Diecisiete

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Pasaron los días y Marcus y Sara se veían cada vez más unidos. Pasaban cada recreo juntos y se veían de 12 pm a 2 am.

Marcus había descubierto que la madre de Sara murió de cáncer de mama hace 4 años. Desde ese entonces, la chica había decidido cambiar, y dejó de ser tierna pra convertirse en alguien "ruda".

Ruda entre comillas porque Marc sabía que Sara seguía siendo un amor en el interior, pero por el momento, sólo él podía verlo.

Ya todos habían olvidado el asunto del vídeo de la chica, aunque de vez en cuando, los dos paseaban por los pasillos y escuchaban su nombre entre los cuchicheos.

A ella no le importaba, tenía ahora un buen amigo a su lado que la apoyaba, y que a pesar de su acné, la hacía reír como nadie.

—A veces me da miedo que te hayas ganado mi confianza en tan poco tiempo.—le dijo él a ella una tarde calurosa.

Sara tenía su cabello, ahora blanco amarrado en una coleta alta y unas gotas de sudor se deslizaban por su cuello.

—A mi me da miedo que me sigas acompañando a todos los lados a los que voy ¡Pero no te digo nada! Así que cierra tu bocota.

—¿Se te olvida que eres tú quien me pide que la acompañe?—respondió divertido y con una pequeña sonrisa en sus labios.

—A veces tengo muy mala memoria.

—Lo sé...

—¿Marcus?—la voz de Sara de repente sonó tambaleante.

—Dime, Sarita.

—Yo no quiero olvidarte...


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HOLAAA.

Sólo vengo a avisarles que, si desean que les dedique un capítulo pueden comentarlo ahí abajito. Eso es todo, bye. xoxo

Trazos en la paredDonde viven las historias. Descúbrelo ahora