-¿Y qué tengo que ver yo a todo esto?

-Bueno...- se hizo una corta pausa –Es que necesito ayuda. Estaba buscando un lugar, pero creo que me perdí.

-¿Tu teléfono no tiene GPS?- bufó, pero no escuchó respuesta. Exhaló resignado -¿Dónde querías ir? ¿Sabes entre qué calles estás?

-Estaba buscando una academia de danza. Me enteré que sus bailarines eran muy talentosos y fueron los ganadores de un certamen, así que quería averiguar para tomar clases...- la voz se apagó.

-Debe ser una broma- susurró SeungRi conteniendo la respiración.

-La cuestión es que estoy afuera pero creo que está cerrado, ¿no sabes cuando llega el dueño? Quizás pueda esperar un par de horas.

-¿Q-qué?

Ri cortó la llamada y levantó la vista a un punto fijo en la pared -¿Qué está pasando?- siseó. Sacudió la cabeza y miró la puerta de la pequeña oficina donde se encontraba. ¿De verdad estaba ahí? Acomodó los papeles de sus alumnas que tenía sobre el escritorio, y los apiló a un lado poniéndose de pie, luego agarró la llave del pequeño adorno que estaba colgado en la pared, tomó una gran bocanada de aire, y salió cruzando el gran salón dirigiéndose a la puerta principal.

Echó cerrojo y abrió... Ahí estaba. Su cabello rojo caía sobre sus ojos, se lo había cortado rapando los costados, remera blanca más larga de atrás, campera azul de cuero, jean rasgado en las rodillas y muslos, y botas azul oscuro acordonadas. De su bolsillo colgaban guantes amarillos, y en su cuello, una gargantilla negra completaba la vestimenta, nunca eran demasiados accesorios para él. SeungRi tuvo que aclararse la garganta varias veces y golpearse el pecho para poder mantener la cordura y no empezar a babear al instante, sentía que hacía siglos que no lo veía y ahora estaba mucho más alucinante que la última vez.

-Ho- su voz salió extremadamente aguda –Perdón, hola.

-Hola- dijo el mayor con una sonrisa en los labios –Me salvaste la vida.

- ¿Qué haces aquí, Jiyong?- se removió nervioso.

-¿No me vas a invitar a pasar?

El menor revoleó los ojos y se hizo a un lado dándole lugar para que ingrese. Cerró la puerta con llave y giró encontrándose al chico parado frente a él, tan cerca que lo hizo saltar del susto.

-Soy un completo idiota, espero que me puedas perdonar- dijo casi sombríamente. SeungRi lo estudió un momento entornando los ojos.

-Eso y eres un bipolar de mierda- le confirmó. Ji rió bajito -¿Qué es todo esto? ¿De qué te estás disculpando?

El mayor se alejó caminando por el salón, observando todo a su alrededor. Se paró frente al gran espejo y se acomodó el cabello mirando el reflejo de Ri. Tomó aire y se acomodó contra una pared cruzando los brazos sobre el pecho, y miró al piso.

-No sabía qué hacer ese día en el gimnasio- admitió. El menor tuvo que acercarse a su lado para poder escucharlo ya que había hablado muy bajo – Mira SeungRi, yo no estaba buscando nada, y sin embargo pasó. Todavía no se cómo manejar lo que siento, sé que no debía irme después de lo que hablamos, pero tampoco pensé que estuviera bien que me quedara, si ya habíamos arreglado con que mejor iba a ser que no nos volviéramos a encontrar así, aparte de que era peligroso que siguiéramos los dos solos en ese lugar- se aclaró la garganta -Soy conocido por ser el más problemático del instituto, imagínate si nos vieran juntos, odiaría que te molesten o den mala fama culpa mía.- Alzó la cabeza –No quería herirte, por eso me fui.

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