Mestizos y sangre roja.

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Regina camino cincuenta pasos del jardín a la entrada del castillo. Se quedo sorprendida. El piso era blanco, brillante y hasta empezó a pisar más despacio pues parecía que era de porcelana y se iba a romper si daba un paso fuerte.

Caminó por el largo pasillo con muchas puertas, sobre el pasillo había un candil enorme que parecía de oro, al centro de dos pasillos del segundo piso. Cuando se acabaron las puertas todos estaban ahí, había más de doscientas personas. Los de segundo año estaban felices, se abrazaban y saludaban, los de primero estaban igual que ella y Amy, viendo el castillo en silencio.

—¡Silencio, por favor!— se escuchó una voz por unos altavoces, todos guardaron silencio. Regina estiro el cuerpo para ver a la dueña de la escuela en una tarima con un micrófono en la boca. Tenía el pelo corto y blanco y la cara muy arrugada, tenia los ojos de un brillante color avellana que estaban maquillados con una sombra rosa claro, llevaba un hermoso vestido largo un poco justo de color dorado. —¡Bienvenidos!—

Los de segundo años gritaron eufóricamente y brincaron los de tercero que estaban sentados hasta delante los miraron, algunos solo estaban esperando terminar el curso para ser coronados o para casarse. Los de primero se aferraban a su bolsa como si la vida se les fuera en ello.

La maestra pidió que los de primer año se formaran pegados a la pared azul con una pintura de los cuatro primeros reyes de los cuatro reinos y les iban a repartir los horarios. Las dos se pusieron a buscar la fila de la izquierda y se formaron ahí.

Alaska caminó rápido hasta el frente de la primera fila, donde estaba Matilda hasta el frente ordenando a todos.

—¡Síganme chicos, vamos a su primer clase!— dijo Matilda, los que tenían otra clase se fueron con otra tutora y empezaron a caminar todos en fila, les entregó a cada uno un papel con su horario de toda las semana y los llevó a un salón que tenia baúles de madera para cada uno y cada uno tenía tallado las iniciales de todos.

Alaska encontró su baúl de madera brillante, tan oscura que era casi negra, en la parte de arriba tenia una grabado con dorado AE, guardó sus libros y fue a donde estaban todos.

Todos también acomodaron sus cosas y se fueron a su primer clase, danza.
Cuando llegaron la maestra se presento como la señorita Hazel.

Los acomodó a todos por parejas, a las chicas les puso un libro en la cabeza. «Es para practicar antes de la tiara, si se les cae su tiara puede romperse, es mejor un libro viejo.» dijo mientras les ponía un libro en la cabeza a dos chicas rubias que cuchicheaban.

—Muy bien, pónganse enfrente de su pareja. Chicos, ofrézcanle la mano a las princesas.— dijo la maestra poniendo un ejemplo, estiró la mano con la palma hacía arriba y todos la siguieron. —Pongan su mano sobre la de su pareja y acérquense, la mano del hombre va en la espalda, cerca del corazón y la otra de la chica en el hombro.— todas las parejas hicieron eso. —Muy bien, excelente. Ahora los chicos, con la pierna derecha para atrás y las chicas con la izquierda hacía adelante y luego para atrás y adelante, formen un cuadrado.— la maestra empezó a bailar sin pareja para ponerles el ejemplo, todos la observaron.

Una lenta y suave música empezó a sonar, la maestra también se puso un libro y todos empezaron a bailar. A las chicas se les caía el libro una y otra vez, daban dos pasos y tenían que agacharse a recogerlo, pero después de mas o menos quince minutos dejaron de caer tantos libros, de vez en cuando se caían uno o dos.

Los secretos de la realeza.Where stories live. Discover now