7. VIDA

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[...]

Al principio estaba un poco asustada, pero pronto se me pasó y me puse a hacer la comida y a airear un poco el dormitorio. Simplemente me había sentado mal el Zyprexa. Nada más.

—...que esta mañana ha aparecido muerta en el piso de su casa. Tenía treinta y seis años y las pruebas indican que se trata de un asesinato, aunque la policía recalca que todavía no tiene ningún sospechoso. La víctima, Winona Zakatsipoulos llevaba diez años viviendo en la ciudad de Áspid. Quizá algunos todavía puedan recordarla por su cargo en la secretaría del Jefe del Gobierno, hace doce años.

Alguien nos contó que Winona había muerto desangrada al clavarse el cepillo de dientes en la garganta.

—Pero no sabemos si se lavó los dientes con la mano izquierda o con la mano derecha —añadió el teniente Rudy—. Si se los lavó con la izquierda fue asesinato, y si se los lavó con la derecha fue suicidio.

—Oye, Pot. Me gustaría preguntarte algo. ¿Tú sabes algo de una oveja rosa?

—Pues no. No tengo ni la más puta idea de lo que me hablás.

—Am... de acuerdo. —Parecía decir la verdad, así que insistí un poco más en el tema—. Oye, ¿y recuerdas cuándo empezaste con tu manía esta de poner la lavadora?

—Bueno, a ver... Supongo que debí obsesionarme con poner la lavadora en el pasado, pero no recuerdo por qué. Debió ser algo que comenzó como una obligación y que acabó formando parte de mi vida.

—Bueno. —Romina se quedó pensativa—. Oye, y ¿en qué trabajabas?

—Era profesor de física en la Universidad de Atenas.

—¿Tú profesor de física? —se rio Romina.

—Sí, pelotuda. Yo fui un individuo con mucho prestigio en aquellos tiempos, e incluso me codeaba con el Arzobispo de Atenas. Me echaron hace siete años por escándalo público. Metí el perro de una niña en la lavadora. Yo jamás haría eso. No sé qué me pasó.

—Vale, el teniente Rudy no sabe nada. Pot tampoco. Y Winona ha muerto así que no podemos preguntarle. No existe ninguna Oveja Rosa, Romi —insistí con un suspiro—. Tú y yo estamos viendo alucinaciones que no tienen nada que ver con el resto del mundo. Lamento decirte que tu teoría conspiranoica ha terminado aquí.

—No todo el enigma está acabado, Aless. ¿Y si OP primero actúa en las personas... y luego hace que se olviden de su existencia?

—Eso podría tener algún sentido... de no ser porque tú sí te acuerdas de ella.

—Pero es lógico por qué yo sí puedo reconocerla. ¿De dónde saco yo las ideas sobre Oveja Rosa? De los sueños, Aless, y eso es porque el subconsciente se presenta cuando estamos dormidos y crea nuestras pesadillas a partir de recuerdos que ya creíamos olvidados.

Pero tenía que pensar fríamente. Por dios, ¿un dibujo animado y un hombre enmascarado que solo yo puedo ver? ¿Una organización que roba a la gente sin que se dé cuenta? ¿Un reflejo que aparece en los espejos y en los discos de vinilo? Sonaba ridículo. Terriblemente ridículo. Mi mente lo había entretejido de tal manera que todos los hechos encontraban sus razones. Voy a luchar contra mí misma y contra las redes de mi cerebro. Lo juro.

Salí de la consulta orgullosa de mí misma, ignorando a Oveja Rosa y creyendo haber hecho lo correcto por primera vez en mi vida. Al otro lado de la carretera vi al tipo vestido con la camiseta rosa y la máscara de lobo.

Paranoidd ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora