Pájaros y cicatrices.

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Pasaron tres días desde el supuesto beso de Charles y Regina. Alaska y Marie seguían sin hablar con ellos y tampoco ellos hablaban mucho pues los veían mal, a veces Regina estaba con Charles, a veces con Leonard y Charles, a veces estaba sola.

Regina se sentaba a comer con Charles y Leonard, a una distancia bastante exagerada de Charles pues podía sentir las miradas asesinas de Marie, que seguía siendo novia de Charles. Después, se sentaba en el suelo de uno de los largos pasillos a leer, cerca de su siguiente clase para poder llegar más rápido.

Y leía. Los libros eran su única compañía en ese momento y la verdad era que no se quejaba, al contrario. Disfrutaba de esa compañía más que la de ninguna otra persona.

El primer día de los tres que habían pasado, Hazel y su cola (sus tres amigas que la seguían a todos lados) se le acercaron e interrumpieron su lectura, haciendo que ella se enojara demasiado.

—¿Porqué no te vienes con nosotras, primita?

—Gracias, pero prefiero estar sola. — contesta y regresa a su lectura.

—¿Estás haciendo como que es mejor estar sola o que?

—Y tú estas haciéndote la inocente después de dejarme sin amigos, ¿o que?— dice Regina, intentando por segunda vez, retomar su lectura. —Mas vale sola que mal acompañada, ¿no? Corrijo, mas vale un libro que mal acompañada.

Las tres hacen cara de ofendidas y se alejan por el pasillo bastante molestas, Regina se burla y está vez si retoma su lectura.

Un día después de eso, Regina estaba sentada en el piso leyendo uno de sus libros y Alaska se sentó a su lado, ella la ignoró y siguió con su libro.

—Charles y Marie arreglaron las cosas. No podía estar ni un minuto más ahí y quería arreglar las cosas contigo.— esta vez Regina si levantó la cabeza. —Escuché todo lo que pasó, no sé como creí que podrías hacer eso y perdóname. Me puse muy celosa y creo que Charles se dio cuenta, pero eso no importa cada vez me doy cuenta que no siente nada por mi, sólo soy su amiga.

Regina pone cara triste sintiéndose culpable por eso.—Esto terminó por matar su amor ¿no es así?

— Tranquila, no puedes matar algo que ya está muerto.

Las dos se levantan y juntas van a la cafetería, donde están Leonard, Marie y Charles sentados comiendo.

—Me alegra que hayan arreglado las cosas los cuatro. Esto fue peor que cuando se divorcian tus padres. Dice Leonard, todos se ríen y siguen con la comida.

Después de la escuela, Regina volvió a su casa un poco más feliz, sus amigos eran de nuevo sus amigos pero su casa seguía siendo sólo eso, una casa. Una gran construcción con muebles que cada vez se sentía más sola y fría.

Abrió la puerta y un sabroso olor a canela inundó su nariz, en ese momento supo que era el café de olla que su abuela sabia preparar, se acercó más a la cocina cada vez más feliz. También llegaba un delicioso olor a mole y la risa de su hermano que no se escuchaba desde que Regina de había escapado inundaba la cocina. —¡Regina! Llegaste.

Está se sorprendió pero al mismo tiempo se emocionó de que su hermano le hablara nuevamente, así que entró a la cocina y efectivamente su abuela estaba en la cocina, preparando una deliciosa cena.

Los secretos de la realeza.Where stories live. Discover now