asegurarnos de que estás sobrellevándolo y mejorando.

—Yo no estoy loca.

—Y eso no es lo que estoy diciendo, el psicólogo y la terapia grupal pueden ayudarte.

—Él es un desconocido y ese grupo es deprimente.

—Él es un experto en su área de estudio. Sólo dale una oportunidad, hazlo por tu familia —realmente no quería seguir viendo al psicólogo. No me gustaba hablar de mis padres, era demasiado doloroso.

—No puedo.

—Flor, no soy tu enemiga, pero si sigues faltando, te trasladaran al segundo piso donde no tendrás la libertad que tienes aquí y te llevaran obligada a terapia, ¿quieres eso?

Fleur: Mi desesperada decisión ✔️[Darks #0] ¡Ya en librerías!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora