─Ni muerta me iría contigo, prefiero mil veces seguir con las terribles compras de Fel.

─Vaya, sí que me detestas ─soltó sonriente, cruzando sus brazos.

─¿Tú crees? ─cuestioné con sarcasmo, mirándole de reojo.

─Pórtate bien ─Advirtió sin más, se levantó y se alejó, perdiéndose poco a poco entre la multitud.

Miraba la dirección que Jos había tomado, y di un suspiro justo antes de que Felicia llegara, haciéndome pegar un gran salto de terror cuando su voz pronunció mi nombre:

─Sky...

─¡Oh, por Dios! ─exclamé aterrada.

La pobre chica pelirroja imitó mi acción, brincando debido al susto que le causó mi grito.

─¿Qué te sucede? ¡Me asustas! ─reclamó, a punto de dejar caer sus nuevas bolsas de compras.

─Entonces no me hables así de nuevo ─advertí.

─Sólo te llamé, ¿acaso eso es un delito? ─gruñó ella─. Anda, aún nos faltan cinco tiendas más.

Mis ojos se abrieron de golpe, ¿ella había dicho cinco?

***

Dos días más tarde, algo cambió.

Me encontraba en la cafetería de la escuela junto a Felicia, quien no paraba de aventarme un par de miradas incómodas.

─¡Ya basta! ─exclamé en secreto─. ¿Qué es lo que te pasa ahora?

Ella sonrió divertida y se acercó a mí.

─ Aquel chico no deja de mirarte, está completamente bobo por ti.

Fruncí el ceño y me giré hacia el lugar que Felicia señaló, haciendo que mi corazón se detuviera por un segundo. El chico del que Fel hablaba, era nada más y nada menos que Kaleb. Ese niño bueno del cual siempre estuve enamorada, pero jamás tuve las agallas de afrontar. Ni siquiera ella lo sabía. Era ese amor que mantenemos en secreto porque creemos no merecer.

─No es cierto... ─susurré con una indescriptible sonrisa de emoción en mi rostro; esa misma que se borró en el instante que vi a dos de los sujetos que trabajaban como los ojos de Jos.

Exacto, Jos.

Un sentimiento de impotencia se apoderó de mí. Si las sospechas de Fel no eran erróneas, Kaleb gustaba de mí, pero mientras Jos estuviese involucrado en mi vida, yo jamás podría ser feliz con nadie.

─No me gusta.

─¡¿Qué?!─exclamó Felicia, atrayendo la atención de todos en la cafetería, incluyendo a Kaleb.

─Que no me gusta ─aclaré tranquilamente, mordiendo una manzana.

─¿Me ves la cara de estúpida? Amiga, ¡es el amor de tu vida entera!─exclamó en susurro─. ¿Pensabas que no lo sabía? ¡Sorpresa! Leí tu diario en cuarto, quinto y sexto de primaria.

─Lo fue, Fel. Ya no más ─confesé erróneamente─. Así que, por favor, deja de leer mi diario. ─Sonreí, me levanté y comencé a caminar.

Felicia no dudó en seguirme, hasta acorralarme en el baño de mujeres.

─¿Aún tienes diario? ─cuestionó curiosa, pero recordó que eso no era lo importante. Sacudió la cabeza y me miró ceñuda─. ¿Qué es lo que sucede contigo? ─reclamó─. Eres mi mejor amiga, te amo con toda mi alma y te conozco de pies a cabeza... últimamente has estado actuando muy raro, Sky.

No dije nada, me dediqué a mirarle con seriedad.

─¿Es tu mamá? Sabes que yo entiendo y puedo ayudarte en lo que...

─No, no. Todo está bien con mi madre.

─¿Entonces? ¿Quieres regresar con tu padre? Yo lo entiendo también, supongo que tu vida con él era mucho más...

─Tampoco es mi padre, Fel.

Ella frunció el ceño, llena de confusión.

─ Entonces no comprendo, ¿por qué te comportas tan extraño?

Di un suspiro y miré hacia todas partes, asegurándome de que nadie estuviese cerca, pues últimamente en mi vida, hasta las paredes eran traicioneras.

─¿Qué haces? ─preguntó ella, desconcertada.

─Hay algo que debes saber. No hagas preguntas y escucha ─ordené, pensando en que quizá desahogarme con alguien me haría sentir mejor.

─¡¿Estás embarazada?! ─preguntó exaltada.

Respiré para adquirir la paciencia que Felicia demandaba.

─Mi vida sexual está más muerta que un panteón, Fel. No digas tonterías.

El alivio en su rostro fue inmenso.

─ Menos mal, ya te iba a ...

─¿Recuerdas a... Jos? ─susurré.

─¿Jos? ¿Cuál Jos?

─¿El chico de las antigüedades? ─intenté recordarle.

Ella frunció el ceño y negó lentamente.

─No, esa tienda era asquerosamente aburrida. Sólo a ti te gustaba, creo que nada más te acompañe dos o tres veces... Oh, espera. Sí, sí. El chico nerd y raro de ojos bonitos que atendía el lugar, ¿cierto?─Sonrió─. Hace mucho que no lo veo, creo que desde la última vez que te acompañé a la tienda. Al parecer, el chico es un poco ermitaño.  Ya sabes, siempre fue raro. No he tenido el gusto, quizá se mudó de estado, de país, de vida... ─Habló bastante rápido, pero en ese momento, abrió los ojos con estupefacción─. ¿Estás embarazada de él?

─¡Felicia! ─reclamé─ ¿Qué rayos?

Ella me regaló una perfecta mirada de confusión pura. Suspiré y decidí contarle con lujo de detalle todo lo que había sucedido desde que llegué, resaltando que no estaba loca.

─Mi madre me matará por haber faltado a clase de aritmética y romper mi impecable récord de asistencia, pero... ¡No juegues! ¿Cómo es que ese sujeto se atreve a reclamarte como suya de esa manera? ¿De qué manicomio salió? Maldito friqui.

─Es por eso que no puedo pensar si quiera en Kaleb, ¿entiendes? No me perdonaré ponerlo en peligro.

─¡Oh, no! No dejarás tu felicidad sólo por que un idiota piensa que puede controlarte. ¿Lo entiendes? Yo te ayudaré ─dijo y sostuvo mis manos ─. No te lo había dicho antes porque prometí no hacerlo, pero Kaleb habló conmigo. Me pidió ayuda para salir contigo, pero está tan entusiasmado en hacerlo perfecto, que quería conocerte un poco a través de mí antes y que la cita fuese perfecta.

─¿Qué? ─solté apenas legible, asombrada.

Fel sonrió y apretó mis manos.

─Así es amiga, el amor de tu vida está loco por ti; y no permitiré que un idiota acabe con algo que ni siquiera ha comenzado. Te ayudaré, ¿aceptas?

─¡Te amo tanto, Fel!

Necesité abrazarle.

─Lo sé, amiga. Lo sé. ─Rio─. Ahora, vamos a aritmética y digamos que estás enferma del estómago.

─¿Por qué yo debo ser la enferma? ─cuestioné.

─Porque tú eres la del novio acosador ─dijo y salimos al pasillo, en dirección al aula─. Por cierto, ¿qué se siente tener guardaespaldas gratuitos? ─preguntó en secreto.

─No te lo recomiendo.


CONTINUARÁ.

Eres MíaWhere stories live. Discover now