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“Hazles saber que no estás tarde, que tienes miedo

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“Hazles saber que no estás tarde, que tienes miedo. Vive tu vida, no te arrepientas. Déjennos volar lejos…”
[Realize – CNBLUE]


El timbre despertó a Jay, se removió entre las sábanas para dormir de nuevo.
El timbre otra vez.
Tuvo que suspirar y sentarse en la cama con un gruñido, pero escuchó la puerta de entrada cerrarse.
– ¿Jay? – escuchó la voz de Charlotte.
Se frotó los ojos, levantándose.
– ¿Jay estás en tu habitación?
Ella entró, topándoselo de frente, y en ropa interior. Se tapó los ojos al verlo dentro de un interior estilo short.
–Perdón… yo no quería entrar así…
–No importa. – la abrazó besando su frente. –Buenos días.
Se mantuvo abrazándola por un rato, en el que ella balbuceaba “lo siento”, y él agradecía a los cielos que ella supiese su código de seguridad.
–Voy a lavarme los dientes y a darme una ducha, si quieres me esperas aquí o en la sala. Te quiero, Calabaza. – le sonrió.
Antes de que pudiese chistearle, huyó al baño.
Luego de unos minutos Jay salió con la toalla puesta, ignorando a una sonrojada Charlotte que miraba su espalda y sus tatuajes húmedos aún por el vapor.
–Hoy tengo que…
–Tienes que ir al estudio. – soltó ella.
La observó.
–Sí. Gracias. – soltó una risita, y la toalla.
–Jay por dios…– Charlotte corrió fuera del cuarto.
Al salir, gracias al cielo con ropa, Jay besó los labios de Charlotte. Ella lo miró haciendo un puchero.
–Tsk…– sonrió. –Cuándo te hice el amor hace un tiempo, no estabas roja por la vergüenza, sino por otra cosa…
Ella lo ignoró mientras iban por el ascensor, y todo el camino hasta el auto, y hasta varios minutos una vez dentro del auto. Jay carraspeó.
–Anoche en la reunión con los chicos apostaron una cita contigo mientras jugábamos póker.
Fue entonces que Charlotte levantó la vista de su móvil.
– ¿Qué?
–Lo que escuchaste. – bajó la mirada.
– ¿Quién propuso eso?
–Tu querido Sunghwa.
Algo punzó dentro de ambos. En Charlotte fue verse entre la espada y la pared, en Jay fueron los celos.
–El muy maldito de Sunghwa…
–Jay. – lo paró ella. Los dos se miraron.
–Él parece estar muy interesado en ti.
Él no la vio sonreír porque su vista iba fija en la carretera.
–Estás celoso…
Volteó a verla.
–Sí. Bastante. – admitió.
La chica tomó su mano.
–Y… ¿quién ganó la apuesta?
–ChaCha, para mi suerte dijo que no eres su tipo. Eso y que no quiere perder sus pelotas.


–Creo que terminamos por hoy. – sonrió ChaCha.
Lanzó los auriculares a la mesa de mezclas y se dejó caer de espaldas en el asiento.
–Charlotte…
– ¿Hm? – murmuró ella medio dormida.
– ¿Qué hora es?
–No lo sé, Chase. – le agradaba de alguna manera que con él podría hablar inglés fluidamente, al igual que con Jay.
–Son las once de la noche. – soltó Jay saliendo de la cabina de grabación. – ¿Ya todo está listo?
–Casi. El resto del trabajo me queda a mí.
–Bien, quiero sacar a comer a Charlotte.
La susodicha abrió los ojos. De tanto esperar todo el día, se quedó dormida de a ratos en el sofá, pero eso la sacó de su sitio.
ChaCha los miraba sonriendo.
–Vayan a su cita, yo pediré algo a domicilio.
– ¿Quieres que pida algo para ti? – Jay sacó su teléfono. –Vamos, debes tener hambre.
–Qué lindo. – el moreno hizo ojitos. –Pizza o una hamburguesa Whopper gigante para mí.
–Ya la pido. – tecleó el número de un restaurant de comida rápida, llevándose el teléfono a la oreja. –Señorita, vamos al auto.
Charlotte se despidió de ChaCha con un beso en la mejilla y se fue con su jefe.
Una vez dentro del auto, miró de reojo a Jay, quién manejaba en silencio escuchando la música en la radio.
La llevó a un TacoBell.
– ¿Qué vas a pedir? – preguntó Jay riendo mientras hacían su pedido por el  drive-thru.
–Un burrito. – se echó a reír ella. –Qué romántico.
Él le guiñó un ojo.
–Dame tres burritos para ella. Come mucho.
Una vez con la comida en bolsas fueron a casa de Jay, se lanzaron en el sofá a ver una película romántica con Lee Min Ho que encontraron en un canal nacional, y empezaron a comer.
– ¿Por qué no dejaste que Gray produjese la canción como decía en el cronograma?
–Porque estoy de malas con él ahora. – dijo mordiendo su quesadilla.
Charlotte tragó la comida mirándolo de reojo.
– ¿Quieres hablar de eso?
– ¿Por qué?
–No lo sé, creo que es porque las parejas normales hablan sobre sus inseguridades, Jaebeom.
El tatuado rio tapando su boca.
–Me encanta cuando te pones sarcástica. Aunque pase muy poco, igual que tus momentos sexys.
La pelirroja frunció el ceño y pateó su pierna.
–Puedo ser sexy.
–Sí, claro.
–Por supuesto que sí, Jay.
–Calabaza, puedo contar con mis dedos cuantas veces has sido sexy desde que te conocí.
Ah, eso era todo, maldito bastardo.
Charlotte se le sentó encima, mirándolo a los ojos y consiguiendo que los nervios carcomieran a su jodido idol tatuado.
– ¿Estás seguro? Entonces suma otro dedo, o quizás dos… – se acercó a su oído y mordió el lóbulo. –…o tres.
Al escuchar esa insinuación, Jay juraba que el corazón se le iba a salir por la boca. O por el culo.
– ¿No dijiste que íbamos a celebrar el éxito del concierto en tu bañera?
– ¿Y la comida? – murmuró besando los labios de su chica.
–Puede esperar.
Luego Jay limpiaría el desorden en su baño.

爱 (ai) | jay parkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora