Detengo el beso, –Por favor, Ares.

–¿Quieres que te penetre?– susurra en mi oído lascivamente, –¿Quieres que te folle de nuevo? ¿Que te haga tener un orgasmo mientras te doy duro?– asiento con mi cabeza una y otra vez, el toma mi mentón –Dime que eres mía, que no dejaras que nadie vuelva a tocarte.

–Soy tuya, Ares, por favor– ya no puedo aguantar mas. Y se que el planea torturarme, puedo verlo en su cara.

Decidida, lo tomo de los hombros y lo empujo a la cama hasta que cae sobre su espalda, rápidamente me subo encima de el. El me mira sorprendido pero se que le gusta esta nueva posición. Me quito la camisa por encima de la cabeza y sus manos van a mis pechos de inmediato. Su duro miembro se siente delicisiosamente caliente contra mi entrepierna. El contacto de piel contra piel me lleva a la locura. Lo necesito ya. Necesito sentirlo dentro de mi.

Me levanto un poco y lo posicióno en mi entrada, me dejo caer sobre el y lo siento llenarme por completo, –Ah, Dios, Raquel– el gime y es el sonido mas sexy del mundo, la sensación es tan maravillosa que por unos segundos no me muevo, solo disfruto sentirlo así, piel contra piel, dentro de mi. Es la primera vez que lo hacemos sin condon y se siente jodidamente delicioso. Se que tendré que tomarme la pastilla del día después pero estoy tan consumida en deseo que no me importa y a el tampoco.

–Te ves tan sexy así encima de mi– masajes mis senos y yo comienzo a moverme, no soy una experta pero por lo menos lo intento y mis ligeros movimientos me hacen gemir aun mas. Ares se lame los labios, apretando mis caderas, guiándome a moverme mas rápido, penetrándome mas profundo. me aferro a su pecho, cerrando mis ojos. Arriba, abajo, adentro y afuera, el ritmo, el roce de piel caliente y húmeda me vuelve loca.

Siento el orgasmo venir y se que va a hacer alucinante así que trato de aguantarlo para disfrutar de esto un poco mas. Me siento poderosa encima de el, dueña de cada gruñido y gemido que deja sus labios.

Ares sostiene mis caderas y se mueve conmigo, dándome profundas estocadas que me llevan al borde del orgasmo, –¡Ah, ah! Ares, si, ¡Si! ¡Así!

El se levanta, su pecho sobre el mío y su boca encuentra la mía, sin detener sus movimientos bruscos pero divinos, el me toma del pelo, obligándome a mirarlo a los ojos mientras se mueve dentro de mi, –Eres mía, Raquel.

Quiero decirle que no soy un objeto pero estoy ahogando en el preludio de el orgasmo que ya viene. Me agarro de su espalda, clavando mis unas en ella. El orgasmo me hace gritar su nombre, decirle que soy suya una y otra vez. Olas y olas de placer cruzan mi cuerpo, estremeciendo cada nervio, cada músculo.

Ares gruñe y lo siento venirse dentro de mi, calentando mi interior.

Descanso mi cabeza sobre su hombro, nuestras aceleradas respiraciones hacen eco por todo el cuarto. no me atrevo a mirarlo, no quiero ver su expresión, no quiero verlo con cara de querer echarme a un lado porque ya obtuvo lo que quería.

El empuja mis hombros suavemente, obligándome a enfrentarlo. Trago grueso, y lo miro. Me sorprende ver la hermosa sonrisa sobre sus labios y la ternura radiando de sus ojos. Su mano toma un mechón de mi cabello y lo pone detrás de mi oreja.

–Eres hermosa.

Es la segunda vez que me lo dice pero igual toma mi corazón por sorpresa, acelerándolo. El abre sus labios para decir algo pero los cierra de nuevo, indeciso.

¿Que me quieres decir, Dios griego?

Es la primera vez que me siento cerca de el, se que suena extraño pero las otras veces que hemos estado juntos, cuando terminamos de hacerlo lo he sentido tan lejano, tan fuera de mi alcance. Compartir tu cuerpo con alguien no es suficiente para decir que son cercanos, eso lo he aprendido con el.

A Través De Mi Ventana ✔️[En librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora