18 "Camila, playa ¿Celos?"

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La vez siguiente que Damian envió un tiro alto, corrí hacia él, salté tan alto que me pareció imposible y le di un golpe tan fuerte a la pelota que la mandé a una esquina. Mientras volvía a la línea de fondo, mire a Nacho de manera triunfante.

Durante todo el tiempo, Tito me miraba sin quitarme los ojos de encima.

Nunca me ha visto jugar tan duro, pensé. Mi estilo habitual era jugar con golpes sólidos, desde la línea de fondo a la espera de que mi oponente cometiera un error o me dejara espacio suficiente como para colocar una pelota que lo sobrepasara. Yo no era el tipo de jugadora que siempre subía a la red. ¡Es increíble lo que la ira puede hacer por uno! Pensé al arrojar una pelota a través de la cancha, quedando en la otra punta.

Y el peloteo continuó. Una vez, Nacho corrió hasta la red en forma muy agresiva y la pelota rebotó detrás de él. Me precipité a través de la cancha, la levanté y con un golpe ligero me las arreglé para mandarla del otro lado de la red. Nayar se volvió y me miró sorprendido.

— ¡Buen tiro!— Me dijo— Parece que sabes moverte.

— Creo que ya se me fue el síndrome del avión— Le dije mientras pasaba cerca de él.

No pude dejar de sonreír tan pronto como él se dio vuelta. ¡Me sentía muy bien! Era como si recién me hubiese despertado de una larga siesta, con una cantidad tal de energía que no sabía qué hacer con ella. Durante los últimos meses el tenis había sido para mí un pesada carga, pero ahora tenía frente a mí algo que valía la pena, aun cuando no fuera más que demostrarle a Ignacio Nayar que yo no era la pequeña niña llorosa que el creía.

Una hora después dejamos de pelotear.

— No resultaste tan mala, al fin y al cabo— Comentó Nacho cuando nos acercábamos a nuestros entrenadores.

— Vos tampoco— Le dije con tono amistoso, mientras me ponía el buzo sobre los hombros.

— Hey—Me dijo en voz muy baja—Me retracto de lo que dije, que no quería ser tu pareja. Creo que podemos llegar a formar un buen equipo.

—¿Gracias?— Conseguí tartamudear.

Yo había bajado la guardia porque me estaba tratando como a una persona.

Cuando nos disponíamos a salir de la cancha, noté por primera vez que una multitud se había juntado para ver cómo jugábamos. Había estado tan concentrada para no hacer un papelón, que no me había dado cuenta de los espectadores. Hacia meses que no podía concentrarme tanto.

— ¿Ustedes dos van a ser compañeros de dobles mixtos?— Nos preguntó alguien cuando salíamos del club.

— ¿Jugarán juntos en el campeonato la semana que viene?— Preguntó otra voz.

— La semana que viene ganaremos el campeonato—Le corrigió. Se volvió hacia mí—Veni, vayamos a tomar una gaseosa o algo, me hiciste rtabajar demasido.

En ese mismo momento, vimos a Camila. Venía hacia nosotros y sólo traía puesta una minúscula bikini turquesa y sobre ella, una salida de playa de encaje blanco.

— Hola hermana mayor— Me dijo sonriendo con dulzura.

— ¿Qué haces acá?— Le pregunté fastidiada al verla tan fresca cuando yo me sentía toda pegajosa.

Cami posó sus grandes ojos verdes en Nacho y después me preguntó.

— ¿Ni siquiera me vas a presentar a tu nueva pareja?

— Supongo que si— Le dije con rencor— Nacho, ésta es mi hermana menor, Camila. Ahora— Dije volviéndome a ella— ¿Que estas haciendo acá? Creí que tenías que estudiar hasta el mediodía.

— Vine a estudiar junto a la pileta— Dijo sin sacarle los ojos de encima a Nacho— No tiene ningún sentido ir a la playa si no tenes un chico simpático que te acompañe.

Cuando se alejaba, Nacho le gritó.

— Avísame cuando quieras ir a la playa, conozco las mejores.

Camila se volvió y le sonrió de todo corazón.

— Bárbaro, me encantaría ir con vos.

Luego se alejó cantando por lo bajo. Nacho se quedó mirándola hasta que desapareció en una esquina.

— Tu hermana es muy linda— Me dijo, sin quitar los ojos todavía del edificio detrás del cual había desaparecido ella.

— Aunque parece mayor, sólo tiene catorce— Le dije— Así que no te hagas ilusiones.

— Tengo la impresión de que no queres que valla a la playa con ella ¿Es así?— Preguntó.

— Estás en lo cierto.

Me miró de arriba abajo.

— ¿Y eso es porque no queres que ella se involucre conmigo o por que sos vos la que queres ir a la playa en su lugar?

— ¿Yo?— Tartamudeé avergonzado— Personalmente, prefiero ir a la playa con Drácula. En cuanto a Cami, no quiero que se meta en algo que no sabrá manejar.

— Ella tiene el aspecto de saber cuidarse de si misma— Me dijo— Contame ¿Ella también es tan sobreprotectora con vos cuando vas a salir con alguien?

— Escucha— Le dije sintiendo que me temblaba la voz— Vos y yo tenemos que jugar juntos al tenis y eso es todo. Apreciaría mucho si el resto del tiempo me dejaras tranquila.

— De acuerdo— Dije riéndose — No pierdas la paciencia. De todos modos, no me importan tus profundos y oscuros secretos. Te veo mañana.

Abrí la puerta del vestuario de mujeres y permanecí allí empapada, en el silencio y la seguridad del lugar. Durante unos minutos, Nacho y yo habíamos empezado a llevarnos bien. Hasta había empezado a respetarme como jugadora de tenis. Pero entonces apareció Camila y se había derretido por ella.

Caminé hasta el banco que se encontraba frente a mi casillero y me senté allí. Me puse a pensar en lo que había dicho Nayar. ¿En realidad estaba enojada porque se había interesado en ella y no en mí? ¿O era simplemente porque Nacho Nayar era un matoncito engreído que me ponía furiosa cada vez que abría la boca? Después de pensarlo durante algunos minutos, decidí, que efectivamente, me molestaba porque era un matoncito.

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