Anastasia, una adolescente amada por sus padres. A pesar de todo lo que tiene siendo millonaria, el dinero no le importa. Solo quiere estar con sus padres y su familia en Londres.
Un dia, un accidente de tránsito le quito lo más preciado, sus padres...
Camino hasta la parte que queda justo al lado de la puerta donde hay mucho pasto. Me encanta ganarme allí junto a K y a Belu. A veces no nos damos cuentas los minutos y horas hasta que escuchamos el timbre y corremos por los pasillos. Los profesores ya nos conocen y aceptan que lleguemos unos minutos tarde. Al final de cuentas, nuestro grupo es el que tiene mejores calificaciones del curso y nos tienen ciertas consideraciones.
-señorita disculpe que la moleste pero, ¿sabe dónde se encuentra la avenida Prince?- me dice un hombre con acento raro. Tiene un tatuaje en la muñeca que me resulta familiar. ¿Dónde lo he visto?
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-mm... saliendo por la puerta dobla a mano izquierda y camina unas cuatro cuadras. Esa es la avenida Prince- le digo.
-¿eres extranjera?- lo miro con el ceño fruncido.
-¿porque lo pregunta?- no digas nada. Recuerda lo que dijo Javier, <<si por x motivos tienes que hablar con algún extraño no des información personal y si te insiste miente>>.
-solo curiosidad. Me pareces conocida- dice. Levanta la vista y comienza a mirar para todos lados de forma sospechosa. En ese instante suena mi teléfono. Gracias a Dios, es Cristian.
-hola nena- dice cuando contesto.
-hola cariño- digo toda melosa.
-¿Qué sucede? Nunca me llamas cariño- me dice.
-lo sé. Es que me gusta. ¿Te falta mucho para llegar?- sé que no me va a entender.
-¿de qué mierda estas hablando? ¿Llegar a dónde?- suena frustrado.
-si yo también muero por verte. Te perdono por demorarte pero estoy en la entrada de la escuela. Me dijiste que querías hablar conmigo y que me llevarías a cenar y luego al cine. Aunque no sé si alcanzaremos ir al cine- por favor Cristian, piensa.
-Ana no sé de qué estás hablando. Nosotros no hemos quedado. ¿Estas con alguien?-
-si lo sé, pero esa marca de ropa es desconocida para mí y verla frente amí no creo que me llame la atención- digo.
-¿desconocida? ¿Frente a ti? ¿Estás hablando de una cosa o persona?- ¡Por Dios Cristian te creía más inteligente!
-me gusta el chocolate y la vainilla pero si me preguntas por mi sabor favorito, me quedo con la segunda- le digo.
-comprendo. ¿Te está haciendo algo? ¿Te ha hecho algo?- dice furioso.
-no. El profesor solo hablo conmigo aunque aún no me gusta tenerlo cerca-
-¿quieres que vayas para allá o quieres seguir hablando?- por fin entendió.
-prefiero dos besos- mis mejillas toman una tonalidad roja por esa palabras.
-mejor no hubieras dicho eso. Me imagino dándote más de dos besos- me dice con voz ronca. Ahora estoy roja pero como de tomate.
-no me hagas esto- le digo. Miro mi mochila.
-¿aún está abierta la escuela?-
-sí, ¿Por qué?-
-debería estar el conserje y el guardia. Ve con ellos, es lo más seguro-
-por eso te amo. Dios, lo había olvidado. Voy a hablar con el guardia a ver si lo vio. No puedo perder otro, coronel me mataría- digo sonriendo.
-pues ve a dentro y no cuelgues. No me esta gustando ese tipo-
-gracias eres el mejor. Además tengo que contarte algo, espérame- le digo mientras me levantó y miro al señor –Si me disculpa se me quedo algo y debo volver por él. Sería la tercera vez que se me queda y ya sería mucho mi descuido. Mmm... espero que llegue a la avenida y que le vaya bien- coloco mi mochila en el hombro y entro a la escuela sin cortar la llamada.
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-¿se fue?- me pregunta Cristian.
-no lo sé. Solo entre a la escuela. Ese hombre me parece conocido, bueno más bien su tatuaje- le digo.
-¿Cómo vas a regresar?- me dice.
-Tobías me viene a buscar. Quiere pasar tiempo de calidad de hermanos- le digo.
-bueno. ¿Podemos vernos mañana? Tengo que hablar contigo seriamente-
-uy... suenas tan serio así- digo sonriendo.
-ni te imaginas. ¿Cuánto más se demorara el idiota de Tobías?- gruñe.
-no lo sé pero debe de estar por llegar- levanto la vista y veo a Tobías a fuera, en la entrada –bueno te dejo acaba de llegar-
-¡Por fin! Te dejo y cuídate- me dice.
-lo haré y gracias por preocuparte por mí- corto la llamada y salgo de la escuela.
-¿Dónde estabas?- me gruñe mi hermano.
-adentro. Te demoraste mucho- digo haciendo un puchero.
-lo siento. Es hora de ir por el helado. ¿Chocolate o vainilla?- me dice.
-vainilla- toma mi mano y nos encaminamos hasta la heladería. Echaba de menos pasar un tiempo así con mi hermano. Cuando quiere es la persona más adorable y tierna. Aun así creo que deberé hablar con Javier sobre ese hombre no me dio buena espina. ¿Por qué me resulto tan conocido?
