Parte # 2/3

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Claro que tenía enemigos, pero ninguno parecía capaz de algo así, y cómo sabía que estaba embarazada si no se lo había dicho a nadie.
  - ¡¿Por qué no respondes?!
El hombre de la máscara de gas se acercó por el lado derecho de la camilla, trayendo al carrito consigo.  Despojó a Helen de la única prenda que llevaba, una bata de hospital. Cogió un envase y empezó a untar su contenido por la parte inferior de pecho, era espeso y helado. Dejó el objeto para reemplazarlo por un bisturí. Colocó la punta en medio del pecho y empezó a deslizarla siguiendo la línea por debajo de la costilla inferior al seno. Los gritos inundaron la habitación, el corte llegaba hasta un costado del cuerpo, hizo otro corte paralelo entre las dos últimas costillas nuevamente tomó el evase y cogió un poco de la mezcla en su mano cubierta por un guante negro y lo colocó en el interior de corte, introdujo sus dedos bañados en la pomada y empezó a masajear. Los aullidos de Helen se hicieron graves y abominables. De pronto el dolor disminuyó, ahora lo que sentía era un entumecimiento en todo lugar que hubiese estado ungido en esa sustancia, ¿sería algún tipo de anestesia?.
Él insertó su mano una vez más, pero ahora lo hizo más profundo, hasta topar con el hueso, lo sostuvo firmemente y con la otra mano sujetó una cuchilla pequeña con sierra, para introducirla y empezar a talar la costilla. Helen lo podía sentir, le dolía, el unguento sólo evitaba que le diera un paro cardíaco, mientras suplicaba.
  - ¡Por favor!¡Por favor!¡Por favor!
Después de seguir el mismo método en diferentes partes, sintió como por fin se partió y pudo ver como aquel ser extraía la costilla de su interior, toda la sangre, la intensidad del momento... no lo soportó y se desmayó.
Si es que lo conocía ¿qué le había hecho para que le pagara de ésta manera? No había hecho en absoluto nada imperdonable, ¿lo habría hecho indirectamente?
Un dolor punzante y violento la despertó y contempló que el hombre repitió todo el procedimiento en la parte izquierda de su cuerpo. Se podían ver tres cortes más aparte del que habia presenciado conscientemente, su cuerpo estaba totalmente bañado en sangre, la mayoría seca, debió tomarle un largo tiempo. El motivo por el cual se despertó se debía a que aquel hombre estaba empezando a cerrar las heridas y utilizaba una herramienta que disparaba grapas de gran tamaño. Quedó paralizada cuando vió que en el carrito se encontraba un recipiente con varios huesos, concretamente sus costillas.
Tiró del gatillo nuevamente.
Helen temblaba y cada vez que sentía cómo entraba ferozmente lanzaba un gemido mientras susurraba.
  - Por qué, por qué ,por qué...
Una vez que terminó se retiró rapidamente y,  como siempre, sin decir una palabra.
Ella seguía repitiendo una y otra vez "por qué". ¿Habría dañado a su hijo?¿Lo había perdido durante todo el procedimiento? Lanzó un grito interminable, estruendoso, uno que le quemó la garganta.
¿El dolor de perder a su hijo sería mas fuerte a comparación del infierno que estaba pasando?
Horas incontables pasaron, hasta que la puerta se abrió, pero no como siempre, esta vez fue un portazo que hizo sobresaltar a Helen. El hombre de la máscara de gas parecía preocupado nervioso, inquieto.
  - ¡¿Por qué no me matas de una vez?!-Gritó ella- ¡Mátame!
El hombre le mostró la pizarra.
"TENEMOS QUE ACELERAR LA TERCERA Y CUARTA FASE. REALIZAREMOS AMBAS"
  - ¡Mátame de una vez!¡Por favor!
Se acercó por la derecha con el carrito ignorando una vez más sus súplicas.
  - Almenos déjame inconsciente, Por favor, Por favor.
Él se quedó en seco por un instante, la observó. Tomó un pequeño trapo del carrito y un frasco con un líquido transparente,  lo empapó en éste, se dirigió hacia Helen, cubrió su naríz y boca con el paño y se quedó dormida. Por fin la había escuchado.
Despertó, pero no abrió los ojos, no quería saber qué le hizo esta vez. Se dio cuenta que aquel hombre no se encontraba en la habitación, pues no se escuchaban las respiraciones de su espantosa máscara. Hasta ese momento no había notado que el interior de su boca como su garganta estaban secas, tenía mucha sed y que por el contrario sus muslos estaban empapados de orina, y en ese momento sintió (o mejor dicho, dejó de sentir) algo.
Se decidió, abrió los ojos y se quebró totalmente, observó a los dos lados perpleja, su humanidad ya estaba hecha pedazos. Le habían amputado las piernas y los brazos.
Ya no sabía si gritar, llorar, suplicar... ¿cuándo acabaría todo ésto? Y si acabaría... ¿seguiría con ganas de vivir?
Se quedó con una expresión ajena a todo sentimiento, solo iba a esperar lo que viniera y ojalá morir pronto.
La puerta se desplazó y el hombre se incorporó.
  - ¿Qué te hice?-Dijo Helen, pero ahora lo decía con rabia, furia- ¿Por qué me haces todo esto?- Preguntó quebrándose poco a poco.
"HORA DE LA SEXTA FASE". Rezó la pizarra.
Helen lo miró extrañada.
  - ¿Qué pasó con la quinta?
Él escribió en la pizarra.
"LA QUINTA FASE FUE ABORTADA"
Cogió un artefacto curioso del carrito, se acercó a ella
Era un aro de metal cuadrado con dos de los lados plegados. Lo colocó en su boca de tal manera que no podía cerrarla.
Posteriormente fue por una cajita de cristal que contenía en su interior una araña, con un cuerpo bastante voluptuoso y unas patas largas y delgadas. Colocó la caja en su abdomen y la abrió.
El animal arrastró su cuerpo por el abdomen y el pecho de Helen, se notaba que le pesaba, escaló el menton mientras ella se quejaba y sus latidos se aceleraban.
Se sujetó del labio inferior para poder subir su cola, lentamente empezó a entrar en la boca de Helen, trató de empujarla hacia afuera con su lengua pero se aferro muy bien y empezó a adentrarse en la garganta, una vez ahí fue descendiendo hasta perderse en su cuerpo.
Pasó lo que para Helen fue un mes, el hombre de la máscara de gas ya solo venia para alimentarla con una mezcla rara, sin sabor agua y de vez en cuando para limpiar sus excrementos. Había engordado ridículamente en ese tiempo su barriga era enorme, ¿cómo aquella insípida comida podía hacerla engordar tanto?
Hasta que un día el hombre de la máscara retornó con el carrito y la pizarra.
Ella lloró al verla, tal vez había pensado que todo estaba a punto de mejorar, ese pensamiento se esfumó cuando observó de nuevo esa pizarra. Él la levanto.
"ES TIEMPO DE LA SÉPTIMA FASE"
  - Ha pasado tanto tiempo no puedes decirme ahora por qué me haces todo esto ¿Te conozco? ¿Te hice algo? ¿Acaso le  hice algo a aguien que amabas? ¿Por qué me has hecho todo ésto?
Ya se lo había preguntado varias veces sin tener respuesta alguna. Él escribió en la pizarra.
"¿ESTAS SEGURA DE QUE QUIERES SABER LA VERDAD?"
  - Si.

Tonight You Belong To Me - PATIENCE AND PRUDENCE

Séptima FaseWhere stories live. Discover now