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[NARRADOR]

Las calles de Beacon Hills se encontraban serenas y silenciosas. Demasiado silenciosas. Cualquiera que supiera acerca de las cosas que ocurrían allí, sabría que no es bueno cuando todo está tan calmado. En aquél pueblo silencio significaba problemas, y esta vez no iba a ser la excepción.

La mansión Hale se encontraba en silencio, solo el sonido de las ramas siendo movidas por el viento se escuchaban fuera y dentro solo estaban los suspiros de los durmientes.

En el cuarto de Emma, la ventana estaba abierta. No porque hubiera sido dejada así, sino porque la habían abierto desde fuera.

A un lado de la cuna, Theo observaba a la niña con la cabeza ladeada. Pensando qué hacer.

Por un lado quería matarla para hacer sufrir a Stiles y a Derek, dejar allí el pequeño cadáver hasta que regresaran. Pero por otra parte, tanteaba la idea de llevársela, criarla como a una hija suya y moldearla a su imagen y semejanza. Sabiendo que con esa niña a su lado, ninguno de los miembros de la manada Hale-McCall siquiera se les pasaría por la cabeza atacarle. Lo cual le aseguraba una victoria en algunos años, podía esperar tranquilamente.

Se inclinó sobre la cuna y estuvo a punto de coger a la niña en brazos para llevársela cuando dos manos lo cogieron por los hombros.

Parpadeó y ya no estaba en el cuarto, estaba tirado en el suelo del bosque.

— ¿Así que tú eres el famoso Theo? –Una voz femenina le habló.— Nos han hablado mucho de ti.

Comenzó a mirar hacia todos lados hasta que vio a dos chicas de pie a pocos metros de él.

Se puso de pie y apretó la mandíbula, sin preocuparle en lo más mínimo la idea de golpear a dos mujeres.

— La verdad es que no creí que fuera a ser tan idiota como para venir a intentar dañar a Emma –Dijo la más alta, que se notaba era una loba.— Pero bueno, siempre hay algo que me sorprende en este pueblo.

— Lo mismo digo, querida –Dijo la otra con burla.— Me presento, soy la Nigromante.

— He oído hablar de ti –Dijo Theo.— No me sorprendes.

— Pues a mí no me sorprendes tú, querido. Me he enfrentado a duendes más altos.

Theo rugió y se lanzó para golpearla, pero en cuanto iba a tocarla. La chica ya no estaba allí y la loba se había alejado.

— Chico... –Comenzó a decir la loba mientras apretaba los labios y negaba con la cabeza.— ...No debiste hacer eso.

Sin entender, el chico Quimera se volteó para ver qué era lo que la loba había comenzado a mirar por encima de su hombro. Viendo a la Nigromante a pocos metros de él.

— Sabes... Antes de ti hubo un cambia formas –Comenzó a decir la italiana.— Luego hubo una bruja mala y fea ¿Ves a alguno de ellos aquí ahora?

— No, solo veo a una mocosa interponiéndose en mi camino –Gruñó Theo.— ¿Sabes lo que les pasa a las niñatas que se interponen en mis planes?

— Oh-oh –Petra se veía asustada.— No la llamaste niñata.

— Lo hice –El chico Quimera sonrió socarronamente.— ¿Algún problema?

— Ahora que lo mencionas... –La Nigromante ladeó la cabeza.— Si, hay un problema.

Antes de que Theo reaccionase, la tierra debajo de sus pies se había abierto y unas manos le cogieron de los tobillos, comenzando a jalarle hacia abajo.

— El problema es que comenzó a molestarme el hecho de que aún respiras.

Theo forcejeó e intentó que aquellas manos le soltasen, pero cuando se libraba de una, otras ocupaban su lugar. Y así fue hasta que no pudo más y cayó de rodillas al suelo, siendo sujetado con más fuerza por aquellas manos.

La Nigromante se paró frente a él y se puso en cuclillas, haciéndole levantar la vista al sujetarle por a barbilla.

— Tu hermana te manda saluda –Le dijo con una expresión estóica.

Luego de decir aquello, se puso de pie y comenzó a caminar hacia Petra. Musitando una última orden a las manos.

— Arrastrenle hacia el purgatorio –Les ordenó sin siquiera mirar.

Y las manos lo hicieron, se aferraron al cuerpo de Theo, comenzando a hundirle en la tierra. Mientras más forcejeaba más rápido le hundían, como si fueran alguna clase de arena movediza.

Cuando los gritos de Theo dejaron de escucharse, la Nigromante se volteó. Notando que la tierra se había cerrado y aquél claro lucía como si nada hubiera ocurrido.

— Siempre quise hacer eso –Dijo sonriendo mientras regresaba a vista a Petra.— Fue una experiencia... Interesante.

— Y perturbadora –Complementó la loba.— ¿Podemos volver a la mansión? Quiero dormir antes de la manada despierte y comiencen a molestar.

— Creí que te agradaban.

— Me agradan –Admitió.— Pero son muy ruidosos.

— Creo que tú y yo nos merecemos unas vacaciones –Dijo la italiana mientras caminaba hacia ella y colocaba una mano en su hombro.— Luego de esto nos vamos a alguna playa de Italia ¿Qué dices? Solo tú, yo y unas bebidas con sombrillitas.

— Amo esa idea –Asintió Petra antes de que Micaela las transportase a ambas de regreso a la mansión.

Cuando estuvieron de regreso en la mansión Hale, la Nigromante que Petra se fuera a dormir y se quedó en el cuarto de Emma, cuidándola.

Cerró la ventana y acercó la mecedora que allí había a la cuna. Comenzando a mover el juguete musical que colgaba de esta cuando Emma abrió los ojos.

La misma italiana se hubiera dormido a causa de la música que emitía el juguete de no ser porque la silla le era malditamente incómoda.

Agradeció que la niña no llorara y se quedara en silencio hasta que se volvió a dormir.

Podía decir que, dentro de todo y restando el ataque de Theo, aquella había sido una noche tranquila.

NOTA DE LA AUTORA:

Ahora si, este es el último capítulo y después viene el epílogo. Ya pueden llorar.

En fin, sin más que decirles me despido deseándoles un buen resto del día y mandándoles muchos besos y abrazos para todos. Adiós mi linda manada.

No Vuelvas A Irte ||STEREK||Où les histoires vivent. Découvrez maintenant