IX

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Candy cayó desmayada en los brazos de su marido Elliot. De inmediato todos se preocuparon, en especial Albert que ordenó hablarán a un médico. Pero el médico no se encontraba así que la llevaron al hospital. 

—¿Doctor esta bien mi esposa?— pregunto Elliot desesperado por obtener noticias de la salud de Candy.
—Tranquilos todo esta bien... La Sra. Green se encuentra perfectamente. Y el desmayo fue algo normal, a su edad y en ese estado pues no es muy recomendable pero esta bien— anuncio el doctor sonriendo.

—¿En su estado?— pregunto Elliot temeroso.

—Si... Felicidades la Sra. Green esta embarazada.— Dijo con voz segura a los familiares de Candy qué al escuchar se pusieron muy felices.

—Que alegría, felicidades Elliot vas a ser padre— le dijo Albert al chico que se quedó en shock.

—¿Pa-Padre?— repitió el joven bastante aturdido al saber que ese no era su hijo, si no el de... Terry. Pero no iba a decirlo y saliendo del pequeño trance sonrió fingiendo inmensa alegría.

—Que noticia más hermosa—le dijo la tía abuela al joven.

—¿Puedo... Puedo entrar a verla?— pregunto al médico.

—Si por supuesto sigame— le dijo mientras lo guiaba por largos pasillos.—Aquí es... Me retiro—Dijo el doctor.

—Hola...— Dijo Elliot entrando y saludando a la joven.

—Hola... Que paso ¿por que me desmaye?— pregunto confundida.

—Aun no te lo han dicho— Dijo pero más como pregunta sonó como afirmación.

—¿Decirme que?—pregunto ella a su vez un tanto tranquila.

—Que... Que... Que estas... embarazada— soltó de un solo golpe. Al momento que la información penetraba los oídos de ella, su rostro cambio de expresión.

—¿Que?— pregunto casi gritando.

—Si... Tienes nueve semanas de embarazo— le dijo desviando la mirada.

—Yo... ¿Ya lo saben?— pregunto.

—Si... Me felicitaron— le respondió poniéndose rojo.

—Perdoname... Jamás pensé que mi error llegara a estos extremos— Dijo preocupada.

—No es un error... Es tu hijo, nuestro hijo— aseguró sonriendo de medio lado.

—Pero...–trato de decir.

—Candy... Soy tu esposo, y lo que te pase a ti también me pasa a mi, así que por favor no digas cosas que son ilógicas. Soy tu marido y este pequeño no tiene la culpa de nada, es y será mi hijo tanto como el tuyo.

>>Le daré todo mi amor y jamás los dejare solos, ¿Me entiendes? Jamás... Acepte estar contigo en las buenas y en las malas, y ahora para ti estos momentos son difíciles. Pero juntos saldremos adelante, lo prometo.

>>Este bebé tendrá mi apellido y todo mi amor aunque no mi sangre, será mi primogénito y gozará de todos los derechos que ya por el simple hecho de existir en tu vientre, ha adquirido. Y eso nadie lo cambiará, yo seré su padre aunque no biológico, pero eso no importa, crecerá como yo siempre soñé criar a mis hijos.

>>Lo amaré, protegere, y jugare con él, le enseñaré muchas cosas; como es que se maneja un coche, como se utiliza un balón, le mostraré como cabalgar, lo llevare a un parque y volaremos un cometa, incluso le puedo dar consejos de como conquistar a una chica hermosa, le daré muchos regalos, se casará... Tendrá hijos y serán mis nietos... Todo eso yo lo voy a poder disfrutar pero... Él no, y eso nadie lo cambiará. Yo seré su padre—contestó con lágrimas en los ojos, sintiendo como su corazón se hinchaba de alegría y entusiasmo por pronto vivir todo lo que había relatado.

Palabras del corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora