Prefacio.

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Día frio, algo ya natural que logra erizar mi piel, estando dentro de un lugar caliente y con una taza entre mis dedos que está enfriándose poco a poco. Pero aún así veo por mi ventana como los copos de nieves caen y como se unen entre sí, tantos que se considerarían poblaciones, pero qué más da.

Mi teléfono empieza a vibrar mostrándome una llamada entrante de mi mejor amiga, Charlize.

—"Hola querida Liesel, ¿dónde estás? Te estamos esperando para entrar al club" —Se escuchan ruidos detrás, lo que significa que está en donde prometimos quedar, aunque ella no sabe que tomé la decisión de no ir.

—No iré Char, no tengo ganas de salir, mejor me quedaré en casa —le digo mientras tomo un sorbo del té que preparé hace unos minutos. Té que ya está frío, como lo predije.

—Esel, debes venir, debes salir de tu casa al menos una vez a la semana y que no sea para tu trabajo. Ven, vamos a divertirnos, además aquí está Nathan, ven va... —Presiono el botón de finalizar la llamada, y acabo con la comunicación sin responderle nada a Charlize, porque sé que no se rendirá.

Nathan, todo lo que más quiero es alejarme de Nathan, aunque Charlize no lo sabe. Él es parte de todo esto, de mi encierro, y ese recuerdo hace que me encierre más.

Su risa me hacía recordar donde estaba, su risa melódica y sus preciosos ojos café que al ser tan ordinarios me encantaban.

Ven, Esel, vamos a jugar —dice acercándose como si fuera un animal a punto de tomar a su presa, niego con la cabeza y él sigue caminando hacia mientras sonríe y en un momento corre en mi dirección.

Empezamos a correr, él persiguiéndome a mí, en un parque, teniendo el cuidado suficiente de no caer, ya que todo está cubierto de una capa blanca, a lo que se hace llamar nieve.

Corro ya con dolor en mis piernas y aprovecho de ir adelante para esconderme detrás de un árbol, retrocedo al ver su figura e intento camuflarme lo más posible y aguantar las pequeñas risas para que no me vea.

Esel ven acá, muñeca te voy a encontrar —Río por lo bajo, no quiero que me descubra, sigo retrocediendo hasta que choco con algo o alguien.

Oh, discúlpame —susurro al girarme, y veo un hombre observándome con lágrimas en los ojos, pero me mira como si estuviera calculándome, viendo y examinando cada detalle de mi rostro y mi cuerpo, lo que logra colocarme incómoda, pero aun así puedo decir que tiene unos hermosos ojos azules.

No se disculpe señorita... Sólo debe pagarme para perdonarla —dice, y su voz es ronca, aterradora, mis vellos se erizan y no tengo tiempo de reaccionar, cuando me toma de la cintura con una mano y con la otra de la nuca colocándome contra el tronco del árbol que está a su lado, acorralándome.

Todo sucede en un segundo, y en ese segundo siento los labios de ese hombre sobre mis labios. Pataleo y trato de zafarme, pero su fuerza es incomparable, hasta que muerdo su labio inferior con fuerza. Él gime de dolor soltándome para tocar su labio herido, mientras escupo al suelo con rabia y las lágrimas no tardan en aparecer.

¡Aléjese de mí! ¡Arg, qué asco! Escupo con rabia e impotencia mientras que lo observo con furia, y él sólo se limita a tomar su labio inferior con una sonrisa ladeada y ojos soñadores.

No creo que sea posible el hecho de alejarme de usted, vuelva a morderme —pide mientras que sonríe y ahora entiendo que es un enfermo, empieza acercarse a mí y no pierdo tiempo para empezar a correr.






Me encantaría decir que encontré a Nathan y él alejó a ese hombre de mí, me encantaría decir que me defendió, o que me tomó y nos largamos de allí. Pero no, eso no pasó, sólo paso que lo encontré y le dije la verdad, lo que había pasado, pero eso sólo hizo que se riera de mí, me dijo que estaba delirando y que viera a mi alrededor, que no había nadie, se burló de mí.

Y me encantaría decir que desde ese día nadie cree que estoy loca, que delito. Pero qué más da, tomé mis cosas y me fui a mi apartamento caminando, no quería ver a Nathan, sé que ese hombre era real, sé que lo vi, sé que sentí sus labios contra los míos.

Pero nadie me creyó, y no sólo eso, lo sigo viendo, antes de entrar al trabajo una vez lo vi, detrás de mí observándome. He hablado con la policía, pero no me creen. Sé que es cierto, lo veo cada vez que salgo de mi apartamento, lo veo caminar detrás de mí, lo siento...

Y sé que no estoy loca...

Dulce Estocolmo. © #MMA2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora