Capitulo 2.

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La noche llego así como la mañana, tan rápida, tan acogedora.

Las lagrimas caían, venían del cielo y se deslizaban por sus mejillas. Se estrellaban con la tierra y con las sabanas. El furor de luces retumbantes en el cielo hacia estremecer la tierra, el dolor creciente en su pecho hacia estremecer su cuerpo. Ambos oscuros, pero para unos una tormenta es hermosa, para ella las tormentas eran hermosas; pero no siempre era así, no seria ni era. Ella era agua desbordante, ella era retumbar y estremecimiento, oscura y triste a veces. Envuelta en sueños y sabanas grises, por fuera la empatía de lo natural la acompañaban.

En desorden, en desorden cada cosa en su cabeza. Fluían ríos atraves de ella, ríos que iban a parar a volcanes, ríos que alimentaban volcanes.

En la oscura noche, un manojo de extraños retumbaban a través del cuarto. En la oscura noche, donde no se veía ningún atisbo de luz, las sombras bailando, dando saltos moviéndose en círculos, disfrutando y bailando al vaivén de las lagrimas en do menor, de los estragos en su pecho que eran como un retumbar de un jazz dulce y salado a la vez. Un blues. Saltos, revuelos, las sombras la acechaban, se regodeaban de ella o le expresaban gratitud a su modo.

Insistieron en que las acompañes al son del roce de las gotas cayendo, al Blues que se producía del conjunto armónico, todo roto: personas y naturaleza. Todos irreales y tan reales que los podía tocar, podía bailar con uno de ellos; el mas sonriente o el mas triste, quizá el menos danzarín o quizá el mas grande; todos dispuestos a disfrutar de ella, a unirse a su alma de un azul oscuro, su alma de un mar profundo. Dando vueltas, libertad.

Risas insonoras, llantos sin lagrimas, gritos ahogados; las sombras son aun mas desdichados que las personas, mas desdichados que ella. No habría manera en la que una sombra se liberara del estremecimiento de todo lo que vive, la parte triste de "la hermosa vida" que es en casi su totalidad.

Luciérnagas atraves de la ventana, son como una luna personal de cada uno. Katherine tenia 3. Tres lunas que brillaban en la oscuridad, tres lunas que intentaría conservar hasta dar el paso siguiente en el tiempo. Pegadas a la ventana, se movían imitando a las sombras, danzaban al igual que ellos, al igual que ella. Pero que querían ellos de ella. Solo seguían movimientos, solo se movían por que si. Ella no podía ser la razón de todo, no de eso, y en si no de nada.

Le gustaba sentirse libre, un peso en ella que la abandonaba. Mas sombras aparecían en la estancia. Mas recuerdos en su mente. Mas dolor en su cuerpo. Mas palabras a su confusión. Mas sentimientos invadiendo un cuerpo que ya no podía retener mas de ellos.

Un baile exquisito, irreal. Un baile de sueños o de pesadillas. Personas rotas, sombras tristes, sombras felices, sombras con miedo, sombras que dan miedo, luciérnagas que hacían papeles de luna, luciérnagas confundidas por el esplendor del baile y los sonidos ahogados que sin duda ellas escuchaban, sentimientos rebalsando de un cuerpo que giraba, palabras entrando en una mente en guerra. Todos bailan en un lienzo de color azul oscuro. Todos morirán al salir el sol. Al menos casi todos.

"Dormir, las sombras cansan, las luciérnagas cansan. Dormir."

-Tengo todo lo que quiero en mi mundo irreal, tengo todo lo que quiero en mi mundo que viene al anochecer; pero solo me hace creer que es mío, me lastima, juega conmigo.

Crónicas de una mente podrida, absurda y solitaria.Where stories live. Discover now