The Vampires Diaries -Primera Temporada-

1. Pilot -Parte III-

Elena

Había llegado hace unos 30 minutos a la fiesta. Pude observar a la gente bailaba y charlaba en compañía del alcohol en sus manos. Estaban tan descontrolados que ya habían encendido un fuego cerca de las cascadas. La fiesta es al aire libre, y no paró de buscar con la mirada a Stefan que dijo que vendría.

—¿Dónde está?— me pregunta Bonnie, quién estaba a mi lado.
— No lo sé, dímelo tú que eres psíquica— respondí dándole un sorbo a mi cerveza.
—Cierto, lo olvidé. Dame un segundo, la abuela dice que tengo que concentrarme— expresa siguiendo el juego, mientras cierra sus ojos.
—Espera, necesitas una bola de cristal— continuó,  pasándole una botella de cerveza a la morena.

Al tocar nuestras manos, y tomar la botella, puedo jurar que algo raro sucedió. Su rostro se transformó, como si verdaderamente tuviera poderes sobrenaturales.

—¿Qué?— pregunté de inmediato, algo confundida.
—Eso fue raro— expresa, de seguro que así se sintió. Me quedo callada animandola a que me cuente, luego de unos segundos ella volvió a hablar. —Cuando te toqué, vi un cuervo— imágenes de el día anterior se me vinieron a la mente, al recordar aquel pájaro que me llevo a dejar el cementerio.
—¿Un qué?— necesitaba oírlo de nuevo, esto no podía estar pasando.
—Un cuervo— me confirma, mi corazón comienza a latir con fuerza. Varias cosas raras han pasado desde el comienzo de clases. —Había niebla, un hombre— estaba en shock, ella me estaba confirmando lo que pasó aquella tarde en el cementerio. Y lo más tenebroso es que él hombre que creí ver, realmente me estaba observando. —Estoy borracha. Es la bebida. No hay ningún poder psíquico en ello— trató de excusarse —Iré por otro trago— me informa, dejándome sola.

Me giré para seguir buscando a Stefan, pero no fue necesario, ya que nuevamente me choque de nuevo con su rostro.

—Hola— me saluda.
—Hola— respondí, casi muriéndome del susto.
—Lo hice de nuevo ¿Verdad?— siempre comenzabamos una conversación del mismo modo.
—Sí— respondí más calmada.
—Lo siento— trata de disculparse —¿Estás molesta por algo?—
—¡No! Es Bonnie. Ella...— dude si contarle o no sobre eso y decidí guardarmelo para mí —¿Sabes qué? Olvidalo, lo importante es que estas aquí—
—Estoy aquí— expresa, viéndonos durante algunos segundos.

Nuestros silencios comenzaban a tornarse cómodos. Luego de estar un rato así, decidimos ir a caminar por las cascadas, es un hermoso lugar.

—¿Sabes qué estás en boca de todo el pueblo?— comenté para romper el hielo.
—¿Si?— preguntó sorprendido con sus manos en los bolsillos.
—Si, «Él nuevo y misterioso chico», claro que sí— pronuncie como si fuera algún título de portada de revista.
—Bueno tú también tienes algo de misteriosa— eso me dejó sorprendida, nunca se me pasó por la cabeza de que alguien podía verme de esa forma —Sumida en esa tristeza—
—¿Qué te hace pensar que estoy triste?— ataqué, ese no era mi plan. Yo tenía que demostrar que estaba feliz, no triste.
—Bueno, nos conocimos en un cementerio— responde con algo de lógica; es un buen punto.
—Cierto, aunque técnicamente nos conocimos en el baño de hombres— una sonora risa de sus labios salió al recordarlo —No querrías saberlo, es que... No soy muy fan de las charlas— le informé, mientras cruzamos por un puente adornado de pequeños faroles con luz.
—Bueno, yo nunca fui muy bueno charlando tampoco— creo que su intención era hacer que logrará abrirme con él. Stefan no se ve del tipo antisocial.
—La pasada primavera, el auto de mis padres se salió del puente y cayó al lago. Y yo estaba en el asiento de atrás y sobreviví, pero...— hice una pausa, un nudo en la garganta se me había formado de tan sólo recordarlo —... Ellos no. Así que esa es mi historia— me encogí de hombros restandole importancia a lo que acababa de contar, pero esta historia aún dolía.
—No estarás triste para siempre, Elena— suelta luego de buscar en mi mirada por unos segundos. Yo sólo quería llorar.