Heridas profundas

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Me desperté sobresaltado, Miré a mi alrededor sin entender lo que pasaba.

Había tenido una pesadilla, con ese hombre...

Mi reloj marcaba las 1:19. Vi a Evan, seguía inconsciente.

-Hey.

-Aaagh.

Se despertó y me miró, estaba moribundo, le tomó unos minutos darse cuenta de lo que pasaba.

-No siento mi pierna.

Intentó tocar su pierna pero no sintió nada, se fijó nuevamente y se dio cuenta de que su pierna no existía.

Intentó gritar, pero no pudo. No tenía fuerzas y había perdido mucha sangre.

-Intenté llamar a laboratorios, pero mi celular no funciona. Voy a buscar ayuda y volveré por ti, quédate aquí y espera, no estás en condiciones de caminar.

Evan asintió con la cabeza e intentó calmarse. Estaba en shock por lo de su pierna.

Salí del arbusto y me detuve en el camino. La ruta estaba como a cinco kilómetros de ese lugar, ¿A dónde pensaba ir? La única opción que tenía era la base. ¿Y si estaba ocupada por los hombres de negro? ¿Qué iba a hacer cuando llegara? ¿Matarlos? No podía, no quería. Pero tenía que hacerlo por Evan. Era la única opción que tenía. Agarré el arma y me dispuse a ir.

Eran la 1:58 cuando llegué, la base estaba en funcionamiento y había soldados vigilando. Me alegré, estábamos salvados.

O eso creía hasta que escuché disparos de una M16.

-¡Mierda!

Trepé una duna y la usé de cobertura.

Las balas no estaban dirigidas hacia mí, no me habían descubierto. Me asomé y vi como acribillaban a un grupo de soldados y científicos y torturaban a otros. La otra mitad del objeto estaba siendo estudiada por un grupo de personas.

Vi un coche al lado de la entrada.

-Bingo.

Una mujer estaba vigilando la entrada, me acerqué sigilosamente por el costado y apoyé el arma contra su cabeza.

Mis manos temblaban, posiblemente iba a revivir la experiencia del camión. Eso si no me mataban antes.

-Haces un ruido y te hago volar.

Intenté ser firme con lo que dije, pero no podía disimular mi miedo.

La mujer seguía mirando para adelante de una forma pacífica, como si no le importara que le estuviese apuntando. Eso me puso más nervioso.

Cuando me dispuse a acercarme al coche se dio vuelta rápidamente, apartó el arma de su cara, giró mi brazo por mi espalda y rodeó mi cuello con su brazo.

-¿Te crees muy listo, eh?

Empezó a sonar una alarma, y los hombres de negro comenzaron a acercarse.

Me puse nervioso, me iba a matar. Mordí el brazo de la chica y la obligué a retroceder. Le apunté y un segundo después explotó en mil pedazos.

Un líquido recorría mi mejilla, pero lo distinguía si era una lágrima o sangre de mi nueva víctima. Era un asesino.

Me subí al coche, los soldados habían rodeado la entrada. Aceleré y empezaron a disparar, me vi obligado a agachar mi cabeza. Pincharon las ruedas del coche pero pude mantener el control, atropellé a unos cuatro soldados, dos salieron volando, uno fue apastado por el coche y otro cayó en la parte trasera del mismo.

El ObjetoWhere stories live. Discover now