El final del verano llegó

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El verano, esa estación en la que parece que el sol brilla más de lo normal, que los árboles respiran, que la gente sonríe más, que el aire te envuelve con su inusual y acogedora calidez, esa estación en la que, por alguna extraña razón, sientes que puedes quitarte los zapatos y correr por un prado sin fin, sintiendo la hierba caliente bajo tus pies, como si formará parte de tu aparato locomotor, como si la necesitaras para moverte sin dificultad.

A principios de septiembre, la brisa empieza a cambiar, sientes que el primer amago del frio, por pequeño que sea, se adentra en tus huesos y no te abandona, las hojas de los árboles se despiden de sus dueños y saludan al suelo, cambiando su color verde a uno más oscuro, pero igual de hipnotizador que el de antes.

El otoño, es una época de clases, de cambios, y esos cambios, probablemente, te van a dar algo nuevo, algo en lo que pensar, alguien, que, simplemente viéndolo, viéndolo quererte, te va a hacer sonreír.

Ambas estaciones son bonitas, en verano, sales a lacalle, y al ver el sol, simplemente, sonríes, y en otoño te pasas el día haciendo deberes y el fin de semana viendo películas en el sofá de tu casa. 

Yo y mi plumaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora