—Stiles, necesitas despertar —susurró Hannah agitadamente, sintiendo el cuerpo de Stiles temblando tempestuosamente debajo de ella. Puso sus manos en sus hombros, intentando calmarlo—. Amor, por favor. Estás asustándome, solo despierta.

Stiles empezó a mover los labios sin decir nada, aun inconsciente pero cada vez más desesperado. Era casi doloroso de ver. Sin saber qué más hacer, Hannah comenzó a moverlo frenéticamente para despertarlo. Funcionó, pero Stiles no despertó de golpe como Hannah esperaba.

En su lugar, el chico comenzó a llorar al instante sin voltear a verla, escondiendo su rostro con su brazo. Hannah se quedó estática un momento. Odiaba ver a las personas llorar, de verdad que sí, sobre todo porque nunca sabía cómo reaccionar ante eso. ¿Las abrazaba? ¿Las dejaba solas? ¿Cómo podía pararlo? Odiaba esa impotencia. Dubitativamente pasó sus brazos por el cuello de Stiles y suspiró aliviada cuando su novio envolvió sus brazos sobre ella y la apretó contra sí fuertemente. Hannah dejó que Stiles se tranquilizara, simplemente acariciando su cabello y dándole besos en cualquier parte de su piel que pudiera, cuello, mejilla, barbilla, oído...

Pasaron 600 segundos, Hannah los contó en su mente hasta que Stiles pudo formar una palabra entre el lío en su cabeza, aun así arreglándoselas para que su voz saliera rota y cargada de emoción.

—Mi madre —dijo, como si eso explicara todo, porque lo hacía.

Hannah sabía a grandes rasgos lo que le había pasado a la madre de Stiles, pues nunca Stiles la había mencionado jamás. Sabía que había muerto de una especie de enfermedad mental cuando Stiles era pequeño pero eso era todo. Se quedó callada, esperando a que Stiles continuara. Minutos pasaron hasta que fue posible para él poder hablar de nuevo, pero cuando lo hizo, era claro que estaba más calmado. Aflojó su agarre en Hannah pero no la dejó ir, después Hannah procedió a hacer lo mismo, alejándose lo suficiente para poder ver el rostro de Stiles.

Sus ojos marrón cálido estaban hinchados y rojizos, destacando la palidez de su rostro. Lentamente, Hannah acercó una mano a su rostro y lo acarició con su pulgar, limpiando el rastro de lágrimas que quedaban en su rostro.

—Estás triste —observó Stiles. No era una pregunta y la situación hizo a Hannah sonreír un poco al notar que Stiles acababa de tener un mal sueño y estaba preocupado por ella.

—Verte llorar me pone triste —admitió Hannah en voz baja, subiendo su mano para acariciar el cabello de Stiles—. No quiero verte triste nunca.

—Casi nunca estoy triste.

—No —coincidió Hannah—. Pero cuando lo estás me rompe el alma —hizo una pausa—. Stiles, háblame.

Stiles abrió la boca como si fuera a decir algo para evitar el tema pero la mirada de Hannah le hizo pensarlo dos veces. Un minuto después, suspiró, rendido.

—Hoy se cumplen años de que murió. Mi madre.

—¿Cuál es tu recuerdo favorito de ella? —preguntó Hannah, intentando distraerlo y animarlo un poco; funcionó. Stiles sonrió levemente, sabiendo lo que Hannah estaba haciendo hasta que esa sonrisa se transformó en una que abarcaba toda su cara.

—Halloween. Siempre conseguíamos disfraces a juego. Algunos niños se burlaban y las madres sentían lastima por la mía pero a los dos nos encantaba.

—¿Qué tipo de disfraces? —Hannah inquirió, regresándole la sonrisa a Stiles.

—Oh, de todo tipo. Fuimos Batman y Robin, Leia y Han Solo, Peter Pan y Wendy, Cruella De Vil y un dálmata...

—Owww, necesito ver fotos —exigió Hannah—. Si eres adorable ahora no quiero imaginarte disfrazado de dálmata.

—Cállate —dijo Stiles, sonrojándose.

Running /Teen WolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora