Capítulo 17

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¿Alguna vez habéis tenido la sensación de que algo malo va a pasar? ¿De que algo, lo que sea, va hacer que vuestras vidas den un giro de ciento ochenta grados? Dentro de lo que cabe, nunca había sentido nada parecido a lo que sentía ahora

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¿Alguna vez habéis tenido la sensación de que algo malo va a pasar? ¿De que algo, lo que sea, va hacer que vuestras vidas den un giro de ciento ochenta grados? Dentro de lo que cabe, nunca había sentido nada parecido a lo que sentía ahora. Era como si alguien estuviera presionando mis entrañas con algo pesado y no me dejara respirar.

Estaba de los nervios.

Aunque intentaba auto convencerme de que las amenazas de Amber estaban vacías, algo me decía que las cosas iban a acabar muy mal. Fuera lo que fuese, entré en la clase de trigonometría con la cabeza bien alta. Mientras me dirigía a mi sitio, me encontré con la mirada fría y egocéntrica de Amber. Estaba asesinándome con la mirada, pero si algo había aprendido estos meses, había sido a ignorar a gente como ella, así que eso fue exactamente lo que hice.

La clase en sí pasó más lenta de lo habitual, quizás por las notitas por parte de cierta persona que no paraba de recibir. Algunas estaban bien, parecían amenazantes incluso. Pero otras rozaban la psicopatía, y eso sí era alarmante. De todos modos, dejé claro que sus palabras no me afectaban. Por cada vez que una nota aterrizaba en mi mesa, mis dedos se lo pasaban en grande haciéndola trizas. 

Después de la quinta, éstas dejaron de llegar.

Punto para Aria.

Me dirigía hacia la cafetería cuando un cuerpo colisionó con el mío, impidiéndome el paso. Miré hacia arriba y me encontré con los ojos avellana de Blake. Eran inexpresivos, y eso me asustaba un poco. Aun así, le sonreí como si nada.

—¿Podemos hablar?— preguntó mientras buscaba un lugar libre de personas.

—Claro— tragué el nudo que se estaba formando en mi garganta y lo seguí hasta el viejo gimnasio.

Cogió una silla del montón y la arrastró hacia dónde yo estaba. Imité sus acciones y me senté en frente suyo. Pasaron tres segundos sin que ninguno de los dos abriera la boca.

Cinco. Ocho. Diez. Quince.

—Tenías razón— dijo rompiendo el silencio. —Sobre Taylor, digo. Quedamos ayer y me lo contó todo. Gracias por el consejo.

—No hay porqué darlas. Ahora... ¿Me dirás la razón por la que estamos aquí?— me mordí el labio, intranquila. Si Blake quería hablar seriamente, entonces algo malo estaba pasando.

Soltó una risa temblorosa parecida a un suspiro.

—Yo... Bueno, he estado pensando que...

—¿Qué...?— lo animé a continuar.

—Que deberías dejar de salir con nosotros.

El aire se escapó de mis pulmones. Me quedé congelada. Un puñetazo me habría dolido menos. A esto me refería con el presentimiento de que algo iba a pasarme. Pero no pensaba que sería tan pronto. Tampoco esperaba que Amber estuviera en lo cierto. ¿Qué debías decir en casos como este?

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