—Bien, esperaremos aquí —dijo papá.

      
Entré al apartamento y encontré a Lorianne charlando con sus padres, sentados en el sofá.

—Chad —dijo ella—, ¿te nos unes? Justo hablábamos de ti.

—No me uniré para hablar de mí mismo —les sonreí y sus padres rieron.

—Sólo acompáñanos un rato —dijo Giselle, su madre.

—Es que mis padres querían ir a desayunar —me excusé.

  
Al instante me di cuenta de mi error.

—¡Genial! —exclamó Lorianne— Entonces vamos todos.

Sus padres se pusieron de pie y ella igual.

—Pueden esperarnos afuera un momento, ya saldremos —dijo, sonriéndole a sus progenitores.

Cerró la puerta y su sonrisa se borró.

  
—No soporto más esto, odio fingir que todo está bien con ellos —se llevó las manos al rostro.

—Será sólo por hoy. Pronto pasará y tendrás que dejar de fingir. Ahora, vamos afuera, que nos están esperando.

Asintió de mala gana.

Tomé un abrigo, mi billetera y mi celular, para luego salir del apartamento con la pelirroja, recibiendo una sonrisa de nuestros padres.

—Vamos.

Lorianne me tomó de la mano y todos entraron en el elevador, para dirigirse al piso de abajo.

  
Cuando la puerta del elevador se cerró, escuché otra voz llamando a mi nombre. Giré mi cabeza hacia la dueña y encontré a Ashley, mirándome algo incómoda.
Inmediatamente solté mi mano de la de Lorianne; yo le había dicho a Ashley que ella era mi amiga solamente.

—Hey... —saludé— Oh, Ashley, ella es Lorianne, mi... amiga. Lorianne, ella es Ashley, la vecina del piso de arriba.

—Un gusto —dijo la rubia. Lorianne solo asintió—. Entonces... ¿Vas a salir?

—Sí, tuve un imprevisto con mis padres y sus padres y ahora debemos llevarlos a tomarse un café o algo.

   
Ella alzó sus cejas, como pidiéndome que agregara algo más. Fue ahí donde recordé lo otro.

—Oh no —llevé una mano a mi frente—, había olvidado que desayunaríamos juntos... Discúlpame, de verdad.

—No hay problema —negó la cabeza y me sonrió—, en serio.

—¿Crees que podríamos ir otro día? —asintió.

—Puedes venir más tarde a mi apartamento y lo organizamos bien.

—Claro —le sonreí.

—Bien, nos vemos Chad. Adiós Lorianne.


Se giró y subió las escaleras de vuelta a su apartamento.

—Esa invitación me huele a algo más —dijo Lorianne cuando entramos al elevador.

—¿A qué?

—Ya sabes... —la miré atento— No, no sabes. Olvídalo. ¿Cuándo la conociste?

—Ayer, mientras esperaba mis llaves para entrar a mi hogar.

—Entonces agradéceme —fruncí el ceño, confundido—. Ya sabes, de no haber sido por mí, nunca le habrías hablado —reí.


Después de eso, el elevador quedó en silencio.

—Oye —dije, luego de unos segundos—, sobre lo de ayer con tu teléfono, yo la verdad lo siento, yo...

Bienvenida Otra VezWhere stories live. Discover now